martes, 18 de noviembre de 2014

POR CULPA DE UN VEGETAL, UNOS SAPOS ESTÁN SIENDO DIEZMADOS POR ARAÑAS EN UN ECOSISTEMA

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Las alteraciones en un ecosistema, como por ejemplo cuando una planta foránea se aposenta con éxito en un hábitat que no ha sido nunca el suyo natural, pueden tener consecuencias inesperadas, como cuando en el juego del billar el choque de una bola contra otra puede desplazar a una tercera, y ésta a su vez a una cuarta, y así hasta varias veces en una cascada difícil de prever.

Las arañas lobo prosperan en terrenos cubiertos por plantas de la especie Microstegium vimineum, a costa de los sapos americanos, presas fáciles para esas arañas. (Foto: Jayna DeVore / UGA)

En ciertos bosques de Estados Unidos, se ha registrado un fenómeno extraño y un tanto inquietante: El aposentamiento de una especie invasora de origen asiático, la planta Microstegium vimineum, que fue introducida de forma accidental en el país a principios del siglo XX, ha creado un hábitat muy favorable para ciertas arañas de la familia Lycosidae, conocidas popularmente como arañas lobo. El notorio aumento de las poblaciones de araña lobo ha incrementado también la cantidad de presas que estos arácnidos deben cazar para subsistir, y ello está diezmando a los sapos de la especie Anaxyrus americanus, conocidos popularmente como sapos americanos.
Así lo ha comprobado el equipo de Jayna DeVore (que ahora está en la Universidad de Sídney en Australia) y John Maerz, de la Universidad de Georgia (UGA) en la ciudad estadounidense de Athens.
El fenómeno resulta especialmente llamativo por cuanto esos bosques en los que los sapos americanos están siendo diezmados eran en el pasado lugares donde disfrutaban de un alto nivel de supervivencia natural.
Tal como argumenta DeVore, la gente no se da del todo cuenta a menudo sobre cuánto pueden afectar unos cambios estructurales en un entorno a la forma en que interactúan los animales. Los ecosistemas son tan increíblemente complejos que puede resultar muy difícil predecir cómo los cambios medioambientales, tales como la colonización por una especie invasora, afectarán a los organismos autóctonos que viven en las áreas afectadas.
Las arañas son depredadoras de una voracidad tremenda, y tienden a devorar cualquier cosa que puedan cazar, incluso otras arañas. Ese canibalismo entre ellas mantiene normalmente a las poblaciones de arañas a raya, pero la planta de la especie Microstegium vimineum hace muy fácil para las arañas esconderse unas de otras, por lo que se matan menos entre ellas, hay más bocas arácnidas que alimentar, y los pequeños sapos que emergen de los humedales, presa fácil para esas grandes arañas, se convierten en una víctima muy propicia.
Para probar su hipótesis, DeVore y Maerz prepararon jaulas donde podían controlar la presencia de la planta y las arañas. Comprobaron que las densidades de las arañas eran un 33 por ciento superiores y la supervivencia de los sapos había disminuido en un 65 por ciento en las jaulas con presencia de la planta. La sola presencia de esta última, en ausencia de las arañas, no afectaba a la supervivencia de los sapos.

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