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Las típicas ondulaciones en la arena de una playa, justo en la frontera por la
que avanza y retrocede el agua, son un efecto bien conocido del oleaje.
Históricamente, los geólogos han observado impresiones similares, en miniatura,
incrustadas en rocas antiguas. Estas diminutas arrugas milimétricas han
desconcertado a los científicos durante décadas: No aparecen en rocas recientes,
pero a juzgar por los múltiples ejemplos de rocas antiguas fueron muy abundantes
mucho tiempo atrás, en particular después de extinciones masivas.
Un ejemplo de arrugas fosilizadas correspondientes al Cámbrico Superior, presentes en una roca de la península de Port au Port, en el oeste de Terranova. (Foto: S. Pruss)
Ahora, el equipo de Tanja Bosak, Giulio Mariotti y J. T. Perron, del
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, así como Sara B.
Pruss, del Smith College en Northampton, Massachusetts, ambas instituciones en
Estados Unidos, ha identificado un mecanismo por el que pudieron formarse en el
pasado remoto las ondulaciones de este tipo. Basándose en este mecanismo, los
investigadores plantean que dichas impresiones fósiles pueden ser vestigios de
una antigua presencia microbiana; en otras palabras, donde hay arrugas, debió
haber vida.
La comunidad científica ha planteado y debatido varias teorías sobre cómo
pudieron surgir estas formas. Algunos expertos han sostenido que el oleaje pudo
crear estos patrones, mientras que otros han creído que la respuesta puede estar
en la antigua espuma del agua de mar.
Las conclusiones de la nueva investigación se suman a otros indicios previos de
que la causa de esas extrañas arrugas es de origen biológico, concretamente
microbiano. Este origen encaja con la mayor formación de tales ondulaciones
justo tras extinciones masivas de vida. Poco después de una extinción masiva, el
fondo marino se llenó de "alfombras" microbianas (colonias de microbios). Estas
"alfombras" fueron lo bastante resistentes como para soportar el flujo del agua
y servirles de "búnker" a los microorganismos refugiados en su interior. A
medida que estas alfombras fueron finalmente destruidas, dejaron pequeños y
ligeros agregados microbianos que desplazaron la arena subyacente, creando
patrones ondulados que quedaron preservados en los sedimentos.
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