jueves, 6 de noviembre de 2014

RESUELVEN EL ENIGMA DEL ESTANCAMIENTO EVOLUTIVO QUE SUFRIÓ LA VIDA DURANTE MIL MILLONES DE AÑOS

noticiasdelaciencia.com

Los científicos han especulado desde hace tiempo sobre por qué no surgió vida animal antes, una vez hubo suficiente oxígeno en la biosfera de la Tierra. Los animales empezaron a proliferar a finales del Período Proterozoico, hace unos 800 millones de años, pero, ¿qué hay del período previo de unos 1.000 millones de años, cuando la mayoría de los científicos cree que también había oxígeno de sobra?

Christopher Reinhard y Noah Planavsky haciendo trabajo de campo en China con motivo de su investigación. (Foto: Universidad Yale)

El equipo internacional de Noah Planavsky, de la Universidad Yale, y Christopher Reinhard, del Instituto Tecnológico de Georgia, ambas entidades en Estados Unidos, parece haber resuelto el misterio. Si sus análisis son correctos, en aquellos tiempos la biosfera de la Tierra poseyó mucho menos oxígeno de lo asumido.
Los resultados de sus análisis indican que los niveles de oxígeno durante el período “inactivo” de 1.000 millones de años alcanzaron solo el 0,1 por ciento de los actuales. En otras palabras, la biosfera de la Tierra no habría podido acoger la proliferación de vida compleja de finales del Proterozoico, sin importar los avances genéticos que estuvieran a punto de suceder.
No hay ninguna duda de que la innovación genética y ecológica debe estar detrás del surgimiento de los animales, pero es igualmente inevitable que estos necesiten un cierto nivel de oxígeno. Los autores del nuevo estudio aportan la primera prueba de que los niveles de oxígeno eran lo bastante bajos durante este período como para impedir casi con toda certeza este surgimiento.
Los científicos encontraron sus evidencias analizando isótopos de cromo en sedimentos antiguos de China, Australia, Canadá, y Estados Unidos. El cromo se encuentra en la corteza continental de la Tierra, y su oxidación está conectada directamente con la presencia de oxígeno libre en la atmósfera.
En concreto, el equipo estudió muestras depositadas en áreas oceánicas poco profundas y ricas en hierro, cerca de la orilla. Compararon sus datos con los de otras muestras tomadas de sitios menos antiguos, de los que se conocen niveles de oxígeno más altos.

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