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Algunas avispas han desarrollado por vía evolutiva ojos más grandes, y por tanto una visión mejor, para poder distinguirse entre ellas mediante la observación del rostro. Esto encaja con la hipótesis de que la audición, el olfato, la vista y otras capacidades sensoriales en animales, incluyendo los humanos, pudieron evolucionar en respuesta a señales de comunicación como las que vemos en las avispas, y no tanto como una forma de detectar mejor a presas o a depredadores.
Las avispas cartoneras, como ésta de la especie Polistes fuscatus, desarrollaron evolutivamente una mejor visión para reconocer los rasgos faciales variables de otros miembros de su especie. (Foto: Michael Sheehan)
Los biólogos han tendido habitualmente a asumir que sentidos como la visión y el oído evolucionaron para mejorar el éxito en la caza o en la supervivencia ante depredadores, pero que no se vieron afectados por las interacciones sociales. Michael Sheehan, de la Universidad de California en Berkeley, así como Elizabeth Tibbetts y Judy Jinn, de la Universidad de Michigan, ambas instituciones en Estados Unidos, descubrieron en cambio que algunas avispas cartoneras, concretamente aquellas que tienen rasgos faciales variables reconocibles por otras avispas en su colonia o avispero, tienen una visión más aguda en relación con su tamaño que otras avispas sin esos rasgos faciales variables. Además, conforme se observa a avispas de tamaños corporales sucesivamente más pequeños, se aprecia que poseen ojos más grandes de lo esperado. Esto y otros detalles demuestran que esas avispas adquirieron por vía evolutiva una mejor agudeza visual para poder distinguir entre los diferentes individuos en la colonia.
Las avispas cartoneras con rasgos faciales variables son sobre todo especies en las que varias reinas cooperan a veces para establecer una colonia, lo cual hace que la habilidad de distinguir entre los individuos sea importante. En función de la especie, las avispas han desarrollado marcas faciales que actúan como etiquetas identificativas para el reconocimiento individual.
Las avispas cartoneras están distribuidas por todas partes del mundo y son conocidas por sus avisperos al aire libre, hechos de una especie de cartón piedra que elaboran masticando madera, y sujetos a un árbol o a una construcción artificial humana, como por ejemplo una farola o un edificio.
Tibbetts y Sheehan descubrieron hace tres años que algunas avispas cartoneras aprenden y reconocen los rasgos faciales de otras avispas en la colonia, de igual modo que los humanos aprendemos a reconocer las caras de otras personas. Sheehan razonó que si los rasgos de una cara eran importantes para las interacciones sociales de las avispas, entonces la selección natural habría favorecido a las avispas que vieran mejor, y sus ojos serían en consecuencia mejores. En el nuevo estudio, esto se ha confirmado.
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