sábado, 6 de diciembre de 2014

CÓMO LA TIERRA PERDIÓ TODA SU ATMÓSFERA ORIGINAL EN AL MENOS DOS OCASIONES

noticiasdelaciencia.com

La atmósfera de nuestro mundo siempre ha estado cambiando a lo largo de su historia, pero hubo épocas en que su ritmo de cambio se aceleró de manera notoria, hasta el punto de renovarse por completo en un plazo bastante breve. Esto último, a juzgar por algunas evidencias químicas, sucedió al menos en dos ocasiones desde su formación hace más de 4.000 millones de años. Sin embargo, hasta ahora no había estado claro qué fuerzas podrían haber ocasionado un cambio tan drástico.

Recreación artística de la joven Tierra siendo bombardeada por asteroides. (Foto: GSFC CIL (Goddard Space Flight Center Conceptual Image Lab) de la NASA)

Se asumía que la fuerza más probable debió ser una colisión cósmica de gran magnitud. Ahora, unos científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, el Instituto Tecnológico de California (Caltech) en Pasadena, y la Universidad Hebrea de Jerusalén, las dos primeras instituciones en Estados Unidos y la última en Israel, han dado con una explicación más plausible: Un largo bombardeo de pequeñas rocas espaciales contra la Tierra durante la época en que se formó la Luna habría sido capaz de levantar nubes de gas con fuerza suficiente como para expulsar de forma permanente porciones de la atmósfera hacia el espacio.
Los investigadores calculan que decenas de miles de tales impactos “pequeños” pudieron expulsar de forma eficiente toda la atmósfera primitiva de la Tierra. Dichos impactos quizá también afectaron del mismo modo a otros planetas, arrancando las atmósferas que por aquel entonces poseían Venus y Marte, y haciendo así que fueran reemplazadas luego por otras nuevas.
De hecho, el equipo de la profesora Hilke Schlichting, del MIT, ha encontrado que ese bombardeo de rocas pudo ser mucho más efectivo que los impactos gigantes a la hora de producir la pérdida atmosférica. Basándose en sus cálculos, habría sido necesario un impacto gigante (de un planeta casi tan masivo como la Tierra chocando contra ella) para poder dispersar la mayor parte de la atmósfera primigenia. En cambio, la suma total de muchos impactos pequeños habría tenido el mismo efecto, siendo la masa global de todas esas rocas tan solo una minúscula parte de la masa de la Tierra.

jueves, 4 de diciembre de 2014

LOS INSECTOS DE NUEVA YORK ELIMINAN LA BASURA DE LAS CALLES

agenciasinc.es

En la ciudad que nunca duerme es fácil pasar por alto a pequeños seres vivos como los insectos. Sin embargo, según un estudio estadounidense, estos y otros artrópodos trabajan duro para eliminar los desechos en las calles de Manhattan: son capaces de limpiar alrededor de una tonelada al año, el equivalente a 60.000 perritos calientes o 200.000 galletas.

El equipo muestreó artrópodos –como insectos y milpiés– en las calles y parques de Manhattan. / Duncan Oldham. 

En 2012, mientras un grupo de científicos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (NCSU) en EE UU estaba estudiando los insectos urbanos, el huracán Sandy golpeó a la ciudad Nueva York (EE UU).
En la primavera del año siguiente, este equipo de investigadores decidió ampliar su trabajo para comprobar si Sandy había afectado al comportamiento de estas poblaciones de insectos. Los científicos descubrieron el gran potencial de los artrópodos para acabar con los deshechos de las calles y su posible relación con la disminución de las poblaciones de ratas.
“En nuestro experimento recogimos trozos de galleta, perrito caliente y patatas fritas para representar el tipo de alimentos que la gente podría tirar a las aceras de la ciudad. Los pusimos en una jaula donde solo podían acceder pequeños animales como hormigas y otros artrópodos, y sacamos otra parte fuera de la jaula donde era accesible a cualquier animal”, explica a Sinc Elsa Youngsteadt, investigadora de la NCSU y autora principal del trabajo que publica la revista Global Change Biology.
Los artrópodos comieron grandes cantidades de alimentos, que se suman a las que consumieron otros vertebrados, como las ratas. Esto demuestra que ratas y artrópodos se abastecen de los mismos tipos de productos en las ciudades.  
“Lo que comen las hormigas, por ejemplo, ya no llega a las ratas. No hemos medido las poblaciones de roedores, así que no podemos decir con certeza que tendríamos más ratas de no haber insectos. Pero, dado que compiten por los mismos alimentos, es una posibilidad”, afirma Youngsteadt.
Los investigadores estimaron que los insectos son capaces de limpiar alrededor de una tonelada de basura al año, el equivalente a 60.000 perritos calientes o 200.000 galletas.

Hormigas de asfalto devoran más 

El equipo muestreó artrópodos –como insectos y ciempiés– en las calles y parques de Manhattan para medir la biodiversidad en los diferentes lugares. Así, pudieron comprobar cuántos desperdicios consumían unos y otros en los distintos ambientes. La hipótesis de partida era que en las zonas con más biodiversidad, consumirían más basura, pero no fue así.
“Los artrópodos de las calles comían dos o tres veces más basura que los de los parques. Esto nos sorprendió, porque pensamos que en los parques harían este trabajo de manera más eficiente”, señala la investigadora.
Los resultados indican que el consumo depende sobre todo de qué especies estén presentes. “En concreto, las hormigas del suelo de la especie Tetramorium, introducida en EE UU, son las que comen más. Tienen grandes colonias que son capaces de reclutar rápidamente muchas obreras para la recogida de alimentos”, argumenta la científica.

Referencia bibliográfica:

Elsa Youngsteadt et al. "Habitat and species identity, not diversity, predict theextent of refuse consumption by urban arthropods" Global Change Biology, 2014, doi: 10.1111/gcb.12791.

LA FRAGANCIA DE LAS FLORES DEPENDE DE LOS HONGOS Y BACTERIAS QUE LAS RECUBREN

agenciasinc.es

Las flores perfuman el mundo en el que vivimos, pero ¿quién perfuma a las flores? Un nuevo estudio liderado por Josep Peñuelas, profesor de investigación del CREAF y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha comprobado que si se eliminan con antibióticos los hongos y bacterias que viven sobre las flores, la cantidad y composición de su perfume varía totalmente.

Saúco (Sambucus Nigra)./ Jessie Hirsch (CC BY 2.0)

Todos recordamos la suave fragancia de lavanda. Su perfume característico lo provocan unos compuestos químicos llamados compuestos orgánicos volátiles (COV). Hasta ahora se sabía que las plantas con flores utilizaban varias vías bioquímicas para producir un amplio abanico de compuestos orgánicos volátiles que conferían a las flores su propio aroma.
Ahora, un estudio del CREAF, en colaboración con la Universidad Autónoma de Barcelona, ha descubierto que las flores huelen a algo más que a flores. Según el trabajo publicado en la revista Scientific Reports, los perfumistas del planeta (los protagonistas a la hora de elaborar los aromas florales más delicados) no son sólo las flores, sino también los microorganismos y hongos que las recubren.
Los investigadores han realizado una serie de experimentos en los que han pulverizado las flores del saúco con antibióticos de amplio espectro. En las plantas tratadas con antibióticos el contenido floral interno de compuestos volátiles y la respiración se mostraron estables, lo que demostraba que los antibióticos no causaban daños ni estrés en las plantas.
Sin embargo, la cantidad de los compuestos aromáticos emitidos por las flores, que proporcionan el olor, disminuyeron drásticamente en los casos en que se roció con antibiótico. Por otra parte, los antibióticos habían modificado también los tipos de compuestos que emitía la flor: se habían dejado de generar algunos compuestos. Así pues, en general, el bouquet de las flores de saúco era completamente diferente hasta siete días después de la pulverización con antibióticos.
"Con los antibióticos, los saúcos, a pesar de seguir teniendo flores sanas no olían a saúco. Y es que los antibióticos no habían afectado a la planta, pero habían eliminado los microorganismos y hongos que viven en las flores. Se demuestra así el papel clave de hongos y bacterias en los olores y perfumes que nos regalan las flores", comenta Peñuelas.
Los autores del artículo confirman que las bacterias como los hongos tienen la capacidad de producir compuestos aromáticos como el linalol. Hay que tener en cuenta que la misma planta responde ante algunos de estos microorganismos emitiendo también compuestos químicos especiales.
Según Jaume Terradas, fundador del CREAF y catedrático emérito de Ecología de la UAB que también ha participado en el estudio, la microbiota de las flores parece tener un papel clave en la fragancia final, y esto tendría implicaciones relevantes.

Un elemento a tener en cuenta durante la polinización

Los compuestos orgánicos volátiles, al ser fragantes, permiten la comunicación química de las plantas con otros organismos. Varios tejidos de la planta, como las flores, emiten estos compuestos para llamar la atención, por ejemplo, de los polinizadores.
Ante la actual "crisis de la polinización", producida en gran parte por el descenso de insectos polinizadores pero también por la alteración de los aromas florales, estudios como este proporcionan un conocimiento muy valioso que puede aportar mejoras en este tema vital.
"Si los olores que guían estos insectos están producidas en gran parte por hongos y microorganismos, tendremos que revisar, por ejemplo, los efectos del uso de algunos antifúngicos en los cultivos, porque podrían alterar las fragancias y la futura polinización de las mismas plantaciones", concluye el investigador.

Referencia bibliográfica:

Peñuelas J, Farré-Armengol G, Llusia J, Gargallo-Garriga A, Rico L, Sardans J, Terradas J, Filella I. "Removal of floral microbiota reduces floral terpene emissions" Sci Rep. 2014 Oct 22;4:6727. doi: 10.1038/srep06727. http://www.nature.com/srep/2014/141022/srep06727/full/srep06727.html

UNA HORMIGA RECIÉN DESCUBIERTA YA ESTÁ EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

agenciasinc.es

La primera hormiga endémica descubierta recientemente en las Islas Baleares se encuentra en peligro de extinción debido al cambio climático. Lasius balearicus habita en las cumbres de las montañas de la Serra de Tramuntana, en la parte noroccidental de Mallorca en las Islas Baleares. El estudio se publica en Journal of Biogeography.

Un ejemplar de Lasius balearicus./ UPF

Oculta a los biólogos durante años, la nueva especie de hormiga (Lasius balearicus) habita la isla de Mallorca desde hace cerca de 1,5 millones de años y ha permanecido aislada en pequeñas poblaciones que habitan exclusivamente en las cimas de las montañas de la Sierra de Tramuntana. Este himenóptero no es abundante, su diversidad genética es baja y su hábitat es pequeño y limitado.
Su aislamiento geográfico y la baja diversidad genética detectada con las pruebas de ADN hacen pensar en el peligro que corre la supervivencia de esta especie, incluso a corto plazo. Además, el modelado de su distribución predice que sufrirá fuertes efectos perjudiciales debido al cambio climático, como afirmaron los expertos.
Según el estudio, publicado recientemente en Journal of Biogeography y liderado por el Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF) y la Universidad Autónoma de Barcelona, ​​no es extraño que las cimas de las montañas puedan albergar biodiversidad interesante. "En algunos casos, las especies pueden encontrar su lugar en estos hábitats inhóspitos", comenta Roger Vila, coordinador del estudio.

En peligro por los incendios

Los científicos consideran que se encuentra "en un equilibrio frágil". "Cualquier alteración del hábitat, como podrían ser los incendios que hubo en la zona el año pasado, podrían hacer reducir aún más su población e incluso llegar a hacerla desaparecer", alerta el equipo de invetsigación. En consecuencia, la especie ha sido clasificada 'en peligro', de acuerdo con los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
El descubrimiento en Europa de una nueva especie, aislada reproductivamente de otras especies y distinguible morfológicamente, es un hecho significativo porque da testimonio de que una fracción de la biodiversidad permanece aún hoy inexplorada. El caso de Lasius balearicus indica que es probable que existan otras especies desconocidas en peligro de extinción que podrían desaparecer antes de ser clasificadas.

Referencia bibliográfica:

Gerard Talavera, Xavier Espadaler, Roger Vila (2014), "Discovered just before extinction? The first endemic ant from the Balearic Islands (Lasius balearicus sp. nov.) is endangered by climate change" Journal of Biogeography  doi: 10.1111 / jbi.12438. 

“LAS HORMIGAS SOBREVIVIERON A LOS DINOSAURIOS Y TAMBIÉN SOBREVIVIRÁN AL HOMBRE”

elpais.com

Entrevista a Laurent Keller | presidente de la Sociedad Europea de Biología Evolutiva

El señor hormiga (monsieur fourmis, en francés). Así llaman al suizo Laurent Keller, uno de los mayores expertos del mundo en estos insectos. Keller, investigador de la Universidad de Lausana, en Suiza, donde dirige el departamento de Biología Evolutiva, lleva estudiándolas 25 años. El científico (Vaud, Suiza, 1961) es autor de más de 200 publicaciones y, entre otros logros, fue el primero en detectar el carácter genético de la sociabilidad de las hormigas e identificó el único caso conocido hasta ahora en el mundo natural de clonación reproductiva en machos con la especie Wasmania auropunctata. El pasado fin de semana, el también presidente de la Sociedad Europea de Biología Evolutiva y autor del libro El mundo de las hormigas, estuvo en la Universidad Libre de Bruselas para impartir lecciones magistrales sobre su especie favorita, y para recibir la Medalla de la Universidad Libre de Bruselas en reconocimiento a su labor científica.



¿Cuándo comenzó a estudiar las hormigas?

Cuando terminé mis estudios en la universidad, en Suiza, quise hacer mi doctorado sobre animales sociales, por lo que pensé en estudiar a los primates. Sin embargo, estos son difíciles de investigar en estado salvaje. Las hormigas, en cambio, no tienen esa dificultad y me di cuenta además de que eran un excelente modelo para estudiar esos organismos sociales en el mundo animal.

¿Son una excepción las especies sociales?

No son una excepción, pero sí es raro, muy poco frecuente. Si en el mundo existen más de un millón de especies habrá unas 20.000 o 30.000 sociales. En número no son pocas, aunque no representen un porcentaje significativo respecto al total de especies.

¿Cuándo comenzó a estudiar las hormigas?

Cuando terminé mis estudios en la universidad, en Suiza, quise hacer mi doctorado sobre animales sociales, por lo que pensé en estudiar a los primates. Sin embargo, estos son difíciles de investigar en estado salvaje. Las hormigas, en cambio, no tienen esa dificultad y me di cuenta además de que eran un excelente modelo para estudiar esos organismos sociales en el mundo animal.

¿Son una excepción las especies sociales?

No son una excepción, pero sí es raro, muy poco frecuente. Si en el mundo existen más de un millón de especies habrá unas 20.000 o 30.000 sociales. En número no son pocas, aunque no representen un porcentaje significativo respecto al total de especies.

¿Y qué hay sobre otros tipos de hormigas, que no sean la reina?

En el caso de las obreras, que son las que menos viven, lo hace en torno a uno y dos años. También es mucho para un insecto. ¿Por qué viven tanto? Porque están unidas, viven como un grupo, trabajan para el grupo, colaboran, se protegen, se ayudan, hasta pueden fabricar medicamentos para evitar que ciertas bacterias se propaguen en el interior de una colonia. Es lo mismo que ha ocurrido con el ser humano.

¿En qué sentido?

El número de seres humanos sobre la Tierra, desde que apareció el Homo Sapiens, se ha ido contando siempre por millones o decenas de millones durante miles y miles de años, pero apareció primero la agricultura, luego la ganadería y con ello el ser humano se hizo cada vez más sedentario. Aparecieron las primeras comunidades, el origen de las primeras ciudades, y así transcurren los siglos hasta que aparece, recientemente, la división del trabajo, un factor que también existe en las hormigas. Todo ello mejora enormemente la productividad, surgen las ciudades modernas y todo esto, unido a las mejoras en la sanidad y la higiene, dispara en muy poco tiempo la población mundial. En 1930 ya había unos 2.000 millones de personas en el mundo, y eso no es nada: hoy hay más de 7.000 millones, y ciudades con más de diez y veinte millones de personas. Como se suele decir, la unión hace la fuerza.

¿Conlleva también esa unión el conflicto en el caso de las hormigas?

Por supuesto. Existen rebeliones internas en las colonias y guerras entre hormigas, cuando combaten por un mismo espacio. Por ejemplo, esto se está dando con las especies invasoras que están llegando a Europa sobre todo de América Latina, y estas especies son muy agresivas y luchan contra las hormigas europeas. Y también hay una base genética para el conflicto.

Ha hablado antes de que las hormigas tienen también una división del trabajo. ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo es el funcionamiento de una colonia de hormigas?

Para empezar, en cada colonia puede haber entre dos y 20 millones de hormigas. La clave está en la hormiga reina. Esta nace por partenogénesis, es decir, se autorreproduce. Después hay tres tipos de hormigas, de castas, aunque los dos más comunes son las obreras y las soldado. Estas nacen siempre de la reina pero porque esta mantiene relaciones sexuales con hormigas macho. De este modo, todo depende de la reina aunque la reina no tiene ninguna función en la colonia. Más que existir, estar ahí, solo existe para la colonia, para garantizar su población y su supervivencia. Jamás sale del hormiguero y está extraordinariamente bien protegida, por eso vive tantos años.

¿Hay hormigas perezosas o que no hagan nada?

Ocurre a veces, aunque no es frecuente. No sabemos muy bien por qué, pero a veces surgen hormigas que se quedan fuera del grupo y no participan del trabajo, permanecen apartadas sin hacer nada.

¿Qué importancia tienen para el medio ambiente?

Son decisivas. Tenga en cuenta que hay muchísimas. La masa de la especie humana sobre la Tierra es similar a la masa de las hormigas como especie. Los insectos y muchos reptiles se alimentan de ellas. Si no estuvieran, morirían y se desencadenaría un caos medioambiental. También ayudan a polinizar, a defender a ciertas especies de plantas contra animales, a dispersar semillas de plantas para que estas se extiendan por el territorio... Sin las hormigas la naturaleza se detendría y se vendría abajo.

Las hormigas surgieron hace cien millones de años, más o menos como las conocemos hoy. ¿Por qué han evolucionado tan poco?

Han tenido algunas modificaciones, no significativas, así que es cierto que se han mantenido más o menos igual todo este tiempo. Es probable que no les haya hecho falta, están muy bien adaptadas al medio, muy bien preparadas, son un mecanismo vivo muy sofisticado, sin duda.

Surgieron en el Cretácico, han sobrevivido a todo tipo de cataclismos, glaciaciones… ¿Son inmortales?

Como especie prácticamente sí que lo son, han sido capaces de sobrevivir a todo y lo seguirán haciendo.

¿Sobrevivirán al ser humano?

Por supuesto que sí.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

RETORNO A LA MADRE ÁFRICA

Javier Sampedro

elpais.com

África no se les ha olvidado a los genetistas. Un proyecto para cartografiar la variación genómica en el continente –mayor que la del resto del mundo junto— ha secuenciado los genomas de 320 personas de 7 grupos étnicos y lingüísticos distintos, generando un importante recurso de salud pública e historia de las poblaciones. El consorcio científico ha descubierto varias regiones genómicas que están ahora mismo sometidas a selección darwiniana, entre ellas las implicadas en la resistencia a la malaria y la hipertensión. Sorprendentemente, también hay patrones regionales de mezcla con las poblaciones eurasiáticas: el resto de la humanidad salió de África, pero parte de ella regresó al continente en algún momento.

Cuadro de 1805 que muestra unos bosquimanos. / Wikimedia Commons

“La historia de los orígenes y la diversificación humana es la historia de África”, escribe en Nature Raj Remesar, de la Universidad de Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Una de las novedades más interesantes del Proyecto sobre la Variación del Genoma Africano es que, aunque ha recibido su impulso de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) estadounidenses y del Wellcome Trust británico –es decir, de los nodos principales del proyecto genoma público—, está contando con una implicación activa y creciente de los investigadores africanos, coordinados por la Sociedad Africana de Genética Humana y el Consorcio África H3.
El Proyecto sobre la Variación del Genoma Africano presenta en el artículo principal de Nature datos genéticos (no genomas completos) de 1.481 individuos de 18 grupos etnolingüísticos del África subsahariana. Y también los genomas completos de 320 personas de siete de esos grupos que abarcan buena parte de la variabilidad de Etiopía (noreste de África), Uganda (este) y el sur del continente. Esas poblaciones también representan los tres grandes grupos lingüísticos de África: los hablantes de las familias lingüísticas Níger-Congo, Nilo-sahariana y Afroasiática, y los puntos clave de las rutas migratorias de la humanidad ancestral.
El objetivo primario del proyecto genoma africano es aprovechar las sofisticadas herramientas de la genómica para mejorar la salud pública y el desarrollo biomédico –identificando los factores de propensión a enfermedades y respuesta a fármacos, por ejemplo—, pero África es la cuna de la humanidad, y el genoma de sus pobladores contiene también un registro vivo de nuestros orígenes y nuestra evolución. Y no pocas sorpresas.
Los datos revelan, por ejemplo, una considerable mezcla de los genomas del oeste africano con poblaciones eurasiáticas que, obviamente, debieron migrar de vuelta a África entre 7.500 y 10.500 años atrás. Por esas fechas se estaba propagando por el este del Mediterráneo la revolución neolítica que inventó la agricultura y permitió los primeros asentamientos humanos, las primeras ciudades y la división del trabajo. Las migraciones originales desde África (out of Africa) que extendieron la humanidad por el resto del planeta fueron muy anteriores, entre 60.000 y 100.000 años atrás.
La población del oeste de África también muestra las huellas genómicas de otros mestizajes pretéritos: esta vez con los Khoe-San del sur de África, las poblaciones de bosquimanos a las que no solo la genética, sino también la lingüística, apuntan como herederos directos de los primeros humanos modernos. Los Khoe-San, como otras poblaciones de bosquimanos aisladas por diversos lugares de África, son hablantes de ‘lenguajes-click’, donde muchas consonantes consisten en chasquidos de la boca y la lengua, como el sonido de un beso.
Una de las ideas más rompedoras de los científicos es que esas migraciones euroasiáticas de vuelta a África, o de los Khoe-San del sur al resto de África, llevaran consigo un “gen wanderlust” (literalmente, un gen del espíritu viajero, o del deseo de viajar) que, de este modo, fuera transferido a otras poblaciones africanas y que, finalmente, se tradujera en la gran expansión de los bantúes que propagó por todo el continente los lenguajes de la familia Níger-Congo, hace solo entre 3.000 y 5.000 años. ¿En qué consistiría ese gen del espíritu viajero?
Charles Rotimi, director del Centro de Investigación Genómica y Salud Global de los NIH, en Bethesda, y uno de los coordinadores del estudio, responde a EL PAÍS: “El gen wanderlust se refiere al hecho de que los humanos aman viajar e interactuar con otras poblaciones humanas cercanas o lejanas; al llegar a nuevos destinos, los humanos aman compartir su ADN, y en el proceso continúan diseminando el tejido genético humano”.
“Somos por tanto un mosaico de la constitución genética de todos nuestros ancestros”, prosigue Rotimi. “Cuando los humanos migraron fuera de África hace decenas de miles de años, se llevaron en sus genomas un subconjunto de la variación genómica ancestral africana; la presencia de mezclas genómicas no africanas –por ejemplo, europeas y asiáticas— en las poblaciones africanas actuales aporta evidencias de migración en reverso, de vuelta a África desde Europa y otras partes del mundo”.
Raj Remesar, jefe de la división de Genética Humana de la Universidad de Ciudad del Cabo, no implicado en el estudio, matiza en un correo electrónico que la existencia de ese gen wanderlust no es segura. “Wanderlust se refiere a la gente que gusta de viajar”, dice. “Mi noción es que el impulso que originalmente llevó a los africanos a salir del continente fueron las presiones del entorno natural, pero después pudo haber tendencias genéticas que se seleccionaran a favor, por ejemplo la tendencia a seguir moviéndose, a seguir viajando; y tal vez fue ese rasgo el que llevó a algunos de ellos a viajar de vuelta a África, y muchísimo antes de lo que las evidencias nos llevaban a creer. Y que solo fue después de que ese rasgo entrara en África cuando ocurrieron las migraciones masivas que extendieron a los bantúes por toda África”.
Los grupos etnolingüísticos Afroasiático y Nilo-sahariano, por otro lado, no son tan homogéneos como se había estimado previamente: su contribución a la diversidad genética africana es muy alta. Los investigadores interpretan que el otro gran grupo lingüístico, el Níger-Congo, que da cuenta de la vasta mayoría de la población en el África subsahariana actual, representa una propagación muy reciente (tal vez hace solo 3.000 años), y por tanto muy homogénea, que se superpuso a poblaciones antiguas y mucho más variadas. Las evidencias genéticas y lingüísticas cuentan una vez más la misma historia.
Al menos en la genómica, África ha empezado a despertar.

lunes, 1 de diciembre de 2014

PLANTAS CARNÍVORAS DE HACE MÁS DE 35 MILLONES DE AÑOS ATRAPADAS EN ÁMBAR

agenciasinc.es

El descubrimiento de plantas con flores carnívoras en el registro fósil es de una rareza extrema. Tan solo se conoce una excepción, el hallazgo de la planta acuática extinta Aldrovanda, descrita en 1753 por el naturalista y botánico sueco Carlos Linneo. 




Un equipo de científicos de diferentes centros alemanes, liderados por la Universidad de Göttingen, ha publicado en el último número de la revista PNAS un nuevo ejemplar fósil de una especie desconocida hasta el momento de planta carnívora.
Se trata en concreto de dos ejemplares fósiles de hojas de plantas angiospermas aparentemente carnívoras, extraídas de una mina cerca de Kaliningrado, Rusia. Según los investigadores, se parece bastante por sus hojas al género Roridula, endémico del suroeste de Ciudad del Cabo (Sudáfrica). Esta plantas tienen hojas pegajosas con glándulas productoras de resina y atrapan a los insectos de esta forma.
Debido a las similitudes morfológicas de los fósiles a la estirpe moderna de Roridulaceae, los autores sugieren que los fósiles podrían ser los primeros miembros de esta familia.
Tal interpretación pone en entredicho suposiciones acerca de la historia biogeográfica del linaje, que se remontaba a hace unos 90 millones de años. Esta nueva especie carnívora tendría entre 35 y 47 millones de años –época del Eoceno– y ha permanecido atrapada en un ámbar báltico todo este tiempo.