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En un exhaustivo estudio, se ha logrado documentar biofluorescencia en más de 180 especies de peces. Este conocimiento no solo servirá para conocer mejor la incidencia de este fascinante fenómeno en el medio acuático sino que también ofrece una nueva fuente potencial de proteínas fluorescentes con aplicaciones biomédicas.
Peces biofluorescentes. A: Cephaloscyllium ventriosum. B: Urobatis jamaicensis. C: Soleichthys heterorhinos. D: Cociella hutchinsi. E: Saurida gracilis. F: Antennarius maculatus. G: Synanceia verrucosa. H: Kaupichthys brachychirus. I: Kaupichthys nuchalis. J: Corythoichthys haematopterus. K: Gillellus uranidea. L: Eviota sp. M: Eviota atriventris. N: Larva de Acanthurus coeruleus. O: Scolopsis bilineata. (Fotos: © AMNH)
Los autores de esta investigación, dirigida desde el Museo Americano de Historia Natural (AMNH) en Nueva York, Estados Unidos, han documentado en estas especies de peces biofluorescencias muy variadas en cuanto a colores y patrones de brillo. Viendo los resultados de esta investigación, queda bastante claro que la biofluorescencia (un fenómeno por el cual algunos organismos absorben luz, la transforman y la reemiten con un color diferente) es común entre las especies de peces marinos, lo que sugiere que es empleada en la comunicación entre miembros de esas especies y para el cortejo que precede al apareamiento.
A la biofluorescencia animal en el medio acuático se la ha considerado tradicionalmente como una cualidad casi exclusiva de medusas, corales y otras criaturas relativamente exóticas.
A diferencia del ambiente con gran diversidad de colores en el que habitamos los humanos y los demás animales terrestres, los peces viven en un entorno predominantemente azul porque a medida que aumenta la profundidad, el agua absorbe más luz de una porción creciente de la banda de la luz visible en el espectro.
En los últimos años, el equipo de John Sparks, conservador en el Departamento de Ictiología del Museo Americano de Historia Natural, y David Gruber, investigador del mismo museo, ha descubierto que muchos peces absorben la luz azul remanente y la reemiten en tonalidades verdes, rojas y anaranjadas.Las investigaciones sobre la biofluorescencia de los peces comenzaron con una observación casual de fluorescencia en una especie de anguila en aguas frente a la costa de la Isla Pequeño Caimán.
Para estudiar más a fondo este fenómeno, Sparks, Gruber, e investigadores de la Universidad de Yale en Estados Unidos, la de Kansas en el mismo país, y la de Haifa en Israel, junto con fotógrafos y filmadores profesionales, se embarcaron en cuatro expediciones adicionales a aguas tropicales, pertrechados con todo lo necesario en alta tecnología.
En inmersiones nocturnas, el equipo estimuló la biofluorescencia de un pez mediante la proyección de una luz azul de alta intensidad. El espectáculo de luces resultante, bajo el agua, es invisible para el ojo humano. Para grabar esta actividad, los investigadores utilizaron cámaras subacuáticas construidas a la medida de sus necesidades y equipadas con filtros amarillos que bloquean la luz azul, así como gafas especiales con filtro amarillo que les permitieron ver el brillo biofluorescente mientras nadaban por el arrecife donde se hicieron las observaciones.La más reciente expedición ha sido a las aguas frente al litoral de las Islas Salomón. Desde el buque de investigación Alucia, los científicos hicieron inmersiones con trajes de submarinismo y descendieron a bordo de un minisubmarino para tres pasajeros a fin de examinar la biofluorescencia de un arrecife de coral a unos 1.000 metros de profundidad.
Estas expediciones han revelado tantas especies de peces biofluorescentes y con colores y patrones de brillo tan variados, que se podría crear un parque zoológico acuático dedicado exclusivamente a ellas.
El equipo de investigación también observó que muchos peces biofluorescentes tienen filtros amarillos en sus ojos. Posiblemente esto les permite ver la fluorescencia emitida en el agua, que de otra manera estaría oculta para sus ojos. A pesar de que se necesita investigar más, lo descubierto en el nuevo estudio indica que la biofluorescencia puede ser usada para la comunicación entre individuos y su camuflaje frente a sus depredadores. Esta habilidad puede ser de especial importancia durante las noches de luna llena, cuando algunas especies de peces y de otras criaturas marinas se agrupan en zonas específicas para aparearse.
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