miércoles, 23 de diciembre de 2015

LAS ELEFANTAS REFUERZAN SUS VÍNCULOS FRENTE A LA CAZA FURTIVA

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De 2010 a 2012, unos 100.000 elefantes africanos han muerto a manos de cazadores furtivos. Por el tamaño de sus colmillos son los ejemplares más grandes y viejos los primeros en caer, en la mayoría de los casos, hembras, al tratarse de sociedades matriarcales. Pero a pesar de la pérdida del 70% de individuos en Kenia, un equipo de científicos estadounidenses demuestra, tras 16 años de estudio, que las hijas toman el relevo de sus madres en los grupos de elefantes para reestructurarse y mantener sus lazos sociales.

Dos elefantas jóvenes de diferente familia interactuan bajo la atenta mirada de un pariente mayor. / Shifra Goldenberg

La demanda mundial de marfil amenaza desde hace años a los elefantes africanos. Se estima que la caza furtiva –que persigue a los individuos más grandes y viejos por sus colmillos, en general hembras– ha eliminado a 100.000 ejemplares entre 2010 y 2012. Como consecuencia, la edad media de las elefantas adultas ha disminuido significativamente.
Sin embargo, un nuevo estudio, publicado en la revista Current Biology, revela que la caza furtiva no impide que los grupos de elefantes, muy estructurados en sociedades matriarcales, se reorganicen y se mantengan estables cuando pierden a su familia o compañeros.
Los científicos de la Universidad del Estado de Colorado (EE UU) han analizado durante 16 años los patrones de comportamiento de las elefantas adultas en la Reserva Nacional de Samburu al norte de Kenia. A pesar del descenso del 70% de los individuos, el equipo demuestra cómo las madres elefantas moldean la vida social de sus hijas que toman el relevo de sus progenitoras.
“Lo que más nos sorprendió fue la solidez y resistencia de la estructura social de las elefantas ante la pérdida de muchas de sus viejas matriarcas, que representan el núcleo social”, señala a Sinc Shifra Goldenberg, autora principal del estudio e investigadora en la universidad estadounidense.
En muchas otras sociedades, al eliminar los principales conectores, el sistema colapsa. En otros casos, las jóvenes elefantas se insertan en nuevas familias cuando matan a toda su familia. Sin embargo, en el caso de los elefantes de Samburu, “las hembras jóvenes reconstruyen activamente sus vínculos sociales cuando pierden a un compañero social importante”, destaca Goldenberg.

Siguiendo los pasos de sus madres

Los científicos también observaron que la posición social de las elefantas jóvenes era muy predecible. “Poco después de las matanzas, nos sorprendió ver algunos elefantes asociándose los unos con los otros, pero según nuestros registros a largo plazo, las madres de estas crías ya se conocían entre ellas”, explica la investigadora.
Los nuevos lazos sociales de los jóvenes no fueron por tanto tan sorprendentes para los expertos, entre quienes ha participado Iain Douglas-Hamilton, fundador de la asociación Save the Elephants. “Las crías accedieron a las redes sociales de sus madres para recrear la misma estructura social, esencial para la sociedad de las elefantas”, subraya a Sinc Goldenberg.
Pero aunque sus vínculos sociales parecen ser bastante resistentes a pesar de la caza furtiva, aún está por saber cuáles son los efectos demográficos a largo plazo de la pérdida de la madre o la familia. “Esta cuestión va a ser realmente crítica para cuantificar los efectos indirectos de la caza furtiva en las poblaciones de elefantes”, concluye a Sinc Georges Wittemyer, coautor del estudio e investigador en la universidad estadounidense.

Referencia bibliográfica:

Goldenberg et al. "Vertical Transmission of Social Roles Drives Resilience to Poaching in Elephant Networks" Current Biology 17 de diciembre de 2015

LA EVOLUCIÓN DE LA CARA HUMANA, LIGADA A LA DEL CEREBRO

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La evolución la cara humana está estrechamente vinculada con la evolución del cerebro y esta relación es mucho más compleja de lo que se pensaba hasta ahora. Esta es una de las principales conclusiones a las que ha llegado un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas que ha analizado la relación entre la base del cráneo y el rostro en todo el género Homo.

Relación entre la anchura de la base del cráneo en su zona media y sus efectos sobre el tamaño y forma de la cara / CSIC

Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas han analizado la relación entre la base del cráneo y el rostro en el género Homo (ergasterheidelbergensis, sapiens, neandertales). “Una de las regiones corporales que más ha cambiado en el último millón de años de nuestra evolución ha sido el esqueleto de la cara. En nuestro estudio hemos visto que los cambios acaecidos en el rostro están asociados con la evolución de un cerebro de gran tamaño, que en el caso humano alcanza una media de 1.350 centímetros cúbicos y en los neandertales estuvo cerca de los 1.500”, explica el investigador del CSIC Antonio Rosas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Este trabajo, realizado mediante morfometría 3D combinada con otras técnicas de visualización, ha permitido dividir según factores las pautas de evolución conjunta de la cara y la base del cráneo.
“Los resultados desvelan que la clave de esta compleja relación evolutiva podría estar en la acción combinada de diferentes agentes biológicos”, añade el investigador del CSIC Markus Bastir, también del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Tamaño de la cavidad nasal 

Los investigadores han observado que el volumen de la cavidad nasal, que ocupa la parte central de la cara, está relacionada con el tamaño del cuerpo, de tal modo de a mayor tamaño corporal, mayor será la cavidad nasal. Por ello, las variaciones evolutivas en el tamaño corporal de cada una de las tres especies humanas estudiadas se han visto reflejadas en el tamaño y forma del rostro.
“La relación es directa: un cuerpo grande necesita un intenso intercambio de gases (entrada de oxígeno y salida de dióxido de carbono), que tiene lugar a través de las vías respiratorias. Estas tendrán que ser más amplias a medida que aumenta el tamaño, o más pequeñas si el tamaño decrece”, comenta Bastir.
No obstante, apunta el estudio, el aumento de la cavidad nasal, necesaria para mantener un cuerpo grande, ejerce un empuje hacia arriba de la base del cráneo, modificando tanto su estructura como la del resto del cráneo. Ese empuje se ve contrarrestado a su vez por la presión que ejerce el cerebro hacia abajo. “Ambas fuerzas se combinan  en diferentes etapas evolutivas de cada especie, lo que, junto con otros factores, hace que las especies del género Homo (sapiens, ergaster, neandertales, heidelbergensis) tengan configuraciones faciales diferentes”, concluye Rosas.

Referencia bibliográfica:

Bastir, M., Rosas, A. "Cranial base topology and basic trends in the facial evolution of Homo". Journal of Human Evolution (2015). DOI: 10.1016/j.jhevol.2015.11.001

¿QUÉ DETERMINA LA SUPERVIVENCIA O LA MUERTE DE LAS PLANTAS FRENTE AL CALOR?

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Un estudio proteómico ha identificado nuevas proteínas claves en la adaptación de las plantas a las altas temperaturas. Este trabajo es clave puesto que en España este fenómeno, junto con la sequía, son los principales factores que influyen en la producción agrícola.

Arabidopsis thaliana una de las plantas utilizadas en los ensayos de respuesta a calor, en los que se muestra que plantas de siete días desde que han sido aclimatadas (tras someterlas a un tratamiento previo a 38 ºC durante una hora) toleran un tratamiento posterior de 45 ºC durante tres horas / Wikipedia

Uno de los principales efectos del cambio climático es el aumento de la temperatura en diferentes áreas del planeta. Las plantas son muy susceptibles a dichos cambios, pues el calor afecta su crecimiento y reproducción, causando graves pérdidas a nivel mundial en la producción de las cosechas. Este hecho es especialmente relevante en España, ya que las altas temperaturas, junto a la sequía, son los principales problemas ambientales de su producción agrícola.
Entender los mecanismos moleculares que permiten a las plantas adaptarse para tolerar temperaturas severas es uno de los principales objetivo de un grupo de investigación del Centro de Biotecnología y Genómica de Plantas (CBGP), entidad formada por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y el Instituto Nacional de Investigaciones y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA). Estos investigadores han logrado identificar qué proteínas se asocian específicamente con la muerte o la supervivencia de las plantas al calor. 
“La respuesta de las plantas a las altas temperaturas es muy compleja y está condicionada a diversos factores como la intensidad y la duración del calor, la velocidad del incremento de la temperatura y el estado de desarrollo de las plantas, entre otros”, explica Mar Castellano, que lidera esta investigación.
En muchas especies, la exposición a una temperatura superior a la óptima, pero moderada, induce en la planta una respuesta adaptativa llamada aclimatación. Esta respuesta involucra una reprogramación molecular profunda que permite a la planta soportar temperaturas que, en otra situación, serían letales. Si se exponen directamente a temperaturas severas, las plantas establecen también una respuesta pero, en este caso, esa reprogramación no es lo suficiente efectiva como para permitir susupervivencia.
Aunque en los últimos años se han identificado un gran número de proteínas involucradas en la respuesta de las plantas a las altas temperaturas, se desconocía hasta qué punto la respuesta al calor que permite su supervivencia se solapa con aquella que deriva en su muerte y qué proteínas regulan de forma específica estos dos procesos.
Para contestar estas preguntas, los investigadores del CBGP han llevado a cabo un estudio proteómico que ha identificado qué proteínas se acumulan y en qué grado en los primeros estadios de la respuesta de plantas del género Arabidopsisa un tratamiento severo de calor que provoca, en un caso, la muerte de la planta, o su supervivencia (si las plantas habían sido previamente aclimatadas).
El estudio ha permitido conocer las proteínas comunes y específicas a los procesos de muerte y adaptación de las plantas a altas temperaturas. Su identificación abre las puertas a futuros estudios biotecnológicos que permitan, mediante el control eficiente de la acumulación de estas proteínas, generar plantas de interés agronómico cuya producción no se vea tan limitada por las posibles olas de calor a las que cada vez más frecuentemente se enfrentan los cultivos.
El trabajo se ha realizado en el marco del proyecto PlantcIRESBiotech, financiado por el Consejo Europeo de Investigación (ERC) a través de la convocatoria de “StartingGrants” concedida a Mar Castellano. Este proyecto europeo posee como principal objetivo generar herramientas biotecnológicas que permitan a las plantas mejorar su adaptación a condiciones meteorológicas adversas.

Referencia bibliográfica: 

“Dissectingtheproteomedynamics of theearlyheat stress response leading to plantsurvivalordeath in Arabidopsis”, Plant, Cell & Environment (PCE)

HONGOS DEL OLMO AYUDAN A PROTEGERLO DE LA GRAFIOSIS

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Según un estudio en el que ha participado la Universidad Politécnica de Madrid junto con otros cinco centros europeos de investigación, la salud de algunos olmos y olmedas podría estar relacionada con la flora endófita que habita en el interior de los árboles.

La salud de algunos olmos y olmedas frente a la grafiosis podría estar relacionada con la flora endófita que habita en el interior de los árboles / Juan Antonio Martín

Un investigador de la ETSI de Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) ha formado parte de un equipo europeo de investigación para estudiar el perfil nutricional de uno de los hongos patógenos forestales más agresivos –el causante de la grafiosis del olmo– y compararlo con el de otras especies de hongos endófitos aislados de árboles sanos.
El resultado obtenido muestra que algunos hongos que habitan en el interior de los árboles compiten con los patógenos por las mismas fuentes de nutrientes, lo que ayudaría a reducir su crecimiento, protegiendo así a los olmos de la enfermedad.
Los hongos endófitos habitan en el interior de los tejidos de las plantas sin ser causantes de enfermedad. Aunque se han descrito diversas funciones de estos simbiontes, su papel ecológico es aún desconocido en muchos casos. Algunos de estos hongos viven de forma latente en la planta esperando que ésta o alguno de sus órganos mueran para ser los primeros descomponedores de la madera.
En otros casos, algunos patógenos viven de forma endófita en los tejidos hasta que su planta hospedante se debilita por algún factor externo, como por ejemplo la sequía o el ataque de otra plaga o enfermedad. Es entonces cuando estos hongos aprovechan esta debilidad para adoptar un estado de patógenos oportunistas, desarrollándose y causando enfermedad.
Sin embargo, otro tipo de endófitos han sido relacionados positivamente con la salud de sus plantas hospedantes al protegerlas frente al ataque de herbívoros, microorganismos patógenos e incluso daños abióticos. Se ha evidenciado que algunos de estos hongos beneficiosos segregan sustancias perjudiciales para patógenos u organismos plaga. Por otra parte, estos simbiontes podrían estimular los mecanismos de defensa de las plantas, haciéndolas por tanto más resistentes.
Entre los posibles mecanismos que la flora endófita podría ejercer para proteger a las plantas también se encuentra la ocupación de nichos nutricionales dentro de los tejidos, evitando así el acceso a estos nutrientes por parte de los organismos patógenos.

Perfil nutricional de los hongos endófitos

Para estudiar este tipo de mecanismos el equipo de investigadores del que forma parte la UPM ha analizado en detalle el perfil nutricional de uno de los hongos patógenos forestales más agresivos, el causante de la grafiosis del olmo, y lo ha comparado con el perfil nutricional de tres especies de hongos endófitos aislados de árboles sanos.
De las 190 fuentes nutricionales estudiadas, el hongo patógeno fue capaz de utilizar el 54%, mientras que dos de los tres endófitos fueron capaces de metabolizar un mayor número de fuentes de carbono (71 y 60%, respectivamente). El tercer endófito, sin embargo, solo metabolizó el 22% de las sustancias. Otros dos endófitos, que habían sido previamente identificados como agentes potenciales de biocontrol de la grafiosis, mostraron un perfil nutricional que se solapó en gran medida con el del patógeno, particularmente en el caso de algunas sustancias fundamentales para el metabolismo de los hongos como son los azúcares y ácidos grasos.
Además, todos los endófitos utilizaron las sustancias fenólicas con más eficiencia que el patógeno, lo cual sugiere que estos compuestos pueden ser importantes para la estrategia de vida de los endófitos. Este resultado respaldaría el papel sugerido de los compuestos fenólicos como compuestos defensivos de las plantas ante patógenos.
En conclusión, este estudio muestra que determinados endófitos probablemente compiten con los patógenos por las mismas fuentes de carbono en el interior de la planta. Por tanto, la actividad de estos hongos en el hábitat del patógeno (en este caso, el floema y xilema de los olmos) limitaría su crecimiento.

Referencia bibliográfica:

Blumenstein, K.; Albrectsen, B.R.; Martin, J.A.; Hultberg, M.; Sieber, T.N.; Helander, M.; Witzell, J. Nutritional niche overlap potentiates the use of endophytes in biocontrol of a tree disease. BIOCONTROL 60 (5): 655-667. DOI: 10.1007/s10526-015-9668-1. OCT 2015.

LOS PRIMEROS DINOSAURIOS APARECIERON POCO DESPUÉS DE SUS PRECURSORES

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La historia temprana de los dinosaurios continúa sin aclararse del todo debido a un registro fósil muy limitado en el tiempo y el espacio. Científicos de Argentina, Brasil y EE UU han datado –con un sistema radioisotópico de alta precisión– las secuencias del estrato terrestre que marcan la frontera entre el origen de los dinosaurios y sus predecesores, hasta determinar que los primeros aparecieron relativamente pronto después de sus parientes más cercanos.

Representación artística de animales que escapan de un volcán en erupción hace 235 millones de años en el noroeste de Argentina. Entre estas especies, que se encuentran en el registro fósil de la Formación Chanares, incluye a los parientes de los mamíferos tempranos y los predecesores de los dinosaurios. / Victor Leshyk

Un nuevo estudio, liderado por la Universidad de Buenos Aires (Argentina), ha determinado que el tiempo transcurrido entre la aparición de los familiares de los dinosaurios tempranos y el origen de los primeros dinosaurios es mucho más corto de lo que se creía anteriormente.
"Descubrir que estos familiares de los dinosaurios tempranos eran geológicamente mucho más jóvenes de lo que antes se pensaba fue algo totalmente inesperado", dice Randall Irmis, profesor asociado de paleontología en el Museo de Historia Natural de Utah ( EE UU) y coautor del trabajo que publica la revista PNAS.
El equipo de Irmis fue el encargado de realizar las mediciones de isótopos radiactivos de los sedimentos de la Formación Chañares (Argentina), famoso por sus fósiles de familiares de dinosaurios tempranos.
Este hallazgo no solo coloca una nueva línea de tiempo en la conexión entre los familiares de los dinosaurios y su origen en la formación geológica argentina donde se realizó la datación de los estratos fósiles, sino también en otras formaciones de todo el mundo.
El equipo encontró que el yacimiento y, por tanto, los fósiles encontrados en el mismo, tenían una antigüedad de entre 234 a 236 millones de años, esto implica una estimación de entre cinco y diez millones más joven que la evaluación previa –se consideraban del Triásico Medio–.

Un cementerio de dinosauromorfos en La Rioja argentina

La Formación Chañares es una de formación geológica de aproximadamente 75 metros de espesor formada por sedimentos depositados por ríos, arroyos y lagos durante el período Triásico, en la actual provincia de La Rioja, al noroeste de Argentina.
"Entre las formaciones geológicas que contienen fósiles del Triásico, la Formación Chañares es un clásico. Contiene una variedad de especímenes fósiles completos de los primeros dinosauromorphs, que son esencialmente de tías, tíos y primos de los dinosaurios", añade Irmis.
En la actualidad, el paisaje de esta formación parece una reminiscencia del desierto del sur de Utah en EE UU. Antes, cuando los dinosauromorfos vagaban por estas tierras, eran más tropicales y exuberantes. En ese momento la Tierra estaba en un estado ‘invernadero’, extremadamente cálido, sin casquetes polares y con altos niveles de dióxido de carbono en la atmósfera.
"La Formación Chañares contiene tobas, o cenizas volcánicas, que se pueden fechar con gran precisión. Así que en esta cuenca, no solo hay muchos restos de alta calidad y fósiles completos que nos permiten identificar fácilmente los taxones, sino también hay tobas en el medio que nos permiten datar la columna completa", dice Claudia A. Marsicano, autora principal del estudio en la Universidad de Buenos Aires.

Dataciones de alta precisión

Las muestras de rocas que se recogieron incluyen ceniza volcánica de las erupciones que tuvieron lugar, al mismo tiempo, que se depositaban los sedimentos. Las muestras fueron trituradas para extraer cristales de circón de esta ceniza.
Si estos cristales formados durante el período Triásico solo incorporan uranio, con el tiempo, este se descompone en plomo en una tasa exacta que se conoce. Mediante la medición de la proporción de uranio y plomo en cada cristal de circón, gracias a espectrómetro de masas –un instrumento que separa los elementos e isótopos en masa y la concentración– los investigadores fueron capaces de determinar la edad precisa de los cristales.
"Si se desea restringir un evento evolutivo importante, como el comienzo de un grupo o la diversificación, la metodología tiene que tener un margen de error es mucho más pequeño. Para algo que sucede en el transcurso de unos 600 millones de años, un error de entre tres y cuatro millones de años no es estadísticamente significativo. Pero si algo sucede en el transcurso de entre 10 y 12 millones de años, como la diversificación de un grupo, un error de este tipo es un gran problema", añade Marsicano.

Referencia bibliográfica:

Claudia A. Marsicano, Randall B. Irmis, Adriana C. Mancuso, Roland Mundil y Farid Chemale. “The precise temporal calibration of dinosaur origins”, PNAS 6 diciembre de 2015

DEMOSTRADA LA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN DE LOS MICROORGANISMOS EN CONDICIONES EXTREMAS

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Un estudio de la Universitat de València ha demostrado que las placas solares fotovoltaicas, más allá de un elemento físico que acumula microorganismos del aire o del polvo, también pueden alojar comunidades microbianas ricas, activas y adaptadas, con una gran variedad de bacterias y hongos. El Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva ha constatado la alta resistencia de algunas bacterias y su capacidad de adaptarse y colonizar entornos extremos.

Cultivos. / Manuel Porcar

Un trabajo realizado sobre nueve paneles solares situados en los tres campus de la Universitat de València apunta a que la comunidad microbiana existente en las placas fotovoltaicas es más parecida a la de un desierto cálido o polar, que a la de una ciudad mediterránea como Valencia. También se ha puesto de manifiesto que muchas de las bacterias identificadas en la investigación pueden tener importantes aplicaciones biotecnológicas.
Según los investigadores, la biocenosis estudiada (comunidad de organismos que ocupan un territorio definido por el cual están mutuamente condicionados para sobrevivir), “es más similar a los desiertos que a ningún ecosistema humano o ecosistema microbiano urbano”.
El trabajo es el primer enfoque que da como resultado una comunidad microbiana altamente diversa, estudiada en paneles solares. Un estudio publicado también recientemente, había demostrado la limitada diversidad de la comunidad microbiana en placas solares en Brasil, incluyendo algunos hongos que incluso obstaculizaban la eficiencia de las placas. 
El trabajo de campo en la Universitat de València demuestra que esta comunidad microbiana única existente en Valencia “tiene diferentes perfiles proteómicos durante el día y la noche; es dominada por los pigmentos rojizos y se adapta a resistir ciclos de altas temperaturas, desecación y radiación solar”.
La investigación, pre-impresa en la plataforma de Biología bioRxiv y abierta a comentarios y aportaciones, la firman Pedro Dorado-Morales (Institut Cavanilles); Cristina Vilanova (Biopolis, Parc Científic de la Universitat de València); Juli Peretó (Departament de Bioquímica i Biologia Molecular); Francisco M. Codoñer (Lifesequencing, Parc Científic); Daniel Ramon (Biopolis, Parc Científic); i Manuel Porcar (Institut Cavanilles i Fundació General Universitat de València).
Según destaca el investigador Manuel Porcar, “las bacterias más abundantes (Deinococcus, Hymenobacter, etc) no son los que se suelen encontrar en el ambientes urbanos, sino que son propios de desiertos cálidos o fríos (por ejemplo el Antártida o el desierto de Sonora, en México). En nuestros tejados, hemos encontrado por lo tanto una comunidad microbiana única caracterizada por su diversidad y por ser el primer desierto microbiano intraurbano”. 
Además, hay una alta resistencia de los microorganismos a altas concentraciones de sal; moderada y fuerte resistencia a baja acidez; y relativamente baja resistencia a la luz del sol o al calor. En el trabajo se identificaron 800 especies diferentes de bacterias en los paneles solares fotovoltaicos de la Universitat, y un año después, en el 2014, alrededor de 500. 
Manuel Porcar explica que se hizo un muestreo sistemático de las placas fotovoltaicas, tanto de día (con los paneles a más de 50ºC) como por la noche. “Hemos colectado su superficie con una especie de limpia-parabrisas estéril. Después, hemos verificado la resistencia a las duras condiciones de las placas (elevada irradiación, temperatura, deshidratación) de las bacterias aisladas, y hemos comparado el proteoma (conjunto de proteínas) durante la noche y el día. Podríamos decir que es el primer desierto microbiano intraurbano encontrado hasta ahora, lo cual es una clara muestra del poder de la selección natural de los seres vivos para adaptarse a las diferentes condiciones de la vida”.

Referencia bibliográfica:

Pedro Dorado-Morales, Cristina Vilanova, Juli Peretó, Francisco M. Codoñer, Daniel Ramón and Manuel Porcar."A highly diverse, desert-like microbial biocenosis on solar panels in a Mediterranean city" bioRxvid preprint first posted online October 22, 2015.

¿QUIÉN SE COMÍA A QUIÉN DURANTE EL PLEISTOCENO?

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Un estudio español ha permitido reconstruir por primera vez las interacciones entre diferentes especies de grandes mamíferos de 27 redes tróficas terrestres del Pleistoceno en Europa. En algunas de ellas los humanos eran un elemento clave y estaban conectados a muchas especies como predadores, carroñeros o presas. Los resultados del trabajo revelan también que en esa época había más interacciones, seguramente por el mayor número de especies carroñeras en el ecosistema.

Durante el Pleistoceno, los humanos eran predadores, carroñeros o presas. / Jesús Rodríguez

Las redes tróficas son representaciones gráficas de las relaciones alimentarias en una comunidad biológica o, dicho más sencillamente, un esquema que muestra “quién se come a quién”.
En el trabajo, publicado en Quaternary International, el equipo de científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y el IPHES ha aplicado una metodología muy habitual en el estudio de redes tróficas actuales, pero muy poco utilizada en paleontología.
Los autores han reconstruido las interacciones entre las diferentes especies de grandes mamíferos en 27 redes tróficas de entre 2,5 millones y 500.000 años de antigüedad, ocho de las cuales incluían a los humanos. A partir de estas reconstrucciones se han medido diferentes parámetros que describen la estructura y funcionamiento de la red.
Esto ha permitido a Jesús Rodríguez y Ana Mateos, investigadores del CENIEH, y a Sergi Lozano, del IPHES, mostrar la arquitectura de las redes tróficas terrestres del Pleistoceno.

Más carroñeros durante el Pleistoceno

Los resultados muestran que las redes del Pleistoceno compartían las características básicas de las redes actuales, como el número de interacciones entre las especies o por especie, pero también que presentaban algunas características distintivas.
Una muy clara es la "conectancia", que mide el número de conexiones en la red respecto al máximo teórico, es decir, si hay más o menos interacciones por especie. "En el Pleistoceno el número de interacciones era mayor, pero interpretamos que esto se debe al mayor número de especies carroñeras en el ecosistema”, afirma Rodríguez.
Según los expertos, las redes en las que estaban presentes, los humanos eran un elemento clave en la canalización de los flujos de energía. “Los homínidos estaban conectados a muchas especies como predador, carroñero o presa, por eso ocupaban un lugar central en la red y muchas de las ‘rutas’ por las que fluía la energía en la red pasaban por ellos”, declara el investigador.

Referencia bibliográfica:

S. Lozano et al. "Exploring paleo food-webs in the European Early and Middle Pleistocene: A network analysis" Quaternary International Noviembre de 2015