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Algunas de las características morfológicas de la mano humana son bastante
diferentes de las de otros primates, permitiéndonos coger objetos con precisión
y utilizarlos ejerciendo una fuerza considerable sobre ellos. Sin embargo, ¿cómo
utilizaban sus manos nuestros primitivos antepasados homínidos?
Sorprendentemente, unos científicos han encontrado evidencias, en detalles del
uso de herramientas de piedra entre individuos de la especie Australopithecus
africanus, de hace entre 2 y 3 millones de años, de que estos homínidos a los
que se ha dado en llamar "hombres-mono" utilizaban sus manos de la manera en que
lo hacemos los humanos modernos.
En una postura de agarre típica de la mano humana
moderna, y al parecer también de las de los primates homínidos del género
Australopithecus, una mano sujeta el primer hueso metacarpiano del pulgar de una
mano de un Australopithecus africanus. (Foto: © Tracy Kivell / Matthew
Skinner)
La habilidad tan humana de la precisión enérgica (por ejemplo, cuando giramos
una llave con la que apretar una tuerca), y la capacidad de agarrar un objeto
con fuerza suficiente como para que no se nos escape ante la acción de otras
fuerzas (como cuando usamos un martillo), están unidas a dos transiciones
evolutivas clave en el uso de la mano: una reducción de la actividad de trepar a
los árboles, y la entrada en escena de la fabricación y uso de herramientas de
piedra. Sin embargo, no está claro cuándo sucedieron estas transiciones
locomotoras y de manipulación.
Unos científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en
Leipzig, Alemania, y la Universidad de Kent en el Reino Unido, entre otras
instituciones, examinaron mediante técnicas avanzadas de análisis ciertos rasgos
óseos de las manos. Tomaron como referencias la mano humana y la del chimpancé.
Una diferencia clave entre ambas manos es que la humana tiene una capacidad
única para la precisión enérgica entre el pulgar y los dedos. La mano del
chimpancé, en cambio, no puede adoptar ciertas posturas que sí son comunes en la
mano humana. Este patrón específico humano está presente en especies fósiles
humanas no arborícolas y fabricantes de herramientas de piedra, como los
neandertales.
El equipo de Matthew Skinner y Tracy Kivell ha comprobado ahora que el
Australopithecus africanus, del cual se ha venido creyendo que no se dedicaba
habitualmente a fabricar herramientas, tiene características óseas en la mano
que concuerdan con la capacidad de oposición enérgica del pulgar y los dedos
adoptada normalmente durante el uso de herramientas.
Este hallazgo anatómico confirma la sospecha, planteada por huellas
arqueológicas encontradas tiempo atrás, de que los primates homínidos del género
Australopithecus usaban herramientas de piedra y sus manos eran capaces de
adoptar posturas propias de la mano humana anatómicamente moderna, mucho antes y
de manera más habitual que lo asumido hasta ahora por los antropólogos.
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