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Unos científicos han hallado evidencias de que una antigua y vasta cordillera
propició la explosión de vida sobre la Tierra que comenzó a registrarse hace
aproximadamente 600 millones de años.
La cordillera era similar en escala al Himalaya, y se extendía a lo largo de
al menos 2.500 kilómetros de territorios que hoy forman parte de África
occidental y del nordeste de Brasil, los cuales en esa época formaban parte del
supercontinente Gondwana.
Se encontró la base de la antigua cordillera
montañosa, erosionada hace mucho tiempo, en el nordeste de Brasil. Este lugar,
con paisajes de apariencia biológicamente modesta como el mostrado en la imagen,
fue en muchos sentidos una fuente de la vida. (Foto: Carlos Ganade de
Araujo)
Al igual que en el caso del Himalaya, la cordillera fue erosionada
intensamente debido a su enormidad. A medida que los sedimentos fueron
transportados hacia los océanos, esas aportaciones proporcionaron los nutrientes
perfectos para que la vida floreciera en una impresionante explosión evolutiva
de nuevas especies.
La comunidad científica ya llevaba tiempo especulando sobre el posible papel
de tan enorme cordillera montañosa en la aportación a los océanos de sedimentos
aptos como nutrientes, debido a la forma en que la vida prosperó y la química
oceánica cambió en esa época.
Finalmente, el equipo de Daniela Rubatto y Joerg Hermann, de la Universidad
Nacional Australiana, así como Carlos Ganade de Araujo, de la Universidad de Sao
Paulo en Brasil, ha encontrado pruebas que lo demuestran.
El descubrimiento es la prueba más antigua de la existencia en la Tierra de
montañas comparables en escala al Himalaya.
Aunque las montañas hace mucho que fueron consumidas por la erosión, las
rocas de su base aún son capaces de revelar la historia de la gran influencia
ejercida por la antigua cordillera montañosa en su época dorada.
La cordillera fue formada por dos continentes que colisionaron. Durante este
choque, las rocas de la corteza fueron empujadas unos 100 kilómetros hacia el
interior del manto, donde las altas temperaturas y presiones formaron nuevos
minerales.
A medida que las montañas se erosionaron, su base regresó a la superficie, y
materia pétrea de esas antiguas “raíces” fue identificada y extraída en Togo,
Mali, y el nordeste de Brasil, por Ganade de Araujo. Él reconoció que las
muestras eran únicas, así que trajo las rocas a la Universidad Nacional
Australiana donde, usando equipamiento muy sofisticado, se identificó con
precisión que tenían una edad similar, y que se habían formado a profundidades
parecidas y muy grandes.
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