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Tienen cerebros diminutos, pero los abejorros son capaces de algunos logros de aprendizaje muy notables, haciendo gala de una forma de aprendizaje que hasta ahora se creía exclusiva de humanos y primates. Además, son capaces de comunicar información entre ellos sobre cosas nuevas, como por ejemplo una "flor" artificial en forma de disco.
Tres abejorros alrededor de una flor. (Foto: Michael W. Tome, USGS)
A través de experimentos reveladores, el equipo de Hamida Mirwan y Peter Kevan, de la Universidad de Guelph en Canadá, ha estudiado a fondo la habilidad de los abejorros para aprender por sí mismos y gracias a otros.
Los investigadores les presentaron a los abejorros una serie de flores artificiales que requerían de ellos estrategias cada vez más complicadas, tales como desplazar a un lado o hacia arriba piezas móviles, para obtener un "néctar" preparado por los científicos y que esencialmente era un líquido azucarado análogo al almíbar o al sirope comunes y que a los abejorros les gustaba mucho. Esto último garantizaba su disposición a esforzar su mente.
Cuando los abejorros inexpertos encontraban primero la flor más compleja, eran incapaces de acceder al premio gastronómico y dejaban de intentarlo. Los abejorros a los que se les permitía progresar a través de flores cada vez más complicadas, podían avanzar hasta lograr manipular con éxito las más difíciles.
Mirwan y Kevan consideran estos fascinantes resultados como un ejemplo de un tipo de aprendizaje al que se ha tendido siempre a considerar como exclusivo de la psicología humana o de los primates y que consiste en que lo aprendido en la primera lección sirve para entender lo expuesto en la segunda, lo aprendido en la segunda sirve para entender lo expuesto en la tercera, y así sucesivamente.
En otros experimentos, el equipo de Mirwan ha constatado que los abejorros son capaces de aprender cosas viendo cómo las hacen otros abejorros, una habilidad bastante compleja.
En otros experimentos, el equipo de Mirwan ha constatado que los abejorros son capaces de aprender cosas viendo cómo las hacen otros abejorros, una habilidad bastante compleja.
Mirwan construyó flores artificiales que requerían de los abejorros que éstos caminasen en el lado inferior de un disco para conseguir el pseudonéctar. Estos abejorros intentaron alimentarse en las flores artificiales durante varios días, hasta que se acostumbraron a ello y se convirtieron en expertos.
Mirwan confinó a unos abejorros inexpertos en un recipiente hecho de malla y situado cerca de las flores artificiales donde podían observar a los abejorros expertos. Cuando se permitió a los inexpertos intentar alimentarse en las flores artificiales, sólo precisaron de 70 segundos para conseguir el premio. Los abejorros inexpertos del grupo de control, que no habían observado a los expertos, no consiguieron acceder al "néctar".
En una última prueba, Mirwan colocó a los abejorros experimentados en una colmena con abejorros inexpertos. Cuando se permitió a estos últimos alimentarse en las flores artificiales, consiguieron el sucedáneo de néctar en apenas 3,5 minutos.
En una última prueba, Mirwan colocó a los abejorros experimentados en una colmena con abejorros inexpertos. Cuando se permitió a estos últimos alimentarse en las flores artificiales, consiguieron el sucedáneo de néctar en apenas 3,5 minutos.
Los científicos especializados en el estudio del comportamiento asumen habitualmente que la observación y la imitación se hallan en el corazón del aprendizaje social, pero los insectos sociales como los abejorros pueden también transmitir información a través del tacto, la vibración y el olor.
Tal como reconocen los investigadores, el método de comunicación usado por los abejorros tiene aún muchos misterios. Es sorprendente que abejorros que nunca habían visto una flor artificial pudieran volverse tan pronto lo bastante hábiles como para alimentarse de ellas. Es evidente que se produjo algún tipo de comunicación en la colmena. Ello sugiere que el aprendizaje social en los abejorros es incluso más complejo de lo que se suponía.
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