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Un grupo multidisciplinar de investigadores, liderado por Guillermo
Rodríguez-Gómez, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana
(CENIEH), ha publicado en la revista Plos ONE un estudio sobre la ausencia de
grupos humanos en la Sierra de Atapuerca hace 600.000 años, que coincide con un
momento de mayor competencia por los recursos cárnicos entre depredadores y
carroñeros de esa paleocomunidad.
Cráneos de hiena rayada y jaguar europeo. (Foto: Jesús Rodríguez / CENIEH)
Como se plantea en este trabajo, los humanos podrían haberse visto excluidos
de esta comunidad a inicios del Pleistoceno Medio principalmente por la
presencia del jaguar europeo (Panthera gombaszoegensis) y la hiena rayada
(Hyaena hyaena).
Para llegar a la conclusión de que la escasez de evidencias humanas en
Atapuerca pudo deberse a la intensa competencia por el alimento, se ha utilizado
un modelo matemático, desarrollado por el equipo del CENIEH, que estima los
recursos cárnicos que podían obtenerse de las poblaciones de herbívoros de forma
sostenible. También permite simular la distribución de esos recursos entre los
depredadores y carroñeros presentes en el ecosistema.
Los resultados ponen también en evidencia la relevancia de analizar niveles
con ausencia de presencia humana, como el nivel TD8 de Gran Dolina, para
entender mejor los comportamientos y la socioeconomía de los homínidos durante
el Pleistoceno en Europa.
Como explica Rodríguez-Gómez, el modelo que se ha aplicado a la comunidad
representada en el nivel TD8 del yacimiento de Gran Dolina, permite estimar los
individuos de cada población que podrían servir de alimento a los carnívoros sin
que el ecosistema colapsase.
“Se espera además que la excavación en extensión de este nivel aporte
información para confirmar la hipótesis planteada en nuestro trabajo” agrega el
biólogo.
La continuidad de las poblaciones humanas en Europa durante el Pleistoceno
Inferior y Medio ha sido objeto de un intenso debate científico en los últimos
años. Como ha ocurrido anteriormente, la Sierra de Atapuerca resulta clave para
estudiar y aportar información a esta discusión, debido a su extenso y continuo
registro, desde hace 1,2 millones de años hasta nuestros días, en el que se
observan periodos de discontinuidad de presencia humana. (Fuente: CENIEH)
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