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Hace 66 millones de años, un asteroide de más de 8 kilómetros de diámetro (5
millas) chocó contra la Tierra a una velocidad de 113.000 kilómetros por hora
(70.000 millas por hora), vaporizándose de forma instantánea al impactar. El
golpe aniquiló a la mayor parte de la vida terrestre, incluyendo los
dinosaurios, en un instante geológico: A una larga serie de emisiones colosales
de magma brotando de la tierra hendida, le acompañó una espesa nube de polvo que
bloqueó una parte importante de la luz del Sol, poniendo así en marcha una
cadena cataclísmica de sucesos que afectaron desde abajo hasta la cima a toda la
cadena alimentaria, y eliminando a más de tres cuartas partes de la especies de
la Tierra.
¿Qué fue realmente lo que exterminó a los
dinosaurios? ¿Hubo una actividad volcánica feroz antes de la caída del asteroide
al que se atribuye toda la culpa de la extinción de esas carismáticas bestias y
muchas otras formas de vida de su época? (Ilustración: Jose-Luis
Olivares/MIT)
O por lo menos esta es la reconstrucción más aceptada de la cadena de
acontecimientos que causaron esa extinción masiva. Sin embargo, hay un cierto
misterio respecto a la actividad volcánica y no se puede descartar que ocurriera
algo más, lo cual, sumado a la caída del asteroide, constituyera el mecanismo
completo de la extinción.
El equipo internacional de Michael Eddy y Sam Bowring, del Instituto
Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, ha encontrado pruebas de
que una erupción volcánica colosal, una de las mayores de la historia del
planeta, empezó justo antes del impacto, probablemente desempeñando también un
papel importante en la extinción.
El equipo dató de forma precisa rocas de los traps de la Meseta de Decán (el
término "Traps" deriva de la palabra sueca "Trapp", que significa escalón), una
región de la zona Centro-Oeste de la India que conserva restos de esa
apocalíptica erupción. Basándose en su análisis, los investigadores han
determinado que la erupción comenzó 250.000 años antes del impacto del
asteroide, y que continuó durante 500.000 años después, expulsando una cantidad
total de lava que ocupó 1,5 millones de kilómetros cuadrados.
El inmenso y duradero vulcanismo pudo liberar niveles peligrosos de
sustancias volátiles al aire, envenenando la atmósfera y los océanos.
Con arreglo a las nuevas y más precisas dataciones para los traps de Decán,
los investigadores creen que la enorme actividad eruptiva pudo ejercer un papel
notable en la extinción de los dinosaurios, aunque la cuota exacta de poder
aniquilador de cada factor puede que no se averigüe jamás.
El impacto del asteroide pudo ciertamente causar la extinción. Pero quizá su
efecto se vio aumentado porque las condiciones reinantes en la Tierra ya de por
sí eran hostiles para la vida.
También hay quienes creen que es mucha casualidad que dos catástrofes sin
relación, como según el nuevo estudio fueron esas, coincidan con tan poca
diferencia en el tiempo. Teniendo en cuenta que 250.000 años son un parpadeo en
la escala geológica del tiempo y resultan difíciles de medir con toda certeza
cuando se retrocede 66 millones de años en el tiempo, quizá esa diferencia
cronológica sea un error y en realidad ambas catástrofes coincidieron con toda
exactitud en el tiempo. De ser así, no se habría producido ninguna casualidad;
la caída del asteroide pudo haber desencadenado esas colosales emisiones de
lava.
El misterio quizá no se acabe de resolver nunca.
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