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En 2012, a pesar de los recortes a la investigación, el trabajo de los científicos españoles ha dado titulares, ha abierto informativos y ha ocupado portadas de las mejores revistas científicas.
El 6 de agosto culminó el aterrizaje en Marte del rover Curiosity, que incluía una estación ambiental (en la foto) y una antena españolas.Imagen: NASA.
Los avances contra el envejecimiento dieron un paso más en el mes de mayo, cuando un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) liderado por María Blasco logró prolongar un 24% la vida de ratones con un tratamiento que actúa introduciendo el gen de la telomerasa en las células.
Dos semanas después, Manel Esteller, del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge, presentó el primer epigenoma de Europa. Su estudio describía los perfiles epigenéticos –modificaciones químicas en el ADN– de los glóbulos blancos de dos mujeres, una sana y otra con una enfermedad genética. En octubre, el equipo de Esteller, especializado en la investigación con gemelos, anunciaba el hallazgo de un cambio químico en el ADN que hace que una mujer desarrolle cáncer de mama y, por el contrario, su hermana gemela no lo padezca.
La secuenciación del epigenoma de 139 pacientes de leucemia linfática crónica, en la que participaron nueve centros nacionales dentro del Consorcio Internacional del Genoma del Cáncer, continuó con el trabajo del mismo equipo, que en 2011 había descifrado el genoma de esta enfermedad, el tipo de leucemia más común en Europa.
La ciencia española, en portada
Dos investigaciones españolas han sido este año portada de las revistas científicas más prestigiosas: primero en Science cuando, a mediados de junio, la datación de las pinturas rupestres de algunas cuevas españolas planteó la posibilidad de que hubieran sido realizadas por neandertales, y no por Homo sapiens; y a finales de septiembre, en Nature, que llevó a su portada un trabajo que dilucidaba el origen de una gran explosión estelar que se observó en el año 1006, y cuyos restos fueron visibles durante tres años.
En mayo también fue portada de Nature la secuenciación del genoma del tomate por un consorcio internacional, en el que varios centros españoles se ocuparon del cromosoma 9. Un mes después, otro grupo científico con españoles en sus filas describió en Science la mutación responsable de que los tomates sean más bonitos pero menos sabrosos.
Aún tuvimos más noticias de secuenciaciones. En el mes de junio, un equipo internacional con participación española secuenciaba el esperado genoma del bonobo, el más hippie de los grandes primates y la única especie de homínido de la que todavía no se conocía la información genética completa.
Poco después, los científicos del proyecto Melonomics descifraron otro genoma de un vegetal con gran importancia económica, el del melón. Fue la primera vez que una iniciativa pública-privada española conseguía el genoma completo de una especie de planta superior, con flor y productora de semillas.
El megaproyecto internacional ENCODE, la Enciclopedia de los Elementos del ADN, contó con la colaboración de veinte investigadores del Centro de Regulación Genómica (CRG), dos del CNIO, y con la ayuda del Instituto Nacional de Bioinformática. En septiembre, 30 artículos de acceso abierto en cuatro revistas científicas de prestigio desvelaron los resultados de ENCODE sobre la función del llamado ‘ADN basura’, con millones de 'interruptores' que encienden y apagan la actividad de nuestros genes.
Pegados a la pantalla por la ciencia
Dos noticias científicas han abierto este verano los telediarios: el 4 de julio, el hallazgo del bosón de Higgs, que ha sido escogido por las revistas Science y Nature como el mayor hito de la ciencia mundial en 2012; y el 6 de agosto, el aterrizaje en Marte del Curiosity, la maniobra más compleja de los robots de exploración planetaria de la NASA. En una y en otra hazaña los científicos españoles han estado presentes.
En el Gran Acelerador de Hadrones (LHC), el laboratorio donde los físicos dieron caza a la evasiva partícula elemental, trabajan, entre otros españoles, Carmen García, del Instituto de Física Corpuscular, en el experimento ATLAS; y Teresa Rodrigo, del Instituto de Física de Cantabria y presidenta del Consejo de la Colaboración CMS. Las dos científicas se atrevieron a comentar para SINC el hallazgo del bosón antes de que se anunciara oficialmente.
El robot Curiosity de la NASA tuvo a millones de personas pegadas a las pantallas de sus ordenadores durante siete minutos de ‘terror’. En España hubo que madrugar para vivir uno de los momentos más emocionantes que nos ha dejado la ciencia de 2012. Eran las 07:32, hora peninsular cuando culminaba el aterrizaje en Marte del rover Curiosity, que incluía una estación ambiental (REMS) y una antena españolas.
Desde la madrugada, en la sede del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) en Torrejón de Ardoz (Madrid), el equipo de SINC compartió con científicos y periodistas las horas previas, y fue testigo de la emoción –y las lágrimas– de los miembros de REMS en el momento en que el Jet Propulsion Laboratory en Pasadena (EE UU) anunció el éxito del aterrizaje. “¡Qué subidón! –exclamaba una científica de REMS después de los aplausos–, aunque el entusiasmo de hoy lo vamos a necesitar otros dos años”. Y que dure.
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