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¿Hasta qué punto la música, pese a ser un fenómeno cultural humano, puede
también ser reconocida y hasta disfrutada por otros animales complejos? Este
campo de estudio sigue registrando avances, y dos de los más recientes llegan de
la mano de sendas investigaciones dirigidas respectivamente a los gatos y a los
pájaros.
Está ampliamente aceptado que, en los humanos, la música proporciona
numerosos beneficios psicológicos. Hay incluso investigaciones cuyos resultados
apuntan a que tales beneficios se extienden a pacientes bajo anestesia general,
promoviendo en ellos una percepción reducida del dolor, así como una ansiedad y
un estrés menores.
Según la investigación de un equipo que incluye a veterinarios de la
Universidad de Lisboa en Portugal, la música es de igual forma beneficiosa para
los gatos en un entorno quirúrgico. Pero no toda la música es igual a este
respecto: los gatos, al parecer, se benefician más de la música clásica que de
géneros como el Pop estándar y el Heavy Metal.
El equipo de Miguel Carreira estudió 12 gatas, mascotas que estaban siendo
intervenidas quirúrgicamente, y registraron su ritmo respiratorio y el diámetro
de sus pupilas en varios momentos con el fin de medir la el alcance de la
anestesia. Las gatas, que habían sido equipadas con auriculares, fueron mientras
tanto expuestas a 2 minutos de silencio, o 2 minutos de música de uno de varios
estilos.
Los resultados mostraron que las gatas estaban en un estado más relajado
(determinado por sus valores más bajos de ritmo respiratorio y diámetro de las
pupilas) bajo la influencia de la música clásica. La música Pop generaba unos
valores intermedios. En cuanto al Heavy Metal, este fue el estilo que produjo
los valores más altos, indicando ello una situación más estresante para los
animales.
Aunque la percepción musical y su práctica están bien preservadas en la
evolución humana, los determinantes biológicos son prácticamente desconocidos.
Según otro estudio reciente, llevado a cabo por el equipo de Irma Järvelä, de la
Universidad de Helsinki en Finlandia, cuando un músico toca (en el caso de los
experimentos del estudio, músicos profesionales tocando música clásica durante
un recital de dos horas) se activan en ellos genes de los cuales se sabe que sus
versiones aviares contribuyen a la percepción y a la producción de trinos en los
pájaros. Esta llamativa coincidencia, relacionando músicos humanos con pájaros
cantores, sugiere una potencial conservación evolutiva en los mecanismos
moleculares relacionados con el procesamiento de sonidos complejos en aves y
humanos. Esta investigación se suma así a otras sobre la relación entre los
pájaros cantores y la música humana, un fenómeno que ha despertado gran interés
desde tiempos lejanos, y que está perlado de anécdotas fascinantes, como la del
ave cantora que Mozart tuvo como mascota y que cantó algunas secuencias de notas
de música compuesta por él.
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