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No solo hay peces capaces de cambiar de sexo de manera rutinaria, sino que de hecho la cantidad de especies de peces con esa asombrosa capacidad supera ampliamente a la cantidad de especies de primates, entre las que figura el Ser Humano.
Hay peces capaces de cambiar de sexo de manera rutinaria. (Imagen: Amazings / NCYT / JMC)
Matthew Grober, profesor de biología en la Universidad Estatal de Georgia,
Estados Unidos, ha dedicado décadas de trabajo estudiando el fenómeno de cambio
de sexo en peces, enfocándose en el gobio de bandas azules (Lythrypnus dalli),
un pequeño pez rojo con rayas de ese color. En su última investigación, Grober
está estudiando diferentes patrones de expresión genética para determinar cómo
estos gobios evitan anclarse en uno u otro sexo a temprana edad.
Aunque otros peces también cambian de sexo, el gobio de bandas azules es un
campeón haciéndolo, por eso Grober se concentró en este intrigante animal. Los
peces de esta especie pueden cambiar de sexo a conveniencia y repetidas veces,
con una facilidad pasmosa.
La investigación se ha centrado en la población de peces de este tipo
existente en aguas de la Isla Catalina, frente a la costa del sur de California.
Estos peces viven en pequeños grupos con un macho como líder de un harén de
varias hembras. Si el macho fallece o desaparece, la hembra dominante cambia de
sexo para convertirse en el nuevo macho del grupo.
La facilidad para cambiar de sexo da una gran ventaja reproductiva a estos
animales, en comparación con las oportunidades de apareamiento de que disponen
otras especies.
Se ha comprobado que bastan 20 minutos de ausencia del macho, para que la
hembra dominante, si se ha dado cuenta de dicha ausencia, comience a comportarse
como el macho del grupo. En tres semanas, e incluso antes si el agua es cálida,
la hembra dominante se transforma físicamente en macho, desarrollando órganos
sexuales masculinos y produciendo hormonas masculinas en las cantidades
adecuadas. La forma del cuerpo también experimenta cambios evidentes, con un
ensanchamiento de la cabeza en el fondo.
En esta línea de investigación, también se ha profundizado en la actividad de
dos genes involucrados en la diferenciación sexual. Uno de ellos permite que los
andrógenos, un tipo de hormonas que controlan el desarrollo y mantenimiento de
las características masculinas, puedan ejercer sus efectos en el cuerpo. El otro
gen interviene en la producción de los testículos.
Observando los cambios de expresión de estos genes, el equipo de Grober está
reuniendo datos que permitirán conocer mejor cómo los genes típicamente
masculinos regulan la transformación desde el sexo femenino al masculino.
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