sábado, 31 de mayo de 2014

LOS ABEJORROS SE SIENTEN Y ESTÁN MÁS SEGUROS EN COMPAÑÍA DE OTROS

noticiasdelaciencia.com

Guiándose por si una flor apetitosa está solitaria o concurrida por otros abejorros, estos insectos pueden distinguir entre un entorno seguro y otro peligroso. La situación no es muy distinta a cuando los humanos preferimos andar por una calle llena de gente en vez de por una que está sin un alma, al ser conscientes de que la segunda puede ser un escenario más propenso a la actividad de delincuentes al acecho de nuevas víctimas.

Un abejorro en busca de alimento es atrapado por una araña cangrejo. (Foto: Universidad Queen Mary de Londres)


La lógica de los abejorros es clara: En algunas flores se ocultan depredadores, como por ejemplo arañas. Si no hay ningún abejorro en una flor apetitosa, cabe la posibilidad de que sea porque todos los que aterrizan en ella son cazados o ahuyentados por el depredador. En cambio, si en una flor hay otros abejorros, es obvio que no hay en ella ningún depredador acechándoles pues ya habría actuado.
La investigación realizada por el equipo de Erika Dawson, de la Universidad Queen Mary de Londres en el Reino Unido, muestra por primera vez que cuando los abejorros vuelan por zonas infestadas de depredadores escogen lugares seguros para comer al unirse a otros abejorros que ya se están alimentando en flores seguras.
Los resultados del estudio se fundamentan en observaciones, incluyendo las realizadas en experimentos muy reveladores. En tales experimentos, Dawson y Lars Chittka, de la misma universidad, entrenaron abejorros comunes (de la especie Bombus terrestris) para que aprendieran a diferenciar entre entornos seguros y peligrosos en el laboratorio: Cuando los abejorros se posaban en una flor asociada con el peligro, unas pinzas de gomaespuma los atrapaban un rato, impidiéndoles su búsqueda de comida. La experiencia representaba por tanto una vivencia angustiosa para el abejorro, que acababa aprendiendo que en algunas flores podía haber un atacante oculto que se abalanzaba contra el visitante a la primera oportunidad. La situación era, hasta cierto punto, comparable al ataque de una araña cangrejo, un depredador que acecha en las flores para cazar a insectos polinizadores, y que puede camuflarse cambiando su color, como un camaleón.
En los entornos seguros, donde nunca había pinzas al acecho en algunas flores, los abejorros posteriormente optaban por alimentarse de cualquier flor, pero en ambientes peligrosos, los abejorros tendían a acudir específicamente a las flores que ya estaban ocupadas por otros abejorros.
El descubrimiento de esta conducta en los abejorros demuestra una notable flexibilidad mental a la hora de tomar decisiones sobre dónde alimentarse y dónde no. Los abejorros normalmente se reparten entre las flores para minimizar la competencia, pero cuando saben que la zona es peligrosa prefieren comer en compañía de otros congéneres, porque saben que su presencia implica una mayor seguridad para ellos que si se aventuran a posarse en una flor solitaria.

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