jueves, 11 de julio de 2013

LA EXTRAÑA PAREJA DE ANIMALES QUE COMPARTIÓ MADRIGUERA HACE UNOS 250 MILLONES DE AÑOS

noticiasdelaciencia.com
 
Un anfibio y un antecesor de los mamíferos convivieron en la misma madriguera, ante una situación de emergencia. El testimonio mudo pero elocuente de esta historia de lucha por la supervivencia ha perdurado hasta nuestros días en forma de restos fósiles descubiertos en la Cuenca de Karoo en Sudáfrica, que fueron analizados detalladamente, en un trabajo de cooperación internacional llevado a cabo por especialistas de Sudáfrica, Australia y Francia. El caso de convivencia documentado en esta investigación es el más antiguo conocido de su tipo.


Reconstrucción 3D de los esqueletos de las dos bestias que compartieron la madriguera. (Imagen: Universidad de Witwatersrand)
 
En aquella época, el ecosistema se estaba recuperando de la Gran Extinción que marcó el final del Periodo Pérmico y que acabó con la mayor parte de la vida en la Tierra. Lo que hoy es Sudáfrica formaba parte, por aquel entonces, de un supercontinente mayor. En la región se vivía un fuerte calentamiento del clima y una meteorología rica en fenómenos extremos, incluyendo fuertes lluvias.
La inspección de la madriguera realizada por los paleontólogos reveló dos animales vertebrados de especies distintas acurrucados juntos y fosilizados después de ser atrapados por una súbita inundación. Frente a las duras condiciones climáticas que siguieron a la Gran Extinción que marcó el final del Periodo Pérmico, y como consecuencia de una cadena de hechos de la que sólo es posible deducir algunos aspectos, ambas bestias se vieron forzadas a convivir en la misma madriguera.
El equipo de Vincent Fernandez, Bruce Rubidge, Fernando Abdala y Kristian Carlson, de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica, así como Della Collins Cook de la Universidad de Indiana en Estados Unidos, Adam Yates del Museo de Australia Central, y Paul Tafforeau del ESRF (European Synchrotron Radiation Facility) en Grenoble, Francia, ha efectuado la reconstrucción más plausible de los hechos.
El análisis indica que el anfibio (del extinto género Broomistega), tenía las costillas rotas y se metió en el refugio para protegerse, estando ya en su interior el otro animal (del género, también extinto, Thrinaxodon).
Las costillas consecutivas rotas en el anfibio denotan que sufrió un único pero grave traumatismo. El anfibio sobrevivió a las lesiones, y de hecho las fracturas se estaban curando en el momento de la muerte, pero durante su recuperación estaba bastante impedido. Se trataba de un individuo joven, que todavía no había alcanzado su etapa plenamente adulta.
¿Por qué el primer morador de la madriguera, un individuo de la especie Thrinaxodon liorhinus, consintió la presencia del intruso, de la especie Broomistega putterilli?




En la actualidad, se dan casos en los que dos animales de especies distintas comparten una madriguera, pero todos ellos cumplen con unas condiciones bastante lógicas: Por ejemplo, si el intruso es un animal de tamaño mucho menor que el primer inquilino, lo más probable es que éste no se percate de su presencia o no logre encontrarlo si se ha ocultado en algún recoveco. Un intruso de mayor tamaño puede ser aceptado por el primer anfitrión si le proporciona alguna ayuda, como la vigilancia de posibles depredadores que se acerquen a la madriguera. Pero ninguno de estos patrones corresponde a lo descubierto en esta madriguera fosilizada.
¿Qué causó la asociación de estos dos animales tan dispares en la madriguera? Una de las posibilidades más obvias es una interacción depredador-presa, pero el análisis de los esqueletos no revela ninguna marca de mordiscos u otras evidencias de depredación. En otras palabras, ninguna de las dos bestias intentó devorar a la otra.
Tras reunir todas las pistas disponibles, el equipo finalmente dilucidó la enigmática relación, concluyendo que ese predecesor de los mamíferos, el Thrinaxodon liorhinus, probablemente estaba aletargado para soportar mejor el calor de la estación. De modo similar a un oso hibernando, la bestia estaba demasiado adormilada para constituir una amenaza inmediata para el intruso herido.
Ambos animales quedaron finalmente atrapados en la madriguera por una repentina inundación y se preservaron juntos en los sedimentos durante 250 millones de años.

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