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El surgimiento, durante la evolución, de los primeros animales excavadores pudo
desempeñar un papel importante en la estabilización de la provisión de oxígeno
presente en la atmósfera de la Tierra, según un nuevo estudio. La estabilidad
del oxígeno ha sido un agente favorable para la evolución que plantas y animales
han seguido hasta conformar los ecosistemas actuales.
Fósil de cavidad excavada en una capa de sedimentos, de unos 530 millones de años de antigüedad. (Foto: Martin Brasier, Universidad de Oxford)
La investigación llevada a cabo por el equipo de Richard Boyle, del Centro
Nórdico de Estudios de la Evolución de la Tierra en la Universidad del Sur de
Dinamarca, es un intento de colocar la diseminación de la vida animal en el
contexto de ciclos biogeoquímicos más amplios.
La conclusión a la que han llegado estos científicos es que hace unos 540
millones de años, cuando aparecieron los primeros animales excavadores y los
gusanos comenzaron a mezclar los sedimentos del suelo marino, su actividad llegó
a influir significativamente en el ciclo del fósforo. Como resultado de esa
influencia, se desencadenaron cambios en la química oceánica que afectaron a la
de la atmósfera, mediante el agua de las profundidades que acababa llegando a la
superficie marítima y entraba así en contacto con el aire. La consecuencia final
de esta cadena de efectos desde el mar al aire fue una estabilización de la
cantidad de oxígeno en la atmósfera de la Tierra.
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