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Un equipo de investigadores de Argentina, Estados Unidos y Australia ha conseguido aclarar por fin las relaciones evolutivas del Necrolestes patagonensis, un extraño animal de vida subterránea que ha sido un enigma para la paleontología desde su descubrimiento en la Patagonia en 1891.
Reconstrucción artística de un Necrolestes patagonensis aventurándose fuera de su madriguera en la Patagonia de 16 millones de años atrás. (Imagen: © Guillermo W. Rougier para PNAS / Jorge González)
En estos 121 años, y a pesar de su excelente estado de conservación, los misteriosos restos fósiles del Necrolestes patagonensis, de 16 millones de años de antigüedad, han estado viajando de institución en institución y de investigador en investigador, cambiándose la clasificación del animal casi con cada nuevo desplazamiento o estudio. Hasta hace pocos años, el Necrolestes todavía no había sido clasificado definitivamente dentro un grupo de mamíferos.
Un escaneo de la región del oído realizado en 2008 mediante tomografía computerizada condujo a que otro equipo de investigación planteara que el Necrolestes era un marsupial.
Esta clasificación intrigó a Guillermo Rougier, de la Universidad de Louisville, Kentucky. Como especialista en mamíferos sudamericanos, Rougier no estaba convencido de que la clasificación como marsupial fuera acertada, y se embarcó en su propio intento de hacer una clasificación.
Durante el proceso de preparación del fósil para análisis posteriores, Rougier descubrió características de la anatomía del cráneo que habían pasado inadvertidas anteriormente. Basándose en estos nuevos rasgos, el equipo de Rougier y John Wible del Museo Carnegie de Historia Natural en Pittsburgh, Pensilvania, llegó a la novedosa conclusión que el Necrolestes no pertenece ni al linaje marsupial ni al placentario, de los cuales se le consideró integrante en momentos distintos de estos 121 años de debates.
El Necrolestes en realidad pertenece a una rama completamente inesperada del árbol evolutivo, la del grupo de los mamíferos Meridiolestida, del que se creía que se extinguió 45 millones años antes de la época de la que data el ejemplar analizado de Necrolestes.
Esta clasificación intrigó a Guillermo Rougier, de la Universidad de Louisville, Kentucky. Como especialista en mamíferos sudamericanos, Rougier no estaba convencido de que la clasificación como marsupial fuera acertada, y se embarcó en su propio intento de hacer una clasificación.
Durante el proceso de preparación del fósil para análisis posteriores, Rougier descubrió características de la anatomía del cráneo que habían pasado inadvertidas anteriormente. Basándose en estos nuevos rasgos, el equipo de Rougier y John Wible del Museo Carnegie de Historia Natural en Pittsburgh, Pensilvania, llegó a la novedosa conclusión que el Necrolestes no pertenece ni al linaje marsupial ni al placentario, de los cuales se le consideró integrante en momentos distintos de estos 121 años de debates.
El Necrolestes en realidad pertenece a una rama completamente inesperada del árbol evolutivo, la del grupo de los mamíferos Meridiolestida, del que se creía que se extinguió 45 millones años antes de la época de la que data el ejemplar analizado de Necrolestes.
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