martes, 6 de marzo de 2012

UN NUEVO PRIMATE DEL EOCENO EN SORIA

agenciasinc.es

Una nueva especie de primate ha sido encontrada en Soria y bautizada como Pseudoloris cuestai. Sus restos fósiles dentales, hasta 22 piezas en general muy completas, pertenecen a la colección del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP), a la que pertenecen los descubridores.

Dibujo de dos de los dientes de Pseudoloris cuestai encontrados en Mazaterón. Marta Palmero. ICP

Pseudoloris cuestai habría sido un primate medio dentro de su género y se diferencia claramente de los restos encontrados en las cuencas pirenaicas como P. isabenae de Capella (La Ribagorza aragonesa), P. parvulus de Sossís (el Pallars Jussà catalán) o P. pyrenaicus de Sant Jaume de Frontanyà (el Berguedà catalán).
Estas diferencias dan más fuerza a la teoría de que las faunas de mamíferos de las cuencas occidentales de la Península Ibérica eran muy endémicas, tal y como ya lo mostraba el hallazgo de otras especies de perisodáctilos, artiodáctilos, roedores o primates adapiformes como el género Mazateronodon, descrito por estos mismos investigadores en el año 2010. 
Las diferentes especies extintas de Pseudoloris eran primates pequeños, de unos 40 gramos, y que por lo que sabemos tendrían un modo de vida similar a los actuales gálagos: de vida nocturna y con una dieta que incluiría insectos y otros pequeños animales. La proporción de insectos en su dieta, sin embargo, sería más importante que en otros pequeños primates, como los adapiformes. A nivel morfológico Pseudoloris tendría algunos rasgos muy parecidos a los actuales tarsios.
Esta nueva especie del género Pseudoloris ha sido bautizada en honor del paleontólogo Miquel Ángel Cuesta Ruiz-Colmenares de la Universidad de Salamanca, en reconocimiento a sus trabajos en vertebrados del Eoceno en España. Los primeros restos de Pseudoloris documentadas en la Península Ibérica se deben a Miquel Crusafont, en 1967, cuando identificó restos de Pseudoloris parvulus a Sossís, y describió dos nuevas especies P. reguanti a partir de restos fósiles de Sant Cugat de Gavadons y P. isabenae de Capella.

La investigación sobre el origen de los primates en el ICP

Los tres investigadores que firman este artículo, Raef Minwer-Barakat, Judit Marigó y Salvador Moyà, han publicado en los últimos meses otros trabajos sobre primates adapiformes y omomiformes, que representan las formas más antiguas del orden de los primates y que fueron abundantes y variadas en el hemisferio norte durante todo el Eoceno.
En junio de 2010, estos investigadores publicaron en la revista 'Journal of Human Evolution’ la descripción de Mazateronodon endemicus, un nuevo género de primate adapiforme, descrito a partir de restos recuperados en el yacimiento de Mazaterón en Soria. En octubre del mismo año se publicaba en la revista 'American Journal of Physical Anthropology' una nueva especie primate omòmid Pseudoloris pyrenaicus, esta vez a partir de los restos fósiles recuperados en Sant Jaume de Frontanyà (Berguedà).
Pocos meses más tarde, en abril de 2011 y otra vez en el 'Journal of Human Evolution', se publicaba la descripción del primate adapiforme Anchomomys frontanyensis, a partir de la dentición más completa de este género en el mundo recuperada también en St. Jaume de Frontanyà.

El Yacimiento de Mazaterón

El yacimiento de Mazaterón se encuentra situado a unos 40 kilómetros al sudeste de Soria (Castilla y León), en la Cuenca de Almazán. Su secuencia fosilífera es la más antigua de esta cuenca, de hace unos 40,5 millones de años. En este yacimiento se han recuperado los restos de fauna más ricos de todo el Eoceno continental de la Cuenca del Duero: se han identificado hasta 27 vertebrados, que incluyen peces, tortugas, cocodrilos, perisodáctilos, artiodáctilos, primates y roedores.
Destacan las tres formas de primates encontradas hasta ahora: Mazateronodon endemicus, restos de un adapiforme mayor asignado de manera tentativa a Adapis, y las 22 restos que se presentan en este estudio y que han permitido describir la nueva especie Pseudoloris cuestai.

Referencia bibliográfica

Minwer-Barakat, R., Marigó, J. & Moyà-Solà, S. (2012). "Pseudoloris cuestai, a new microchoerine (Primates, Omomyidae) from the Middle Eocene of the Iberian" Peninsula. Journal of Vertebrate Paleontology 32(2): 407–418.

lunes, 5 de marzo de 2012

LOS OCÉANOS SE ESTÁN ACIDIFICANDO A VELOCIDADES SIN PRECEDENTES

publico.es

Las emisiones antropogénicas de CO2, además de provocar el calentamiento global, están alterando la química de las aguas de los mares y océanos, conduciéndolas hacia una progresiva acidificación. Este cambio conlleva importantes repercusiones para los organismos y ecosistemas marinos.


Corales como el 'Astroides Calycularis' se verán perjudicados por la acidificación marina.Ángel López Sans

Esas son las conclusiones de un estudio internacional publicado en el último número de la revista Science. El trabajo, en el que han participado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA) y de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), pone de manifiesto la magnitud y gravedad del cambio antropogénico en la química marina. 
Según los autores, aunque a lo largo de los últimos 300 millones de la historia de la Tierra la química oceánica ha sufrido profundos cambios, ninguno de ellos parece haber sido a la vez tan rápido, de tanta magnitud y tan global como el que está ocurriendo en la actualidad.
La acidificación marina ocurre a medida que el CO2 emitido por las actividades humanas, derivado fundamentalmente de la quema de combustibles fósiles, se disuelve en los océanos. Más del 30% de las emisiones antropogénicas de CO2 pasa directamente a los océanos, que se vuelven progresivamente más ácidos.
Este proceso de acidificación perjudica a muchas formas de vida marina e interfiere, por ejemplo, en el desarrollo de especies que construyen caparazones o esqueletos de carbonato cálcico, como los corales o los moluscos. Puede afectar también a especies del fitoplancton, que constituye un eslabón esencial de las redes tróficas marinas, de las que dependen los peces, crustáceos y otras especies. 
Gran parte de la investigación sobre esta problemática se basa en experimentación en acuarios que simulan escenarios futuros de acidificación y evalúan la respuesta de los organismos. Para este estudio, por el contrario, se ha analizado el registro geológico mediante análisis paleontológicos y geoquímicos y se ha buscado eventos pasados de acidificación marina para detectar posibles efectos en la biota marina. 
El estudio ha detectado momentos concretos de la historia de la Tierra asociados con una profunda acidificación, como el máximo térmico del Paleoceno-Eoceno, hace 56 millones de años.
"Debido a emisiones volcánicas y a la desestabilización de hidratos de metano congelado en los fondos marinos, se liberaron a la atmósfera grandes cantidades de carbono, de una magnitud parecida a la que los seres humanos podrían llegar a emitir en el futuro. Durante este evento tuvieron lugar grandes extinciones, sobretodo de faunas bentónicas. No obstante, la inyección de CO2 fue, como mínimo, 10 veces más lenta que la actual, lo que augura consecuencias más catastróficas al cambio antropogénico actual", detalla Carles Pelejero, investigador del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC y de ICREA. 
Otras extinciones, como la del final del Triásico, hace 200 millones de años, y la del final del Pérmico, hace 252 millones de años, también pudieron implicar un importante proceso de acidificación. No obstante, todas estas extinciones también fueron asociadas a disminuciones en el contenido de oxígeno de los océanos y a grandes calentamientos.
De hecho, estas tres presiones medioambientales son las que están afectando de manera más global a los océanos actuales: el calentamiento, la acidificación y la desoxigenación. 
"A la vista de los impactos que detectamos a través del registro fósil, no queda ninguna duda de que deberíamos atacar cuanto antes el problema desde su raíz, adoptando medidas para reducir inmediatamente nuestras emisiones de CO2 en la atmósfera", concluye la investigadora Patrizia Ziveri, de la Universidad Autónoma de Barcelona. 

ERAS GLACIALES PROVOCADAS POR LOS VEGETALES

noticiasdelaciencia.com

Durante el Período Ordovícico, que terminó hace 444 millones de años, el clima se enfrió gradualmente, llevando a una serie de eras glaciales atípicas. Este enfriamiento global fue causado por una reducción espectacular en el dióxido de carbono (CO2) presente en la atmósfera.


Los vegetales ejercen y han ejercido una notable influencia sobre el clima. (Foto: NCYT/JMC)

Los resultados de una nueva investigación sugieren ahora que esa serie de eras glaciales atípicas fue provocada por la llegada a tierra firme de los primeros vegetales que se aposentaron en este nuevo medio, hace 470 millones de años.
Entre las primeras plantas capaces de crecer fuera del agua, estaban los antepasados de los musgos que conocemos hoy. El nuevo estudio muestra que estos organismos vegetales extraían minerales como el calcio, el magnesio, el fósforo y el hierro, de la materia pétrea, y los empleaban como nutrientes para crecer. Al hacerlo, causaron una serie de transformaciones químicas en la superficie de la Tierra, lo cual tuvo un impacto tremendo en el ciclo global del carbono y por consiguiente en el clima. Además, esta "erosión química" pudo provocar una cadena de fenómenos que acabó desencadenando una extinción masiva de formas de vida marina.
Los resultados de la investigación, iniciada en la Universidad de East Anglia y el Centro John Innes en Norwich, y completada en las Universidades de Exeter y Oxford, en el Reino Unido todas estas instituciones, sugieren que los primeros vegetales causaron ciertas alteraciones químicas en rocas como el granito, en un proceso que retiraba el dióxido de carbono de la atmósfera, formando nuevas rocas carbonatadas en el océano. En consecuencia, las temperaturas globales del planeta descendieron unos cinco grados centígrados.
Por otra parte, al provocar, mediante procesos de erosión química, el desprendimiento del fósforo y del hierro de las rocas, las primeras plantas aumentaron las cantidades de ambos nutrientes que terminaban en los océanos, potenciando así la productividad de los ecosistemas marinos y causando que el carbono orgánico terminara sepultado en el fondo. Ese proceso eliminó aún más carbono de la atmósfera, haciendo bajar las temperaturas en otros dos o tres grados centígrados. Eso también pudo tener un impacto devastador en la vida marina, causando una extinción masiva que la comunidad científica todavía no ha logrado aclarar del todo.
El equipo de Tim Lenton, de la Universidad de Exeter, y Liam Dolan, de la Universidad de Oxford, usó una especie moderna de musgo, la Physcomitrella patens, para su estudio.
Los investigadores crearon "microhábitats" provistos de rocas, dentro de pequeñas incubadoras. En algunos de esos microhábitats agregaron musgo, y en otros no. Pudieron entonces observar durante tres meses los efectos que causaba el musgo en la erosión química de las rocas. Luego usaron un modelo integrado del sistema Tierra, desarrollado en la Universidad de East Anglia, para deducir qué efectos pudo tener en el clima la presencia de vegetales durante el Período Ordovícico. Los resultados corroboran que la llegada a tierra firme de los primeros vegetales y su implantación aquí, acarreó esa serie de eras glaciales atípicas.

EL CÓNDOR PLANEA Y AHORRA ENERGÍA CON LAS MASAS DE AIRE CALIENTE

ecoticias.com

De acuerdo a una investigación realizada por científicos argentinos y británicos, los cóndores utilizan las corrientes de aire ascendentes como una fuente de energía tan importante como la que les brinda el alimento. Con instrumental de última generación, el equipo encabezado por investigadores del Conicet y de la Universidad de Swansea (Gales) pudo seguir el camino de estas enormes aves por los cielos patagónicos.



El cóndor es una de las aves voladoras más grande del mundo. Por su peso, depende de las corrientes ascendentes para volar, ya que aleteando no puede mantenerse en el aire como la mayoría de los pájaros. Esto hace que el cóndor tome altura planeando y alcance grandes altitudes.
Este estudio, publicado en la revista internacional PLoS One, analizó en particular la forma en la que los cóndores utilizan las térmicas, es decir, las masas de aire caliente que, por ser más livianas que las frías, se desprenden del suelo y comienzan a subir. “Seguimos el vuelo en cóndores hembras mediante el uso de acelerómetros, aparatos que se colocan en los animales y permiten detectar con gran detalle los movimientos que realizan”, explica Sergio Lambertucci, investigador del Conicet en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA-Conicet) y la Universidad Nacional del Comahue. Además de los acelerómetros, los investigadores usaron otros instrumentos (barómetros, brújula, GPS) que permitieron medir la presión barométrica (de allí se calcula altitud), la dirección del vuelo y cantidad de aleteos.
Con esta información, los científicos pudieron observar que los cóndores “saltan” de una térmica a otra, priorizando velocidad o altura (lo que les permite recorrer mayores distancias) de acuerdo a sus necesidades. “El cóndor podría tomar una térmica y ascender muy alto. Sin embargo, estar demasiado lejos del suelo lo aleja del alimento, por eso tiene que decidir en qué momento salir de la térmica. Eso lo hace cuando baja la velocidad a la que está subiendo. Desde que sale de la térmica planea, disminuyendo la altura de vuelo por ciertas distancias hasta ingresar en otra corriente ascendente”, comenta Emily Shepard, la investigadora británica que trabaja con Lambertucci.

Uso racional de la energía

Los biólogos entienden que habitualmente los animales deciden ir a un sitio a alimentarse o adquirir alguna otra fuente de energía en función del esfuerzo o los riesgos que conlleva adquirirla. Es decir que eligen moverse y hacia dónde, por ejemplo para comer, según la cantidad de energía que obtendrán y los peligros que afrontan al buscarla.
“En el caso del cóndor, se encontró que la energía adquirida al planear en las corrientes de aire es utilizada de manera similar al alimento. De este modo, evita gastar la energía que necesitaría para aletear”, comentan los investigadores.
Entender cómo los animales aprovechan ciertas condiciones del ambiente en el que viven como fuente de energía ayudará a explicar y conocer mejor sus patrones de movimiento, comportamiento y hábitat.

Buitres del Nuevo Mundo

El cóndor andino pertenece a la familia Cathartidae ("buitres del Nuevo Mundo"). Su nombre científico es Vultur gryphus. Es un ave carroñera -es decir, come restos de animales muertos en lugar de cazar- que vive a lo largo de toda la Cordillera de los Andes y en las sierras centrales de Argentina (Córdoba y San Luis). Pone un solo huevo cada dos años.
El cóndor está globalmente categorizado como “especie casi amenazada” según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y enfrenta diversas amenazas a lo largo de su distribución, algunas de las cuales han diezmado poblaciones enteras. La caza furtiva es una de las principales. El estudio de sus características y hábitos permite conocer mejor a este maravilloso animal para poder así cuidar su hábitat y su supervivencia.

domingo, 4 de marzo de 2012

¿CÓMO MEDIR EL CARBONO EN LA BIOMASA FORESTAL?

ecoticias.com

Además de conseguir medir la concentración de carbono en varias especies arbóreas, como tres de pino y dos de roble de Castilla y León, la investigación también obtiene un método que puede ser utilizado por cada país para medir a escala global la fijación del carbono en su masa forestal.



Las investigaciones concluyen que la concentración de carbono es distinta en cada especie y también en cada uno de los tejidos analizados como son la corteza y la propia madera, y en ésta se ha estudiado a su vez la albura y el duramen. Según ha detallado a DiCYT el responsable del trabajo, Felipe Bravo, “cuando se estima habitualmente el carbono hay una aproximación que se da por válida, ante la falta de datos mejores, y es que el 50 por ciento de la materia seca de la madera es carbono”.
El equipo de investigadores ha realizado una importante mejora “diferenciado entre la corteza, la albura y el duramen”, y además recogiendo muestras “a diferentes alturas”. Con todo ello, han concluido que “la altura influye en la concentración de carbono y también la especie, no todas son iguales, al igual que si se trata de corteza, albura o duramen”.
En concreto, las investigaciones concluyen que la concentración de carbono presenta una reducción respecto a las estimaciones habituales de que el 50 por ciento del peso de la madera es carbono. En el caso de las especies estudiadas, se ha observado una reducción del 3’2 por ciento en el pino negral; del 4’1 por ciento en pino silvestre, y del 3’6 por ciento en el pino laricio. Por otro lado, respecto a los otros árboles analizados, esta reducción es de un 4’3 por ciento en el rebollo, de un 4’1 por ciento en el roble.

Implicaciones

La importancia de este trabajo radica en su utilización para las estimaciones del comercio de créditos entre países, con objeto de cumplir los límites de contaminación fijados en el Protocolo de Kioto. Este trabajo permite extrapolar la medición a las especies y obtener una medición válida para que un país conozca la cantidad de carbono fijada en sus árboles y pueda aplicarla tanto en su contabilidad nacional como en el mercado de emisiones de CO2.
Tal y como señala el profesor Felipe Bravo, las implicaciones del trabajo desarrollado tienen dos vertientes. Por un lado, “al mejorar la estimación con el protocolo de Kioto y sus extensiones se garantiza que los países de la OCDE, los que están en el anejo 1 del protocolo, pueden compensar hasta un dos por ciento de sus emisiones con el denominado cambio en el uso de la tierra, que en España la mitad corresponde a los bosques. Así, se puede contabilizar lo que crecen los bosques y calcular cuánto carbono se puede compensar. En casos como el de España, que tiene que acudir a la compra de derechos de emisión para compensar lo que se ha contaminado de más, permite hacer una estimación más precisa de lo que se está comprando”, subraya.
Los investigadores llevan varios años trabajando en la cuantificación de CO2 en los bosques y en cómo realizar esta estimación a nivel nacional, para lo que han empelado datos como los recogidos en el Inventario Forestal Nacional.

sábado, 3 de marzo de 2012

LA CAPACIDAD DE LOS PERROS PARA PERCATARSE DE LOS INTENTOS HUMANOS DE COMUNICACIÓN ES SIMILAR A LA DE LOS NIÑOS PEQUEÑOS

noticiasdelaciencia.com

Los perros no sólo entienden bastantes de las palabras que les decimos, sino que también se dan cuenta de cuándo intentamos comunicarnos con ellos, y su nivel de captación es comparable al de un niño humano de corta edad. Los propietarios de perros ya lo intuían, y ahora una nueva investigación realizada en Hungría lo confirma científicamente.


La capacidad de los perros para percatarse de los intentos humanos de comunicación es similar a la de los niños pequeños. (Foto: NCYT/MMA)

Los resultados de este estudio también indican que es acertado tratar a los perros como si fuesen niños pequeños, teniendo en cuenta que la receptividad de los perros a la comunicación humana es sorprendentemente similar a la receptividad de los niños muy pequeños, como han constatado los investigadores.
Hay crecientes evidencias que respaldan la idea de que perros y humanos compartimos algunas habilidades sociales. En muchos aspectos, algunas de las habilidades sociocognitivas de los perros se asemejan a las de los niños humanos de entre 6 meses y 2 años de edad.
Uno de estos rasgos comunes a perros y humanos es el de la comprensión de señales que indican que el otro individuo quiere comunicarse. Entre estas señales, figura no sólo la de comenzar a hablar, sino también la de mirar a los ojos.
El equipo de József Topál, de la Academia de Ciencias de Hungría, mostró a los perros del estudio filmaciones de una persona que se volvía hacia uno de dos recipientes de plástico idénticos, mientras un sistema de seguimiento de los ojos capturaba información sobre las reacciones de los perros. En una situación, la persona primero miraba directamente al perro y decía con tono agudo "¡Hola perro!". En la segunda situación, la persona sólo decía "Hola perro" con tono grave y evitaba el contacto visual.
Los datos muestran que los perros fueron más propensos a mirar el recipiente cuando la persona expresaba primero la intención de comunicarse.
En definitiva, los resultados de esta investigación indican que la receptividad de los perros a los intentos humanos de comunicarse con ellos alcanza un grado comparable a la receptividad típica de los niños pequeños.

jueves, 1 de marzo de 2012

EL ESLABÓN ENTRE AVES Y DINOSAURIOS

noticiasdelaciencia.com

Desde el descubrimiento del dinosaurio alado Archaeopteryx hace 150 años, los científicos se han preguntado si este animal representa el eslabón perdido en la evolución del vuelo propulsado en las aves. Gran parte del debate se ha centrado en las alas de la criatura y en el misterio de si podía volar y, en caso de que sí, con qué eficiencia lo hacía.


El Archaeopteryx. (Foto: Museum für Naturkunde Berlin)

La falta de datos sobre la estructura y color de las plumas del Archaeopteryx ha sido durante mucho tiempo un serio obstáculo para los científicos. La situación ha cambiado recientemente, gracias a los resultados de un análisis.
Un equipo internacional de investigadores ha conseguido desentrañar algunos de los secretos del Archaeopteryx. Mediante un novedoso enfoque analítico, los investigadores han determinado que una pluma bien conservada del ala de este dinosaurio, un animal cuyo tamaño era similar al de un cuervo, era de color negro. El color y partes de las células que habrían producido el pigmento son las pruebas de que las plumas de las alas eran rígidas y duraderas, rasgos que habrían ayudado al Archaeopteryx a volar.
El equipo de Ryan Carney, biólogo evolutivo de la Universidad Brown, en Estados Unidos, y sus colaboradores de esa universidad, las de Yale y Akron en Estados Unidos, y un laboratorio de Carl Zeiss en Alemania, también detectó, a partir de sus análisis, que la estructura de la pluma del Archaeopteryx es idéntica a la de las plumas de las aves de hoy en día, un descubrimiento que demuestra que las actuales plumas de las alas en los pájaros son una innovación evolutiva que ya existía hace 150 millones de años, en el período Jurásico.
La pluma de Archaeopteryx fue descubierta en un yacimiento de piedra caliza en Alemania en 1861, pocos años después de la publicación de "El origen de las especies", de Charles Darwin. Ha sido mucha la expectación entre los expertos suscitada por éste y otros fósiles de Archaeopteryx, ya que el animal parece ser una prueba de que los dinosaurios estuvieron en la base del árbol evolutivo de las aves. Lo que hace que el Archaeopteryx esté evolutivamente entre los dinosaurios y las aves es la combinación de rasgos propios de los reptiles (dientes, dedos con garras y una cola ósea) y rasgos típicos de las aves (alas con plumas y una fúrcula, que es un hueso resultante de la unión entre las dos clavículas).