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Según algunas estimaciones, una tercera parte de los organismos de la Tierra viven en sedimentos y rocas. Incluso se ha llegado a estimar que en la corteza y los sedimentos marinos hay una cantidad de biomasa quizá tan grande como la de todas las plantas y animales de la superficie. Sin embargo, la vida de esas criaturas del subsuelo sigue estando llena de misterios.
Chimenea submarina, vista por el submarino Alvin. (Foto: Mark Spear/WHOI)
El microbiólogo James Holden de la Universidad de Massachusetts en Amherst, Estados Unidos, y sus colegas, intentan aclarar algunos de esos misterios. En su expedición más reciente, han obtenido los primeros datos detallados sobre ciertos microorganismos metanógenos (productores de metano, el cual expulsan como producto de desecho) que viven en las fumarolas del lecho oceánico, las cuales son grietas en terrenos volcánicos submarinos de las cuales emanan fluidos calientes, ricos en minerales.
El descubrimiento de fumarolas hidrotermales en el fondo del Océano Pacífico en 1977 revolucionó las ideas sobre dónde y cómo puede existir la vida. Esos insólitos ecosistemas, repletos de vida, plantearon nuevas preguntas que los investigadores han estado tratando de responder desde entonces.
Holden y Helene Ver Eecke, también de la citada universidad, se valieron de técnicas especiales de cultivo microbiano para buscar organismos en la naturaleza y, a continuación, estudiar su crecimiento en el laboratorio.
El descubrimiento de fumarolas hidrotermales en el fondo del Océano Pacífico en 1977 revolucionó las ideas sobre dónde y cómo puede existir la vida. Esos insólitos ecosistemas, repletos de vida, plantearon nuevas preguntas que los investigadores han estado tratando de responder desde entonces.
Holden y Helene Ver Eecke, también de la citada universidad, se valieron de técnicas especiales de cultivo microbiano para buscar organismos en la naturaleza y, a continuación, estudiar su crecimiento en el laboratorio.
Julie Huber del Laboratorio Biológico Marino en Cabo Cod realizó análisis moleculares de los microorganismos, mientras que David Butterfield y Marvin Lilley de la Universidad de Washington, hicieron análisis geoquímicos de los fluidos.
Valiéndose del submarino de investigación Alvin, recolectaron muestras de fluidos hidrotermales que brotan de fumarolas hidrotermales del tipo conocido como fumarola negra, con temperaturas de hasta 350 grados centígrados (662 grados Fahrenheit), y de grietas del fondo oceánico con temperaturas más bajas.
Algunas de las muestras fueron tomadas en la zona del Volcán Axial de la Dorsal de Juan de Fuca, frente a las costas de Washington y Oregón.
En otro punto, con niveles bajos de hidrógeno, también en la Dorsal de Juan de Fuca, el equipo de investigación encontró algunos metanógenos hipertermófilos sobreviviendo gracias a alimentarse de los residuos de hidrógeno producidos por otros hipertermófilos, en lo que constituye un ecosistema metanógeno que incluye una relación simbiótica entre microorganismos.
Valiéndose del submarino de investigación Alvin, recolectaron muestras de fluidos hidrotermales que brotan de fumarolas hidrotermales del tipo conocido como fumarola negra, con temperaturas de hasta 350 grados centígrados (662 grados Fahrenheit), y de grietas del fondo oceánico con temperaturas más bajas.
Algunas de las muestras fueron tomadas en la zona del Volcán Axial de la Dorsal de Juan de Fuca, frente a las costas de Washington y Oregón.
En otro punto, con niveles bajos de hidrógeno, también en la Dorsal de Juan de Fuca, el equipo de investigación encontró algunos metanógenos hipertermófilos sobreviviendo gracias a alimentarse de los residuos de hidrógeno producidos por otros hipertermófilos, en lo que constituye un ecosistema metanógeno que incluye una relación simbiótica entre microorganismos.
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