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Los áfidos son insectos que protagonizan plagas a menudo demoledoras para la
agricultura en todo el mundo. Se alimentan de la savia de las plantas y
contienen en sus cuerpos ciertas bacterias que son esenciales para la fecundidad
y supervivencia de los áfidos. Estas bacterias, de la especie Buchnera
aphidicola, también se benefician de la relación porque no pueden crecer fuera
de los áfidos.
La fotografía muestra áfidos alimentándose de hojas. (Foto: Scott Edwards, Universidad de California en Riverside)
Pero las plantas atacadas no se han quedado de brazos cruzados. Su evolución
las ha dotado con la capacidad de detectar la presencia de áfidos y reaccionar
con un contraataque.
Una investigación, a cargo del equipo de la profesora Isgouhi Kaloshian, de
la Universidad de California en la ciudad estadounidense de Riverside, ha
revelado cuál es exactamente la huella bioquímica delatora que pone en alerta a
los vegetales.
Inesperadamente, no corresponde al metabolismo propio de los áfidos, sino que
dicha huella es una proteína de la bacteria, presente en la saliva del áfido, y
que éste con toda probabilidad introduce en la planta anfitriona.
La detección de esa huella bioquímica bacteriana desencadena una respuesta
inmunitaria de la planta contra el áfido.
En la investigación también han trabajado Ritu Chaudhary y Hagop S. Atamian,
de la Universidad de California en Riverside, así como Zhouxin Shen y Steven P.
Briggs, de la División de Ciencias Biológicas en la Universidad de California en
San Diego, Estados Unidos.
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