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Un estudio ha demostrado que las rayas de muchos équidos, como las cebras, han evolucionado para evitar la picadura de las moscas. Investigadores de la Universidad de California (EE UU) han llegado a esta conclusión tras descartar otras cuatro hipótesis que trataban de explicar el origen de este patrón.
La cebra, entre muchas otras especies de équidos, presenta un patrón rayado característico de la especie / Wikipedia
La cebra, entre otras especies de équidos, presenta un patrón rayado característico. Existen varias teorías sobre la función que cumplen estas rayas. Investigadores de la Universidad de California (EE UU) han trabajado sobre las cinco más extendidas para comprobar si son ciertas.
La primera de estas hipótesis relacionaba las rayas con el camuflaje, otra se asociaba a la reducción del calor excesivo, y también se había atribuido este patrón rayado a la interrupción del ataque de los depredadores, de la picadura de las moscas e incluso a una función social.
“Tomamos medidas de la extensión y la intensidad de las rayas en diferentes partes del cuerpo de siete especies y veinte subespecies de équidos. Posteriormente estudiamos la distribución geográfica de dichas especies en un mapa del Viejo Mundo”, explica a Sinc el investigador Tim Caro, líder del trabajo que se publica en la revista Nature Communications.
Concretamente estudiaron la cebra de montaña, la cebra de Grevy, la cebra común, el asno salvaje africano, el caballo de Przewalkski, el kiang y el asno salvaje asiático. Se excluyeron las cebras domésticas y los caballos salvajes, ya que el color de su pelaje es débil y han sufrido una intensa selección a través de la domesticación.
Para contrastar todas las hipótesis, los científicos analizaron factores como la ubicación de los grandes depredadores, la media de las altas temperaturas, los bosques y las localizaciones geográficas de tábanos y mosca tse-tsé. Todos estos agentes fueron representados en el mismo mapa y se midió el grado de solapamiento de cada variable.
“Finalmente, pusimos todos estos factores en un modelo estadístico multifactorial para probar todas las hipótesis simultáneamente”, aclara Caro.
Al finalizar la investigación, los autores encontraron que la distribución de las especies de équidos con rayas se solapaba con los rangos de actividad de los insectos. Este alto grado de coincidencia indica que esta es la hipótesis más robusta. Según Caro, "el resto de las hipótesis no fueron concluyentes".
Además, al analizar la distribución de estos insectos se descubrió que las subespecies con muchas rayas en las patas se superponen con las áreas con una gran abundancia de tábanos, y las subespecies con muchas rayas en el vientre se encuentran en zonas donde hay muchas moscas tse-tsé.
“El siguiente paso es aclarar por qué las cebras aún son particularmente susceptibles a las picaduras de algunas moscas y sufren enfermedades transmitidas por estos insectos”, concluye el experto.
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