miércoles, 21 de octubre de 2015

VEGETALES CONVERTIDOS EN ZOMBIS

agenciasinc.es

Se inicia como un cuento de hadas que más tarde se convierte en una historia de terror: plantas con deliciosas flores, rodeadas por un gran número de insectos. Normalmente, unos y otras se benefician del encuentro: los insectos se alimentan del polen y néctar vegetales, y al hacerlo polinizan las flores y así aseguran la supervivencia de las plantas. Sin embargo, en ocasiones algunos insectos, en este caso cicadélidos (chicharritas), parecidos ligeramente a saltamontes, pueden provocar en las plantas un desastre que estas no son capaces de superar.

El estudiante de posgrado Florian Rümpler, de la Universidad de Jena, es el autor principal del estudio, el cual explica cómo los fitoplasmas destruyen el ciclo vital de las plantas infectadas. (Foto: Jürgen Scheere/FSU)

Los insectos culpables del desastre transmiten bacterias, llamadas fitoplasmas, que destruyen el ciclo de vida de las plantas. En vez de florecer, los especímenes afectados forman solo estructuras de hojas vestigiales, lo que sabotea su reproducción sexual. Estas plantas se convierten en muertas vivientes. Al final, solo sirven para propagar las bacterias. Por tanto, muchos especialistas llaman también a estas plantas “zombis'”.
El equipo de Günter Theißen y Florian Rümpler, de la Universidad Friedrich Schiller, en Jena, Alemania, acaba de conseguir realizar una contribución notable al conocimiento de las razones biomoleculares de este fenómeno. Estos científicos han logrado explicar cómo interfieren los parásitos en el desarrollo de las plantas de una forma tan desastrosa, causándoles la existencia “zombi”.
Uno de los principales culpables es una proteína llamada SAP54. Esta proteína procede de las bacterias y posee un fuerte parecido estructural con las proteínas que forman un complejo regulador dentro de la planta, el cual permite el desarrollo normal de la floración. Basándose en estudios de modelado, el equipo de Theißen y Rümpler ha podido mostrar que la SAP54 imita muy bien la estructura de ciertas proteínas en las plantas infectadas. Su parecido es tan perfecto que estas se conectan con la SAP54 en vez de con sus propias proteínas. Esto acaba llevando a la degradación de las proteínas, de forma que ya no pueden cumplir su función normal dentro de los complejos reguladores del desarrollo de la floración. Esto impide la formación de pétalos y órganos florales.

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