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Una nueva investigación apunta a un proceso de apilamiento de la corteza, en vez de a un ascenso de material caliente desde las profundidades, para explicar la formación de los continentes de la Tierra.
David Eaton. (Foto: Riley Brandt)
Los resultados de la investigación llevada a cabo por el equipo de David Eaton, de la Universidad de Calgary, y Claire Perry, de la Universidad de Quebec en Montreal, ambas instituciones en Canadá, aportan indicios aparentemente firmes en contra del modelo según el cual los continentes se formaron predominantemente por la acción directa del ascenso de plumas mantélicas o columnas de magma provenientes del manto terrestre. Este proceso sí parece ser el responsable de la formación de islas volcánicas como por ejemplo el archipiélago hawaiano.
El análisis indica que los núcleos de los continentes se formaron como un subproducto del proceso de formación de las montañas, mediante el apilado de placas de corteza oceánica relativamente frías. Este proceso creó "quillas" gruesas y robustas en el manto de la Tierra, que sustentaron las sucesivas capas de corteza y así posibilitaron la formación de los continentes.
El análisis indica que los núcleos de los continentes se formaron como un subproducto del proceso de formación de las montañas, mediante el apilado de placas de corteza oceánica relativamente frías. Este proceso creó "quillas" gruesas y robustas en el manto de la Tierra, que sustentaron las sucesivas capas de corteza y así posibilitaron la formación de los continentes.
Los indicios científicos que han llevado a esta conclusión derivan de simulaciones por ordenador del proceso de enfriamiento lento de los continentes, así como del análisis de la distribución de diamantes en el interior terrestre.
Para validar las simulaciones, el equipo de investigación se basó en el registro geológico de los diamantes de África. Los diamantes se forman de modo natural a grandes profundidades y presiones, así que pueden aportar pistas de lo que pasa o pasó en el interior de la Tierra, hasta varios cientos de kilómetros de profundidad, mucho más de lo físicamente posible por perforaciones hechas desde la superficie. El paso del tiempo y la acción de ciertos procesos geológicos pueden acabar trasladando esos diamantes mucho más arriba, donde pueden ser recogidos por el Ser Humano.
Para validar las simulaciones, el equipo de investigación se basó en el registro geológico de los diamantes de África. Los diamantes se forman de modo natural a grandes profundidades y presiones, así que pueden aportar pistas de lo que pasa o pasó en el interior de la Tierra, hasta varios cientos de kilómetros de profundidad, mucho más de lo físicamente posible por perforaciones hechas desde la superficie. El paso del tiempo y la acción de ciertos procesos geológicos pueden acabar trasladando esos diamantes mucho más arriba, donde pueden ser recogidos por el Ser Humano.
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