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A algunas arañas les va mejor conviviendo con nosotros en las ciudades que en
espacios naturales con poca presencia humana. Así se ha constatado en una
investigación, cuyos resultados indican concretamente que un tipo de arañas, las
que tejen las típicas telarañas con forma circular, ha aumentado en las zonas
urbanas su potencial para proliferar. Esas arañas pueden crecer más y tienen una
mayor capacidad de reproducirse cuando viven en ellas.
Una araña de las que tejen las típicas telarañas con forma circular. (Foto: Elizabeth Lowe. CC-BY)
La urbanización puede alterar drásticamente el paisaje, el clima local, y en
consecuencia, los organismos que lo habitan. Algunos ya no tendrán los recursos
que necesitan para sobrevivir cuando su entorno se vuelve urbano, mientras que
otros lograrán adaptarse y algunos privilegiados prosperarán más que en su
hábitat natural. Una forma de verificar el grado de éxito de una especie animal
en un entorno que ha sido urbanizado es observar si el promedio de tamaño
corporal de la población aumenta o disminuye.
El equipo de Elizabeth Lowe, de la Universidad de Sídney en Australia, se
valió de múltiples variables ambientales para investigar los cambios en los
atributos físicos de arañas de las que tejen las típicas telarañas con forma
circular. Las arañas de este tipo viven tanto en el campo como en la ciudad, lo
que ofrece buenas oportunidades de comparar las de la ciudad con las del
campo.
Los investigadores cuantificaron el grado de urbanización en múltiples sitios
de Sídney, Australia, e investigaron los cambios en el tamaño del cuerpo de las
citadas arañas, sus reservas de grasa corporal, y el peso de sus ovarios.
Los resultados mostraron que las arañas tenían cuerpos más pequeños en las
zonas con mayor cobertura vegetal, y cuerpos más grandes en áreas asociadas al
desarrollo urbano. Además, los autores del estudio comprobaron que la capacidad
reproductiva de las arañas, medida por el peso de sus ovarios, parece que se ha
incrementado en las áreas urbanas, sobre todo en las de mayor nivel
socioeconómico.
Según Lowe y sus colegas, el tamaño corporal más grande y una mayor capacidad
de reproducción de estas arañas en las zonas urbanas apoyan la idea de que
algunas especies animales pueden beneficiarse de los cambios de hábitat
asociados con la urbanización.
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