viernes, 28 de marzo de 2014

ASOMBROSA DEMOSTRACIÓN DE INTELIGENCIA DE CAUSA Y EFECTO EN CUERVOS

noticiasdelaciencia.com

Ya se sabe que los cuervos son muy inteligentes, pero en unos nuevos experimentos se ha demostrado que las habilidades intelectuales de cuervos de Nueva Caledonia (de la especie Corvus moneduloides) en la comprensión de causa y efecto para un fenómeno físico exceden el límite que se les atribuía a estos pájaros y les sitúan, en ese aspecto concreto, a la par del nivel intelectual de un niño de entre 5 y 7 años de edad.

Los cuervos entienden el concepto del desplazamiento de agua en un recipiente al introducir en él objetos más pesados que ella. (Foto: Sarah Jelbert. CC-BY)


Entender las relaciones causales entre acciones es una característica clave de la cognición humana. Sin embargo, solo desde fechas recientes la ciencia está comenzando a explorar a fondo hasta qué punto los animales no humanos son capaces de lo mismo.
El equipo de Sarah Jelbert, de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda, situó a cuervos de Nueva Caledonia ante un montaje en el que, si querían obtener una recompensa fuera de su alcance físico, debían dejar caer piedras dentro de un recipiente con agua para hacer que subiera el nivel de la misma hasta poner a su alcance la recompensa. Los éxitos logrados por los cuervos en estos experimentos indican que poseen un entendimiento sofisticado de las propiedades causales del desplazamiento del agua, rivalizando en ese aspecto con niños de 5 a 7 años.
Se conoce a estos cuervos por su inteligencia y capacidad de innovación, dado que pueden fabricar herramientas a partir de trocitos de ramas, como por ejemplo palillos para clavarlos en algo y así poder acercarlo a ellos, o ganchos con los que recoger igualmente cosas fuera de su alcance físico, por ejemplo por estar dentro de oquedades demasiado estrechas para adentrar en ellas su cabeza y coger el objeto con el pico. Los resultados de los nuevos experimentos aumentan pues la lista ya larga de sus habilidades intelectuales.
En la investigación también han trabajado Alex H. Taylor, Lucy G. Cheke, Nicola S. Clayton y Russell D. Gray.

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