miércoles, 12 de junio de 2013

ADN DE MILES DE AÑOS ATRÁS CONSERVADO EN SEDIMENTOS DEL MAR NEGRO

noticiasdelaciencia.com
 
Un análisis de muestras de sedimentos del Mar Negro ha revelado la presencia de material genético de una diversidad asombrosamente abundante de especies antiguas de plancton que dejaron ahí su composición genética.


La creación del Estrecho del Bósforo como tal conectó al Mar Negro con el Mar de Mármara y las aguas oceánicas del planeta. A medida que los glaciares se derritieron y comenzó a aumentar el nivel del mar, el nivel del Mar Negro también aumentó, llegando hasta el que tiene en la actualidad. (Imagen: Jack Cook, Instituto Oceanográfico de Woods Hole)
 

El Mar Negro, un mar salobre semiaislado, es muy sensible a cambios ambientales causados por el clima, y los sedimentos de su lecho constituyen un registro de alta resolución sobre el clima continental del pasado y los cambios hidrológicos simultáneos en su cuenca. El Mar Negro recibe actualmente agua salada del Mediterráneo a través del Estrecho del Bósforo, así como agua dulce de ríos y de la lluvia.
Sin embargo, esta conexión marítima se interrumpía al descender el nivel del mar durante los periodos glaciales, y el Mar Negro era como un lago gigante.
La dinámica de los cambios ambientales ocurridos en la transición desde la última era glacial al Holoceno (básicamente los últimos 10.000 años) sigue siendo tema de debate, y es escasa la información sobre cómo estos cambios afectaron a la ecología del plancton en el Mar Negro.
El inesperado hallazgo de la gran riqueza genética conservada en los sedimentos del fondo del Mar Negro ha sido toda una sorpresa, incluso para sus descubridores. El ADN de especies antiguas del plancton está preservado incluso en los sedimentos lacustres más antiguos analizados del Mar Negro. Esto significa que el ADN de especies antiguas de plancton podría estar ampliamente preservado en los sedimentos y es probable que se pueda usar para hacer una reconstrucción histórica de las formas de vida que habitaron en la mayoría de los entornos oceánicos y lacustres en el pasado.
Los investigadores suelen reconstruir la composición antigua del plancton usando un microscopio para contar los esqueletos fósiles presentes en los núcleos de sedimento. Sin embargo, éste es un método limitado porque la mayoría de las especies del plancton no dejan fósiles. Por tanto, los autores del nuevo estudio adoptaron otra estrategia, impulsada por la riqueza de ese archivo genético inesperado en el fondo del Mar Negro.
Usando una combinación de técnicas avanzadas para análisis del ADN antiguo presente en sedimentos del fondo del Mar Negro, y herramientas para reconstruir el clima del pasado, el equipo del paleoecólogo marino Marco Coolen y el geólogo Liviu Giosan, ambos del Instituto Oceanográfico de Woods Hole en Massachusetts, Estados Unidos, ha determinado cómo comunidades de plancton han respondido a cambios en el clima y a la influencia del Ser Humano en los últimos 11.400 años.
El estudio reveló que 150 de 2.710 especies de plancton identificadas mostraron una respuesta estadísticamente significativa a cuatro etapas distintas de condiciones ambientales desde el fin de la última era glacial.
Las algas verdes de agua dulce fueron las mejores especies indicadoras de las condiciones lacustres de hace más de 9.000 años.
Dinoflagelados, ciertas algas y otras formas de vida tuvieron reacciones bastante pronunciadas ante el aumento gradual en la salinidad después de la última reconexión marina.
La salinidad aumentó rápidamente después de hace unos 5.200 años, dando lugar a un incremento de los hongos marinos y al inicio de una presencia significativa de copépodos.
Una sucesión gradual de clases de fitoplancton aconteció durante un aumento de la presencia de agua dulce en el Mar negro hace unos 2.500 años.
Sin embargo, los cambios más drásticos en el plancton se produjeron durante el último siglo, asociados a alteraciones recientes provocadas por la actividad humana en la región.
En la investigación también han trabajado Chris Quince y Keith Harris de la Universidad de Glasgow en el Reino Unido, y la micropaleontóloga Mariana Filipova-Marinova del Museo de Historia Natural en Varna, Bulgaria.

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