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El interior de la Tierra es inaccesible en su mayor parte. Hoy por hoy, es más fácil viajar a Marte que visitar, no ya el centro de la Tierra, sino incluso la base de la delgada corteza terrestre.
Las capas de la Tierra. (Foto: ESRF)
Los científicos pueden, no obstante, reproducir en el laboratorio las presiones y temperaturas extremas del interior de un planeta, pero sólo durante un instante fugaz, y los sistemas de medición disponibles hasta ahora sólo permitían inspeccionar con una resolución modesta los fenómenos que se desencadenan en esas fracciones de segundo.
A partir de ahora, los científicos podrán explorar con una resolución mucho mayor la materia a temperaturas y presiones muy extremas, pese a que estas condiciones sólo pueden ser mantenidas durante microsegundos en el laboratorio.
La materia en tales estados extremos está presente en el núcleo de hierro líquido de la Tierra, a 2.500 kilómetros por debajo de la superficie, así como en la densa y caliente materia del interior profundo de planetas gigantes como Júpiter.
Un nuevo dispositivo de rayos X en el ESRF (European Synchrotron Radiation Facility) en Grenoble, Francia, permite un nuevo nivel de exploración de la única zona de la Tierra aún del todo inexplorada: el centro del planeta.
Sabemos sorprendentemente poco acerca del interior de la Tierra. La presión en el centro puede ser calculada con bastante precisión a partir de la propagación de las ondas sísmicas: es de alrededor de tres millones y medio de veces la presión atmosférica. La temperatura en el centro de la Tierra, sin embargo, es desconocida, pero se cree que debe ser parecida a la que reina en la superficie del Sol.
A partir de ahora, los científicos podrán explorar con una resolución mucho mayor la materia a temperaturas y presiones muy extremas, pese a que estas condiciones sólo pueden ser mantenidas durante microsegundos en el laboratorio.
La materia en tales estados extremos está presente en el núcleo de hierro líquido de la Tierra, a 2.500 kilómetros por debajo de la superficie, así como en la densa y caliente materia del interior profundo de planetas gigantes como Júpiter.
Un nuevo dispositivo de rayos X en el ESRF (European Synchrotron Radiation Facility) en Grenoble, Francia, permite un nuevo nivel de exploración de la única zona de la Tierra aún del todo inexplorada: el centro del planeta.
Sabemos sorprendentemente poco acerca del interior de la Tierra. La presión en el centro puede ser calculada con bastante precisión a partir de la propagación de las ondas sísmicas: es de alrededor de tres millones y medio de veces la presión atmosférica. La temperatura en el centro de la Tierra, sin embargo, es desconocida, pero se cree que debe ser parecida a la que reina en la superficie del Sol.
Las instalaciones del complejo ID24, recientemente inauguradas, extienden las capacidades existentes en el ESRF en cuanto a la espectroscopia de absorción de rayos X, permitiendo alcanzar volúmenes de muestra veinte veces menores que el mínimo posible hasta ahora, y resoluciones de tiempo mil veces mejores que en el pasado.
El ID24 abre nuevos campos de investigación científica, al ser capaz de observar muchos procesos ultrarrápidos.
Gracias a las nuevas tecnologías empleadas en el ID24, los científicos pueden ahora estudiar qué sucede en condiciones extremas, por ejemplo cuando los materiales experimentan reacciones químicas muy veloces, o a qué temperatura un mineral se derretirá en el interior de un planeta. Los detectores del ID24 posibilitan que las mediciones sean hechas de manera secuencial y muy deprisa (un millón por segundo) a fin de no perder ningún detalle.
El ID24 abre nuevos campos de investigación científica, al ser capaz de observar muchos procesos ultrarrápidos.
Gracias a las nuevas tecnologías empleadas en el ID24, los científicos pueden ahora estudiar qué sucede en condiciones extremas, por ejemplo cuando los materiales experimentan reacciones químicas muy veloces, o a qué temperatura un mineral se derretirá en el interior de un planeta. Los detectores del ID24 posibilitan que las mediciones sean hechas de manera secuencial y muy deprisa (un millón por segundo) a fin de no perder ningún detalle.
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