jueves, 10 de octubre de 2013

LOS RECUERDOS SOCIALES DE LOS DELFINES SON TAN DURADEROS COMO LOS DEL SER HUMANO

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Los delfines pueden reconocer los "silbidos identificativos" emitidos por sus antiguos compañeros de acuario después de estar separados durante más de veinte años, el periodo más largo registrado hasta ahora de conservación de recuerdos sociales en una especie no humana.


El nuevo estudio indica que los recuerdos sociales de los delfines pueden ser tan duraderos como los del Ser Humano. (Foto: Jim Schulz / Chicago Zoological Society)

El reconocimiento social de que son capaces los delfines podría ser incluso más duradero que el reconocimiento facial usado por los humanos, dado que el rostro de las personas cambia con el paso del tiempo, mientras que el silbido identificativo de un delfín se mantiene estable durante muchas décadas.
La espectacular demostración de memoria al acordarse de compañeros de muchos años atrás es otra señal de que los delfines tienen un nivel de sofisticación cognitiva comparable con el de sólo unas pocas especies, incluyendo al Ser Humano, los chimpancés y los elefantes.
“Esto nos revela a un animal operando cognitivamente a un nivel que es propio de la memoria social de los humanos”, subraya Jason Bruck, de la Universidad de Chicago en Estados Unidos, autor del estudio.
Para establecer cuán bien los delfines podían recordar a sus antiguos compañeros, Bruck recogió datos de 53 delfines diferentes en seis lugares diferentes, incluyendo el Parque Zoológico de Brookfield, cerca de Chicago.
En años recientes, otros estudios han establecido que cada delfín desarrolla un silbido identificativo único que parece funcionar como un nombre. Los investigadores Vincent M. Janik y Stephanie L. King, de la Universidad de Saint Andrews en Escocia, ya presentaron meses atrás los resultados de una investigación que respaldan la idea de que un delfín salvaje, es decir, viviendo en su entorno natural y sin contacto habitual con humanos, puede aprender y repetir silbidos identificativos pertenecientes a otros individuos, así como también contestar cuando otro delfín imita su silbido exclusivo.

En el nuevo estudio, Bruck reprodujo grabaciones de silbidos identificativos a delfines que habían vivido alguna vez con los animales que produjeron esos cantos. También reprodujo grabaciones de silbidos identificativos de delfines desconocidos para los sujetos de estudio. Los sonidos de los desconocidos no despertaban apenas interés en los delfines. En cambio, los de antiguos conocidos sí atraían la atención de los delfines. Cuando ellos oían el sonido correspondiente a un delfín al que conocían, a menudo se aproximaban con rapidez al altavoz por el que se emitían los sonidos. A veces, permanecían flotando cerca del altavoz, y le silbaban como tratando de contestarle y de obtener a su vez una respuesta.
Un patrón claro emergió en los datos: En comparación con sonidos correspondientes a desconocidos, los delfines respondían significativamente más a los silbidos correspondientes a animales que alguna vez conocieron, incluso si no habían oído sus silbidos identificativos durante décadas.
En un ejemplo notable, Bruck reprodujo una grabación de una hembra de delfín llamada Allie, que actualmente vive en el Parque Zoológico de Brookfield, para que la escuchara Bailey, una hembra que actualmente está en las Bermudas. Ambas habían vivido juntas en el delfinario Dolphin Connection en los Cayos de Florida cuando Allie tenía dos años de edad y Bailey cuatro. Pero veinte años y seis meses después de su último contacto, Bailey aún reconoció la grabación del silbido identificativo de Allie.
Ese tipo de reacción después de décadas de separación entre individuos que se conocieron lo bastante bien en el pasado se repitió de modo típico en el estudio, lo que llevó a Bruck a concluir que los delfines mantienen de por vida recuerdos de los silbidos de sus seres queridos. En su medio natural, los delfines del tipo estudiado en esta investigación tienen, en promedio, una expectativa de vida de cerca de veinte años, aunque los individuos más longevos pueden sobrevivir hasta los cuarenta y cinco años o incluso más.

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