lunes, 8 de octubre de 2012

EL INESPERADO PAPEL DE LOS HONGOS EN LA FORMACIÓN DE NUBES Y NEBLINA

noticiadelaciencia.com
 
La neblina y las nubes se forman si el aire contiene partículas finas que sirvan de núcleos de condensación de la humedad circundante.


Nubes sobre la selva. (Foto: © MPI for Chemistry)

Hasta el momento, se había asumido que la mayor parte de las partículas de aerosoles que flotan sobre la selva amazónica consistían sólo en material orgánico, y que se formaban a partir de reacciones químicas con las moléculas de gas en la atmósfera. Los hidrocarburos volátiles como el isopreno son emitidos por las plantas y posteriormente transformados mediante oxidantes fotoquímicos en moléculas orgánicas no volátiles que se adsorben entre sí, formando de este modo las partículas de los aerosoles.
El equipo de Meinrat O. Andreae, Ulrich Pöschl y Christopher Pöhlker, del Instituto Max Planck de Química en Alemania, en cooperación con colegas del Brasil, la India y Estados Unidos, ha descubierto que en el proceso de formación de aerosoles no sólo participan moléculas orgánicas, sino también partículas muy finas de sal de potasio. Su fuente principal son los hongos, aunque también provienen de otras plantas selváticas, y sirven como núcleos de condensación, siendo también adsorbibles por las moléculas orgánicas.
De este modo, hongos, y en menor medida plantas, pueden ejercer una influencia directa en la cantidad de partículas de aerosol atmosférico y en sus propiedades, y por ende también en la formación y composición de la neblina, las nubes y las precipitaciones en la selva.
Para este estudio, se han empleado microscopios de rayos X en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley de California y en el Centro Helmholtz de Berlín, en Alemania.
Los resultados de la investigación son de gran utilidad para identificar y contabilizar las fuentes de las partículas de aerosoles orgánicos. Esto, a su vez, resulta vital para conocer sus interacciones con las nubes y las precipitaciones en el sistema climático natural. Los investigadores albergan la esperanza de poder estimar mejor en el futuro la influencia de las actividades humanas en el cambio climático global.

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