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Los científicos han especulado desde hace tiempo sobre por qué no surgió vida
animal antes, una vez hubo suficiente oxígeno en la biosfera de la Tierra. Los
animales empezaron a proliferar a finales del Período Proterozoico, hace unos
800 millones de años, pero, ¿qué hay del período previo de unos 1.000 millones
de años, cuando la mayoría de los científicos cree que también había oxígeno de
sobra?
Christopher Reinhard y Noah Planavsky haciendo trabajo de campo en China con motivo de su investigación. (Foto: Universidad Yale)
El equipo internacional de Noah Planavsky, de la Universidad Yale, y
Christopher Reinhard, del Instituto Tecnológico de Georgia, ambas entidades en
Estados Unidos, parece haber resuelto el misterio. Si sus análisis son
correctos, en aquellos tiempos la biosfera de la Tierra poseyó mucho menos
oxígeno de lo asumido.
Los resultados de sus análisis indican que los niveles de oxígeno durante el
período “inactivo” de 1.000 millones de años alcanzaron solo el 0,1 por ciento
de los actuales. En otras palabras, la biosfera de la Tierra no habría podido
acoger la proliferación de vida compleja de finales del Proterozoico, sin
importar los avances genéticos que estuvieran a punto de suceder.
No hay ninguna duda de que la innovación genética y ecológica debe estar
detrás del surgimiento de los animales, pero es igualmente inevitable que estos
necesiten un cierto nivel de oxígeno. Los autores del nuevo estudio aportan la
primera prueba de que los niveles de oxígeno eran lo bastante bajos durante este
período como para impedir casi con toda certeza este surgimiento.
Los científicos encontraron sus evidencias analizando isótopos de cromo en
sedimentos antiguos de China, Australia, Canadá, y Estados Unidos. El cromo se
encuentra en la corteza continental de la Tierra, y su oxidación está conectada
directamente con la presencia de oxígeno libre en la atmósfera.
En concreto, el equipo estudió muestras depositadas en áreas oceánicas poco
profundas y ricas en hierro, cerca de la orilla. Compararon sus datos con los de
otras muestras tomadas de sitios menos antiguos, de los que se conocen niveles
de oxígeno más altos.
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