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Un hallazgo extraordinario que permite a los científicos estudiar el interior de la cabeza de un artrópodo fosilizado ha revelado uno de los ejemplos evolutivos más tempranos de extremidades usadas para funciones diferentes a la locomoción, denotando asimismo un sistema nervioso inesperadamente complejo para aquellos tiempos.
Fósil de Chengjiangocaris kunmingensis que revela el interior de la cabeza del animal. (Foto: Yie Jang, Universidad de Yunnan)
Los artrópodos del tipo de las dos especies descubiertas, Chengjiangocaris kunmingensis y Fuxianhuia xiaoshibaensis, vivieron hace alrededor de 520 millones de años, unos 50 millones de años antes de que los animales comenzaran a conquistar la tierra, y debieron ser uno de los primeros ejemplos de vida animal compleja, surgida probablemente por la evolución a partir de criaturas parecidas a gusanos con patas. Los artrópodos fueron los primeros animales con articulaciones, que les servían para la locomoción.
Los artrópodos como el que poseía las citadas extremidades, debieron pasar la mayor parte de su tiempo deambulando por el fondo marino en busca de comida, utilizando estos miembros recién descubiertos para llevar sedimentos a sus bocas. Probablemente también eran capaces de nadar hasta distancias cortas, como hacen los crustáceos de la especie Triops longicaudatus.
Los fósiles datan de la etapa inicial de un periodo de proliferación acelerada de formas de vida conocido como la "explosión cámbrica" y que fue cuando la vida en la Tierra pasó de estar integrada por organismos multicelulares un tanto extraños y sobre los que conocemos muy poco, a estar dominada por animales marinos mejor conocidos por la paleontología y con mayor semejanza con los tipos de animales actuales.
Lo habitual al encontrar fósiles de animales como el Chengjiangocaris kunmingensis o el Fuxianhuia xiaoshibaensis es que carezcan de detalles de la cabeza y de otras partes del cuerpo si éstas solían estar protegidas por un caparazón. Por tanto, más allá de los detalles del caparazón, es muy poco lo que puede observarse en los fósiles típicos de esa clase.
Sin embargo, un nuevo yacimiento paleontológico, muy rico en fósiles, ubicado en el sur de China, contiene ejemplares de artrópodos en los que el caparazón no obstaculizó la representación del resto del cuerpo, y, gracias a ello, el equipo de Javier Ortega Hernández y Nicholas Butterfield, de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido, y sus colegas de la Universidad de Yunnan en la ciudad de Kunming, China, han podido examinar la cabeza de esos animales con un nivel de detalle sin precedentes.
El estudio corrobora la existencia, hasta ahora muy discutida, de los citados apéndices bajo la cabeza, usados para llevar sedimentos hacia la boca a medida que el animal se arrastraba por el fondo marino.
Los científicos creen que éste podría ser el ejemplo más antiguo y primitivo de extremidades usadas para ayudar en la alimentación, lo cual subraya la capacidad de adaptación que hizo a los artrópodos tan exitosos y abundantes, evolucionando hacia los insectos, arañas y crustáceos que hoy conocemos.
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