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Cuando, hace más de 10.000 años, la última era glacial llegó a su fin, muchas especies de grandes mamíferos se extinguieron y otras experimentaron cambios en su apariencia. Pero, ¿qué causó los cambios evolutivos producidos en los mamíferos que no se extinguieron?
Fósil de coyote. (Foto: F. Robin O'Keefe)
Los lobos cazan en manadas y de este modo pueden abatir presas de mayor tamaño que ellos. En cambio, los coyotes suelen ser depredadores solitarios que cazan mamíferos pequeños, como roedores y conejos.
Los lobos grises de la actualidad miden desde el hocico hasta la cola, de extremo a extremo, aproximadamente entre 1,5 y 1,8 metros (de 5 a 6 pies). Los coyotes de la actualidad miden alrededor de entre 0,9 y 1,2 metros (de 3 a 4 pies). Los lobos grises suelen pesar entre 35 y 55 kilogramos (de 80 a 120 libras aproximadamente). Los coyotes, por su parte, tienen un peso de tan sólo entre 14 y 18 kilogramos (de 30 a 40 libras).
Pero no siempre existió esta diferencia tan notable de corpulencia.
Un estudio realizado por Julie Meachen, del Centro Nacional estadounidense de Síntesis Evolutiva, y Josh Samuels, del Monumento Nacional Lechos de Fósiles John Day en Oregón, revela la causa por la que los coyotes perdieron la corpulencia que tuvieron en su día y que los hacía más similares a los lobos grises que hoy en día.
Los coyotes en el Pleistoceno eran distintos a los coyotes actuales. Los cráneos y mandíbulas de esos coyotes arcaicos eran significativamente más gruesos y profundos que los de las poblaciones modernas. Los coyotes del Pleistoceno también tenían dientes más anchos para procesar carne, una adaptación útil para matar presas más grandes.
Los cambios en el tamaño corporal de los coyotes se produjeron porque desaparecieron sus presas de gran tamaño así como sus competidores directos también de gran tamaño.
Los lobos grises de la actualidad miden desde el hocico hasta la cola, de extremo a extremo, aproximadamente entre 1,5 y 1,8 metros (de 5 a 6 pies). Los coyotes de la actualidad miden alrededor de entre 0,9 y 1,2 metros (de 3 a 4 pies). Los lobos grises suelen pesar entre 35 y 55 kilogramos (de 80 a 120 libras aproximadamente). Los coyotes, por su parte, tienen un peso de tan sólo entre 14 y 18 kilogramos (de 30 a 40 libras).
Pero no siempre existió esta diferencia tan notable de corpulencia.
Un estudio realizado por Julie Meachen, del Centro Nacional estadounidense de Síntesis Evolutiva, y Josh Samuels, del Monumento Nacional Lechos de Fósiles John Day en Oregón, revela la causa por la que los coyotes perdieron la corpulencia que tuvieron en su día y que los hacía más similares a los lobos grises que hoy en día.
Los coyotes en el Pleistoceno eran distintos a los coyotes actuales. Los cráneos y mandíbulas de esos coyotes arcaicos eran significativamente más gruesos y profundos que los de las poblaciones modernas. Los coyotes del Pleistoceno también tenían dientes más anchos para procesar carne, una adaptación útil para matar presas más grandes.
Los cambios en el tamaño corporal de los coyotes se produjeron porque desaparecieron sus presas de gran tamaño así como sus competidores directos también de gran tamaño.
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