lunes, 3 de febrero de 2014

PROFUNDIZANDO EN LA HISTORIA DE LA DOMESTICACIÓN DEL PERRO

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Los perros y los lobos evolucionaron a partir de un ancestro común hace entre 9.000 y 34.000 años, antes de la aparición de la agricultura como estilo de vida en la humanidad. Así lo corroboran los resultados de un análisis de genomas de perros y lobos modernos de zonas del mundo que están consideradas como los lugares donde comenzó la domesticación del perro.


Divergencia evolutiva paulatina entre linajes de lobo y perro conforme transcurre el tiempo. (Imagen: Freedman, et al / PLoS Genetics)

El estudio también muestra que los perros tienen entre ellos un parentesco evolutivo más estrecho que el que tienen con los lobos, independientemente de su origen geográfico. Esto sugiere que parte de la superposición genética observada entre algunos lobos y perros modernos es el resultado de cruces de lobos con perros después de la domesticación del perro, y no se debe a una línea de descendencia directa proveniente de un grupo de lobos.
En este análisis, el equipo de John Novembre, de la Universidad de Chicago en Estados Unidos, Adam Freedman, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), del mismo país, y Tomás Marqués Bonet del Instituto de Biología Evolutiva, adscrito a la Universidad Pompeu Fabra y al CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), en España, no ha obtenido evidencias claras a favor de un modelo multirregional, o de un origen único para alguno de los lobos actuales de los que el equipo tomó muestras. Esto implica que la historia de la domesticación del perro es más compleja de lo que se ha venido creyendo hasta ahora.
El equipo obtuvo las secuencias de más alta calidad del genoma del lobo logradas hasta la fecha, a partir de tres lobos grises: uno de China, otro de Croacia y otro de Israel, que representan las tres regiones del mundo donde se cree que se originaron los perros tal como los conocemos. Los científicos también obtuvieron los genomas de dos razas caninas, el perro de la raza basenji, originada en África central, y un dingo, oriundo de Australia, zonas éstas dos que han estado históricamente aisladas de las poblaciones de lobos modernos. Además de los genomas de lobos y perros, el equipo secuenció el genoma de un chacal común, para contar con una referencia lo bastante cercana evolutivamente pero ajena, de la que ayudarse para obtener datos sobre los comienzos de la divergencia evolutiva entre estos animales.
El análisis de los genomas de perros, incluyendo el genoma, anteriormente publicado, de un perro de raza bóxer proveniente de Europa, mostró un mayor parentesco evolutivo entre las razas de perros que con los lobos. De igual modo, los tres lobos de cada zona geográfica tenían un mayor parentesco evolutivo entre ellos que con cualquiera de los perros.
Estos resultados indican algo muy distinto a lo que los autores del estudio inicialmente habían imaginado que encontrarían. En vez de hallar un estrecho parentesco evolutivo de las tres razas de perro con uno de los linajes de lobo, o descubrir que cada raza de perro está muy relacionada con el linaje de lobo de su área geográfica (por ejemplo el basenji con el lobo israelí, o el dingo con el lobo chino), lo que han descubierto es que lobos y perros parecen descender de un ancestro común más antiguo, parecido al lobo.
Lo hallado también podría indicar que hubo otros linajes de lobo de los cuales estos perros divergieron evolutivamente, linajes que luego se extinguieron.
El proceso de domesticación se desarrolló a través de la historia registrando importantes cuellos de botella poblacionales (épocas en que la población estuvo integrada por una cantidad escasa de individuos) tanto en el caso de los lobos como en el de los perros. Los autores del estudio han logrado inferir tamaños históricos de las poblaciones de perros y lobos mediante el análisis de patrones de variación en todo el genoma. Todo apunta a que los perros sufrieron una reducción de 16 veces en el tamaño de su población, al bifurcarse evolutivamente de los lobos. Estos también experimentaron una fuerte caída en el tamaño de su población poco después de bifurcarse evolutivamente de los perros. Esto implica que la diversidad en los ancestros comunes de perros y lobos era más grande que la representada por los lobos modernos.
En esta investigación también han trabajado Belén Lorente Galdós y Óscar Ramírez, del Instituto de Biología Evolutiva adscrito a la Universidad Pompeu Fabra y al CSIC, Carles Vila de la Estación Biológica de Doñana en España, así como científicos de instituciones de Estados Unidos, Portugal, Italia, Hungría, Turquía, Israel, Croacia y China.

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