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Las plantas leguminosas son capaces de crecer bien en tierras poco fértiles,
hasta el punto de que se las usa a veces para mejorar dichas tierras, y además,
algunas de tales plantas nos ofrecen legumbres de gran importancia para la
alimentación humana. La razón de que crezcan providencialmente bien en tierras
empobrecidas se debe a que muchas de estas plantas tienen una relación
endosimbiótica con bacterias conocidas como rizobios, que pueden fijar el
nitrógeno del aire y después suministrar a la planta anfitriona amoníaco como
nutriente.
Nódulos de raíces de la planta Lotus japonicus. (Foto: Masayoshi Kawaguchi)
Las plantas crean órganos simbióticos llamados nódulos en sus raíces. Estos
nódulos sirven de alojamiento para las bacterias. Sin embargo, si se forman
demasiados nódulos, ello afecta de forma negativa al crecimiento de la planta,
porque el coste energético de mantener demasiados nódulos es excesivamente
grande. Por tanto, dichas plantas deben tener un mecanismo para mantener el
número adecuado de nódulos, pero es muy poco lo que la ciencia ha sabido sobre
este sistema.
El misterio sobre cómo exactamente las plantas consiguen regular con éxito la
cantidad de nódulos parece que por fin se ha esclarecido, gracias a los
resultados de una investigación realizada por el equipo de Takema Sasaki y
Masayoshi Kawaguchi, del Instituto Nacional para la Biología Básica, uno de los
Institutos Nacionales de Ciencias Naturales en Japón.
Estos y otros científicos del instituto citado y de otras instituciones
niponas, han mostrado que las citoquininas, un tipo de hormona vegetal,
desempeñan un importante papel en preservar el número adecuado de nódulos en las
raíces. Para el estudio, sus autores se han valido de la planta modelo Lotus
japonicus.
Investigaciones previas habían mostrado que la cantidad de nódulos no está solo
controlada por las raíces colonizadas por rizobios, sino que las hojas, situadas
por encima del suelo, están también profundamente implicadas. La información que
señala las condiciones actuales de los nódulos es transportada por glucopéptidos
desde las raíces hasta las hojas. Por otro lado, si bien se sabía que la
información servía para enviar desde las hojas a las raíces las señales
adecuadas, con arreglo a la información recibida, para poder controlar
debidamente el número de nódulos, no se conocía hasta ahora qué sustancia
transportaba estas señales. Los autores del nuevo estudio han descubierto que
las citoquininas, producidas por las hojas, son transportadas hasta las lejanas
raíces, y allí regulan la formación de nódulos.
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