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Entre las explicaciones que la comunidad científica baraja para la formación
de la Tierra, algunas asumen que el planeta era seco e inhóspito para la vida
hasta que una buena cantidad de cometas, muy ricos en hielo, cayeron a la Tierra
y depositaron agua en la superficie. También se ha propuesto que la Tierra se formó con océanos en su interior, y
que ha estado continuamente suministrando agua a la superficie desde entonces.
Un punto de las profundidades marinas de la zona
del Arco de las Islas Marianas, concretamente en la ladera Este de la caldera
del volcán submarino West Rota. Mediante procesos basados en la tectónica de
placas, el agua retenida en las profundidades de la Tierra aflora a los mares a
través de fisuras en el fondo marino. Asimismo, hay agua que ingresa en el
subsuelo marino, por lo que este preciado líquido se recicla constantemente
también a través de esas dos vías. (Foto: Pacific Ring of Fire 2004 Expedition.
NOAA Office of Ocean Exploration; Bob Embley, NOAA PMEL)
Al respecto de esta última hipótesis, se ha venido aceptando que el manto
terrestre contiene algo de agua, pero cuánta ha sido un misterio hasta tiempos
recientes. Y sobre todo, ha faltado el conocimiento de qué mecanismo geológico
ha estado proporcionando agua a la superficie durante todo este tiempo.
Un nuevo estudio está ayudando a responder a la intrigante cuestión de si
nuestro planeta aportó a la superficie su propia agua a través de procesos
geológicos, o si por el contrario el agua vino a nosotros a través de cometas
procedentes de los confines del sistema solar.
La respuesta es probablemente “ambas cosas”, según el equipo de Wendy Panero
y Jeff Pigott, de la Universidad Estatal de Ohio en la ciudad estadounidense de
Columbus.
Estos investigadores estiman que la misma cantidad de agua que actualmente
llena el Océano Pacífico podría estar enterrada ahora mismo en las profundidades
del planeta, y que esta agua está siendo reciclada de forma continua a través de
la zona de transición como resultado de la tectónica de placas. Su más reciente
hallazgo es una vía geoquímica previamente desconocida por la cual la Tierra
puede retener agua en su interior durante miles de millones de años y al mismo
tiempo liberar pequeñas cantidades hacia la superficie a través de la tectónica
de placas, reabasteciendo así nuestros océanos desde dentro. De este modo,
aunque parte del agua de los mares se acaba escurriendo hacia el subsuelo
marino, otra parte aflora, manteniéndose en cierta medida un “reciclaje” del
agua.
Muchos geólogos pensaban que era muy probable que si las placas tectónicas
llevaban agua hacia el interior de la corteza terrestre, no sería mucha
cantidad. El modelo del equipo de Adam Schultz muestra claramente una asociación
estrecha entre las zonas de subducción y una alta conductividad. La explicación
más sencilla es el agua.
Un punto crucial del estudio es la idea de que las rocas que parecen secas al
ojo humano pueden en realidad contener agua en potencia, en la forma de átomos
de hidrógeno atrapados dentro de huecos naturales y defectos cristalinos. El
oxígeno es abundante en los minerales, de manera que cuando un mineral contiene
algo de hidrógeno, ciertas reacciones químicas pueden liberar a este último para
que se una con el oxígeno y produzca agua.
Esos átomos dispersos de hidrógeno suponen solo una pequeña parte de la
materia rocosa del manto, pero dado que este constituye más del 80 por ciento
del volumen total del planeta, pueden dar pie a mucha agua potencial.
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