jueves, 6 de junio de 2013

LA ALIMENTACIÓN QUE HIZO POSIBLE UN SALTO EVOLUTIVO HUMANO HACE DOS MILLONES DE AÑOS

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En "2001, una odisea del espacio", se buceaba en ciertos hechos decisivos del pasado de la especie humana que pudieron repetirse en diversos lugares y épocas. Si desestimamos la intervención alienígena expuesta en esa novela y película de ciencia-ficción, nos queda una crónica casi igual de fascinante.


Un hueso de pata de un pequeño antílope con marcas de cortes, lo que indica que esos humanos ya eran capaces de valerse de herramientas con las que extraer y aprovechar toda la carne de sus presas. (Foto: Cortesía de la Universidad Baylor)

Un día, un homínido, tuvo la idea de aferrar una piedra, hueso u otro objeto contundente, y dar golpes con él en vez de con sus manos desnudas. Y eso le permitió defenderse mejor de las fieras que le acechaban y convertirse él mismo en un depredador mucho más eficaz de lo que había sido hasta entonces, pasando a incorporar en su dieta cantidades mucho mayores de carne, lo que a su vez elevó sus reservas energéticas y de nutrientes, permitió que su cerebro creciera más, y acabó convirtiendo a sus descendientes en la especie más inteligente de la Tierra.
Una reciente investigación ha sacado a la luz nuevos y reveladores datos sobre la dieta y las estrategias para obtener alimento de algunos de nuestros primeros ancestros en África, y las conclusiones harán rememorar a más de uno esas escenas carismáticas de la citada película en las cuales se presentaba el arranque en el kilómetro cero de la tecnología humana y cómo unos homínidos aprendieron a usar armas para cazar y para defenderse.
Hace unos dos millones de años, los homínidos de Oldowan, muy primitivos en comparación con el Ser Humano actual, pero capaces de fabricar utensilios de piedra, empezaron a mostrar diversas adaptaciones fisiológicas y ecológicas de suma importancia que a la fuerza tuvieron que requerir de ellos un consumo diario de calorías y proteínas muy superior al que hasta entonces venían teniendo. Entre las cosas que requirieron un incremento notable en su gasto cotidiano de energía y nutrientes, figuraron un aumento en el tamaño del cerebro y en el del cuerpo, una mayor inversión de esfuerzos y recursos en su prole, y una significativa expansión de su círculo familiar. Cómo estos humanos arcaicos obtuvieron los recursos alimenticios extra que necesitaban para adaptarse a esos cambios, ha sido objeto de intensos debates entre los científicos.
Un estudio reciente dirigido por el antropólogo Joseph Ferraro, profesor de la Universidad Baylor en Waco, Texas, Estados Unidos, ofrece nuevos y reveladores datos en este tema de debate. La información proviene de evidencias arqueológicas halladas en el yacimiento de Kanjera Sur, en Kenia.
Situado a orillas del lago Victoria, este yacimiento, de unos dos millones de años de antigüedad, contiene tres grandes capas, bien conservadas, y claramente reconocibles, de restos de animales. El equipo de investigación trabajó en el yacimiento durante más de una década, extrayendo miles de huesos de animales y herramientas rudimentarias de piedra.
Según los investigadores, los homínidos de Kanjera Sur lograron satisfacer sus nuevos requerimientos energéticos recurriendo a un mayor consumo de carne. Específicamente, el registro arqueológico en Kanjera Sur muestra que los homínidos alcanzaron un nivel más alto de nutrición por carne al volverse cazadores muy activos y también carroñeros eficaces gracias a su incipiente tecnología. Kanjera Sur muestra las evidencias arqueológicas más antiguas conocidas de estos comportamientos en el Ser Humano.
Por otra parte, el nuevo estudio parece que va a resolver de modo definitivo el debate "cazador versus carroñero" en el campo de la arqueología paleolítica. El registro arqueológico en Kanjera Sur muestra que, al menos en el caso de los homínidos de Oldowan, ambas conductas coexistían. La carne, si era suficientemente comestible, era valiosa, sin importar si era producto de la caza propia o de la muerte del animal por otras causas.
Pero lo que quizá resalta más en los resultados de este exhaustivo estudio arqueológico es que las evidencias fósiles de la figura del Homínido Cazador son particularmente convincentes. El registro fósil muestra que los homínidos de Oldowan cazaron numerosísimos antílopes de tamaño pequeño. Estas bestias están bien representadas en el sitio por la mayoría o la totalidad de los huesos, desde la parte superior de su cabeza hasta la punta de sus pezuñas, lo que denota que fueron transportadas a ese antiguo asentamiento humano como cadáveres completos.
También muchos de los huesos presentan marcas de cortes, que tuvieron que ser hechas cuando los homínidos emplearon herramientas simples de piedra para quitarle la carne al animal. Algunos huesos muestran que los homínidos utilizaron piedras del tamaño de un puño para quebrar y abrir los huesos a fin de obtener el tuétano.
El asentamiento contiene asimismo una gran cantidad de cabezas aisladas de antílopes del tamaño de un ñu. A diferencia de lo que sucedía con los cadáveres de los antílopes pequeños, las cabezas de estos animales de mayor tamaño debieron ser capaces de proporcionarles a esos homínidos alimento sustancial hasta varios días después de su muerte, y hurgando en ellas con las herramientas apropiadas, nuestros ancestros lograron lo que incluso los más grandes depredadores africanos como el león, no pudieron hacer: romper el cráneo para acceder al cerebro, rico en nutrientes. Esto explica la presencia de tantas cabezas aisladas. Los homínidos de Oldowan, gracias a sus herramientas, podían acceder a los cerebros y comérselos, después de que los depredadores no humanos que habían cazado a esos animales hubieran consumido el resto del cadáver.
En la investigación también han trabajado científicos de la Universidad Estatal de California, la George Washington, el Museo Estatal de Illinois, el Nacional de Historia Natural en Washington D. C., todas estas instituciones en Estados Unidos, así como la Universidad de Oxford y la John Moores de Liverpool, ambas del Reino Unido, los museos Nacionales de Kenia, y otras entidades.

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