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Aunque le sirvan al cocodrilo o caimán como pañuelo con el que secarse las lágrimas, las mariposas y abejas que se las beben no lo hacen para consolarle, en sintonía con la leyenda de que cuando estas bestias lloran mientras devoran a sus presas lo hacen por remordimientos de conciencia, más fingidos que sinceros. Lo hacen por un interés propio muy específico.
La mariposa y la abeja sorben lágrimas de los ojos del caimán en la orilla del río Puerto Viejo en Costa Rica. (Foto: Carlos de la Rosa)
Ver y fotografiar este fenómeno no es fácil. Uno de los pocos que lo ha conseguido es el ecólogo Carlos L. de la Rosa, director de la Estación Biológica de La Selva, dependiente de la Organización de Estudios Tropicales de Costa Rica. Y en este caso fue por partida doble. Desde una embarcación, De la Rosa inmortalizó la llamativa escena en la que una mariposa de la especie Dryas iulia y una abeja de las del género Centris (también conocidas popularmente como abejorros en algunos lugares) sorbían lágrimas de un caimán de la especie Caiman crocodilus, que se estaba relajando en la orilla del río Puerto Viejo en el nordeste de Costa Rica. La escena duró un cuarto de hora.
El interés de dichos insectos por las lágrimas de esta bestia se debe muy probablemente a que, además de las proteínas que contienen, albergan minerales de utilidad nutricional y difíciles de obtener.
Aunque muy abundante en el océano, la sal es a menudo un recurso escaso y valioso en tierra, especialmente para los anímales herbívoros. No es infrecuente ver a mariposas sorbiendo agua repleta de minerales en charcos de agua fangosa. Cuando los minerales son escasos en el suelo, los animales a veces recogen sal y otros minerales raros y proteínas, a partir del sudor, las lágrimas, la orina e incluso la sangre.
Aunque muy abundante en el océano, la sal es a menudo un recurso escaso y valioso en tierra, especialmente para los anímales herbívoros. No es infrecuente ver a mariposas sorbiendo agua repleta de minerales en charcos de agua fangosa. Cuando los minerales son escasos en el suelo, los animales a veces recogen sal y otros minerales raros y proteínas, a partir del sudor, las lágrimas, la orina e incluso la sangre.
De la Rosa había visto a mariposas y polillas en el Amazonas alimentándose de las lágrimas de tortugas y unos pocos caimanes. Solo en épocas recientes los biólogos han visto un comportamiento parecido en abejas e insectos similares. Fue por ejemplo memorable el informe de un avistamiento en 2012 de una abeja solitaria sorbiendo las lágrimas de una tortuga de río en el Parque Nacional Yasuní de Ecuador. ¿Pero cuán habitual es este comportamiento?
De la Rosa buscó casos de avistamientos de este tipo, con la ayuda de internet, y se sorprendió al encontrar más evidencias de lo que esperaba en documentos expuestos online por amantes de la naturaleza, fotógrafos profesionales, e incluso turistas, no solo científicos. Ahora piensa que el fenómeno podría no ser tan inusual como habían supuesto los biólogos, y así lo ha expuesto en las conclusiones de su estudio, publicado en la revista académica Frontiers in Ecology and the Environment, editada por la Ecological Society of America (Sociedad Ecológica de América), una organización que cuenta con diez mil miembros, que edita otras cuatro revistas, y cuya sede está en Estados Unidos.
De la Rosa buscó casos de avistamientos de este tipo, con la ayuda de internet, y se sorprendió al encontrar más evidencias de lo que esperaba en documentos expuestos online por amantes de la naturaleza, fotógrafos profesionales, e incluso turistas, no solo científicos. Ahora piensa que el fenómeno podría no ser tan inusual como habían supuesto los biólogos, y así lo ha expuesto en las conclusiones de su estudio, publicado en la revista académica Frontiers in Ecology and the Environment, editada por la Ecological Society of America (Sociedad Ecológica de América), una organización que cuenta con diez mil miembros, que edita otras cuatro revistas, y cuya sede está en Estados Unidos.
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