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La masiva extinción que asoló la Tierra a finales del Periodo Pérmico, hace 250 millones de años, antes del reinado de los dinosaurios, aniquiló a la mayor parte de las formas de vida del mundo. Según algunas estimaciones, cerca del 96 por ciento de todas las especies marinas y el 70 por ciento de las especies terrestres sucumbieron.
Durante millones de años existió una Zona Muerta en los trópicos. (Foto: U. Leeds)
Típicamente, una extinción de tal magnitud es seguida por un periodo de escasez de biodiversidad durante el cual no aparecen nuevas especies, y que suele durar decenas de miles de años. En este caso, la fase de escasez de biodiversidad, durante la primera etapa del Periodo Triásico, que comenzó tras la extinción, duró nada menos que cinco millones de años, o incluso diez millones según algunas estimaciones.
Un estudio conjunto dirigido por especialistas de la Universidad de Leeds en el Reino Unido y la Universidad de Geociencias de Wuhan en China, en colaboración con la Universidad Friedrich-Alexander de Erlangen-Nuremberg en Alemania, muestra que la causa de esta prolongada ausencia de riqueza biológica fue el incremento de las temperaturas en los trópicos hasta niveles letales: alrededor de 50-60°C en tierra, y 40°C en la superficie del mar.
El calentamiento global ya había sido señalado como una causa decisiva de esta extinción en masa a finales del Pérmico, pero el nuevo estudio realizado por el equipo de Yadong Sun es el primero en mostrar que las temperaturas extremas impidieron, durante millones de años, que la vida en las latitudes ecuatoriales tal como la entendemos hoy allí, recomenzara.
La existencia de una Zona Muerta durante millones de años, en la época en que la Tierra tenía un continente gigante llamado Pangea, acarreó numerosas situaciones anómalas. Había mucha humedad en los trópicos pero casi nada crecía allí. Ningún bosque se desarrolló, esencialmente sólo arbustos y helechos. No se podía encontrar ningún pez o reptil marino en los trópicos, sólo ciertos crustáceos y moluscos, y no existía virtualmente ningún animal terrestre porque su alta tasa metabólica le imposibilitaba lidiar con las temperaturas extremas. Simplemente el calor de la Zona Muerta era demasiado alto como para que muchas de las formas de vida pudieran sobrevivir allí.
Sólo las regiones polares proporcionaban un refugio aceptable para el calor achicharrante que cubría buena parte del planeta.
Sobre el detonante de la catástrofe que condujo a la extinción, se han propuesto diversas teorías, bastantes de las cuales incluyen como mecanismo principal erupciones volcánicas descomunales, las cuales, entre otros efectos, provocaron un cambio climático global.
Un estudio conjunto dirigido por especialistas de la Universidad de Leeds en el Reino Unido y la Universidad de Geociencias de Wuhan en China, en colaboración con la Universidad Friedrich-Alexander de Erlangen-Nuremberg en Alemania, muestra que la causa de esta prolongada ausencia de riqueza biológica fue el incremento de las temperaturas en los trópicos hasta niveles letales: alrededor de 50-60°C en tierra, y 40°C en la superficie del mar.
El calentamiento global ya había sido señalado como una causa decisiva de esta extinción en masa a finales del Pérmico, pero el nuevo estudio realizado por el equipo de Yadong Sun es el primero en mostrar que las temperaturas extremas impidieron, durante millones de años, que la vida en las latitudes ecuatoriales tal como la entendemos hoy allí, recomenzara.
La existencia de una Zona Muerta durante millones de años, en la época en que la Tierra tenía un continente gigante llamado Pangea, acarreó numerosas situaciones anómalas. Había mucha humedad en los trópicos pero casi nada crecía allí. Ningún bosque se desarrolló, esencialmente sólo arbustos y helechos. No se podía encontrar ningún pez o reptil marino en los trópicos, sólo ciertos crustáceos y moluscos, y no existía virtualmente ningún animal terrestre porque su alta tasa metabólica le imposibilitaba lidiar con las temperaturas extremas. Simplemente el calor de la Zona Muerta era demasiado alto como para que muchas de las formas de vida pudieran sobrevivir allí.
Sólo las regiones polares proporcionaban un refugio aceptable para el calor achicharrante que cubría buena parte del planeta.
Sobre el detonante de la catástrofe que condujo a la extinción, se han propuesto diversas teorías, bastantes de las cuales incluyen como mecanismo principal erupciones volcánicas descomunales, las cuales, entre otros efectos, provocaron un cambio climático global.
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