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Hace más de medio siglo, Harry Borthwick, Sterling Hendricks y sus
colaboradores, del Centro de Investigaciones de Beltsville del Departamento de
Agricultura de Estados Unidos, descubrieron que las plantas contenían
fotorreceptores a los que llamaron fitocromos. Estas estructuras dispersas en
sus hojas, en el tallo, en las raíces, y otras partes, funcionan como ojos que
“informan” a los árboles, cultivos o arbustos acerca de las variaciones de la
luz ambiental. “De esta forma, la planta ‘sabe’ cuál es el momento apropiado
para florecer, germinar o alargar el tallo, entre otras acciones”, explica el
doctor Jorge Casal, jefe del laboratorio de Fisiología Molecular de Plantas del
Instituto Leloir y líder del trabajo.
Imagen de la portada de Plant Physiology, revista de la Sociedad Americana de Biólogos Vegetales. (Créditos: Santiago Trupkin / American Society of Plant Biologists)
Antes de que se publicara el trabajo argentino, se estableció dentro de la
comunidad internacional de biólogos vegetales que para percibir si un ambiente
era soleado o sombreado, los sensores (los fitocromos) percibían proporciones de
los diferentes tipos de luz (color rojo, azul, naranja y otros) del espectro
luminoso.
“Nuestro trabajo demuestra que los fitocromos no sólo distinguen proporciones
entre tipos de luz que se encuentran en lugares sombreados o soleados, sino que
también miden su cantidad”, afirma Casal que también es científico del IFEVA y
del CONICET.
Para llegar a esos resultados, los investigadores manipularon espectros de
luz que se liberaban en diferentes plantas de la especie Arabidopsis thaliana –
que comparte características genéticas con el trigo, el maíz, la papa y otros
cultivos – y simultáneamente observaban cómo se modificaba el comportamiento de
esos sensores.
“Si seguimos investigando, existe la posibilidad de mejorar el rendimiento de
cultivos en diferentes ambientes lumínicos utilizando biotecnologías que activen
o desactiven ‘interruptores genéticos’ vinculados a la acción de los
fotorreceptores”, destacó Casal. “Encontramos una pieza que puede ayudar a que
las plantas utilicen mejor sus recursos para producir granos”.
El resto de los participantes del estudio, que fue tapa de la Plant
Physiology, publicación de la Sociedad Estadounidense de Biólogos Vegetales, son
Martina Legris, licenciada en biología y experta en microscopía confocal del
Instituto Leloir, el doctor Santiago Ariel Trupkin, la licenciada en biología
Ana Sabrina Buchovsky, y la estudiante María Belén Tolava del IFEVA. (Fuente
.AGENCIA CYTA-INSTITUTO LELOIR/DICYT)
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