jueves, 14 de enero de 2016

MIDIENDO LA GENEROSIDAD DE LOS PERROS CON SUS CONGÉNERES

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Comparada con los rasgos de conducta en el resto del reino animal, la capacidad humana para la cooperación es algo bastante especial. Cooperar entre sí precisa de una cierta cantidad de comportamiento prosocial. Esto significa ayudar a otros sin un beneficio personal directo.

El perro donante (derecha) puede tirar de una cuerda y desplazar una bandeja para donar comida al perro receptor (izquierda). (Foto: Mylène Quervel-Chaumette / Vetmeduni Vienna)

La prosociabilidad ya ha sido demostrada antes en animales que se hallan muy emparentados evolutivamente con los humanos, como los simios. En otros animales, el fenómeno hasta ahora solo ha sido estudiado experimentalmente en ratas y en los pájaros conocidos popularmente como grajillas (de la familia de los córvidos). Un estudio encontró comportamiento prosocial en perros respecto a humanos. Sin embargo, quedó la duda de si los perros estaban meramente reaccionando a la comunicación de los humanos y estaban siendo “obedientes” o si estaban verdaderamente exhibiendo un comportamiento prosocial.
Los perros y sus parientes evolutivos más cercanos, los lobos, exhiben un comportamiento social y cooperativo, de manera que hay razones para asumir que estos animales también se comportan prosocialmente respecto a sus congéneres. Además, a lo largo de miles de años de domesticación, los perros fueron seleccionados por sus habilidades sociales especiales.
Por esta razón, el equipo de Friederike Range, de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena, Austria, estudió 16 perros a fin de comprobar su buena disposición a beneficiar a compañeros conocidos frente a no conocidos.
Range, Mylène Quervel-Chaumette, Rachel Dale y Sarah Marshall-Pescini observaron el comportamiento prosocial de los animales valiéndose de una tarea en la que los perros debían desplazar bandejas y decidir si un segundo perro recibiría o no un obsequio alimenticio. En la prueba, los perros donantes usaban sus bocas para tirar de una cuerda y acercar así una bandeja hacia un segundo perro. Podían elegir entre una bandeja vacía o una que contenía un obsequio en el lado del compañero.
En la tarea, cada perro donante decidía si otro perro recibiría una golosina o no, mientras él mismo no la obtendría. El único propósito de la tarea era beneficiar al otro perro. Llevando a cabo varias pruebas de control, las investigadoras excluyeron la posibilidad de que los perros estuvieran simplemente desplazando las bandejas por diversión.
Se constató que los perros donantes eran reticentes a la hora de mover la bandeja cuando un perro desconocido se encontraba en el recinto contiguo.
Al final de cada prueba, las investigadoras llevaron a cabo otra para verificar que los perros donantes sabían lo que significaba desplazar la bandeja. Les permitieron mover con el fin de conseguir para ellos una golosina, y todos los perros hicieron justamente eso. Esta prueba complementaria excluye la posibilidad de que los perros no movieran la bandeja por miedo a los perros desconocidos. Dada la misma situación, estos perros donantes se dieron encantados una golosina a sí mismos.
Las investigadoras también consiguieron descartar la posibilidad de que los perros tirasen de la cuerda menos frecuentemente por hallarse distraídos por la presencia del compañero desconocido durante la prueba.

MÁS CONTROVERSIA SOBRE EL ORIGEN DEL PERRO

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El origen del perro ha inspirado una persistente controversia. ¿Dónde y cuándo se separaron por vez primera los perros de los lobos? La pregunta ha sido respondida en varias ocasiones durante los últimos años, pero los resultados de aquellos estudios han sido puestos en tela de juicio. Ahora, el equipo de Peter Savolainen, experto en el tema e investigador del Real Instituto Sueco de Tecnología, presenta una nueva respuesta, que contradice las conclusiones de algunas investigaciones previas.

Un lobo. (Foto: John y Karen Hollingsworth / USFWS)

Algunos científicos defienden que el perro y el lobo se bifurcaron evolutivamente por primera vez en el Oriente Medio; otros dicen que sucedió en Europa. Pero Savolainen ha mantenido desde hace mucho que los perros se originaron solo en el sudeste de Asia, y su equipo ha obtenido una nueva evidencia que confirma sus hallazgos anteriores.
En el nuevo estudio se ha determinado además que la separación respecto a los lobos se produjo hace unos 33.000 años.
Los estudios previos de Savolainen estaban basados en análisis de ADN mitocondrial. Pero recientemente otros investigadores han usado datos de ADN nuclear para refutar estos hallazgos, alegando que los perros se originaron en el Oriente Medio, Asia Central o Europa.
Pero aparentemente, según Savolainen, esos investigadores cometieron un error: trabajar con datos que no incluían muestras del sudeste de Asia. Así que, si como dice Savolainen, los perros proceden de esta zona, aquellos estudios no habrían podido detectarlo.
Esa es la razón por la que el equipo de Savolainen analizó una colección de muestras de 46 perros, que incluye algunas del sur de China y del sudeste de Asia. Él y sus colaboradores han encontrado que los perros de esta última región destacan de entre todas las otras poblaciones perrunas, porque poseen la mayor diversidad genética y están genéticamente más próximos al lobo.
Esto proporciona fuertes evidencias de que el perro se originó en el sudeste de Asia, lo que confirma el resultado de los estudios previos de Savolainen con el ADN mitocondrial.
Una explicación para la separación entre perro y lobo hace 33.000 años podría ser que la población de este último se dividió y que los lobos del sur de China evolucionaron hacia los perros. Sin embargo, la ruta exacta de propagación hacia las poblaciones de perros totalmente domesticados que se establecieron por todas partes del mundo hace 15.000 años no está todavía claro.
En la investigación también ha trabajado Chung-I Wu, de la Universidad de Chicago en Estados Unidos.

¿LOS VEGETALES SON CAPACES DE APRENDER?

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Algunos científicos creen que las plantas no son organismos pasivos, sino que pueden demostrar una cierta capacidad de aprendizaje. A fin de verificar más allá de toda duda si esto es cierto o no, se ha decidido poner en marcha una investigación en el Instituto de Evolución y Ecología dependiente de la Universidad de Tubinga en Alemania.

Una planta carnívora Venus Atrapamoscas. (Foto: Alexandra Kehl / Universität Tübingen)

El equipo de Michal Gruntman y Katja Tielbörger realizará experimentos para comprobar si las plantas, como los animales, pueden ser condicionados a pesar de su falta de cerebro. O, dicho de otro modo, si las plantas pueden ser condicionadas como los perros de Pavlov.
Su modelo es el famoso experimento realizado por el premio Nobel ruso Iván Pavlov, quien mostró que los perros podían ser condicionados a salivar incluso cuando no había comida presente, dándoles una señal que ellos relacionaban con la alimentación; en el experimento de Pavlov, era el sonido de una campana, que habían aprendido a relacionar con comida por sonar siempre que se les daba de comer.
El equipo de Gruntman y Tielbörger comprobará si las plantas pueden ser condicionadas de la misma manera usando una señal, es decir, intentará demostrar un comportamiento que en la naturaleza no tenga nada que ver con la propia señal. Utilizarán vegetales como la planta carnívora Venus Atrapamoscas (Dionea), y la Mimosa pudica que también es capaz de ejecutar movimientos bastante rápidos cuando la tocan, a fin de explorar esa provocadora hipótesis.
Si esta última es confirmada, significará que la frontera entre los reinos animal y vegetal es menos nítida de lo que pensamos. Gruntman y Tielbörger sospechan que las plantas no difieren de los animales en el nivel más básico de comportamiento.

¿CÓMO COMPITEN LOS ÁRBOLES EN EL BOSQUE PARA SOBREVIVIR?

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Un equipo de investigadores, que cuenta con la participación de la Universidad de Alcalá, ha analizado las diferentes reglas que siguen los árboles en los bosques para establecer la competencia entre unos y otros. Según el estudio publicado en Nature, existen tres criterios funcionales: la densidad de la madera del tronco de los árboles, la altura máxima que consiguen y la relación entre el peso y el grosor de las hojas, que sirven para medir la capacidad competitiva de unos árboles frente a otros.

El estudio de las características de los árboles puede ayudar a comprender cómo se relacionan las diferentes especies / UAH

Un estudio sobre la competencia en bosques publicado en Nature establece reglas generales sobre la competencia existente entre los más de tres billones de árboles que existen sobre el planeta, pertenecientes a más de 60.000 especies. Se trata de un estudio internacional, liderado por el investigador George Kunstler, del IRSTEA de Grenoble, en Francia,  y la Macquarie University de Sydney, en Australia, en el que han participado más de 40 investigadores en todo el mundo, entre ellos los investigadores de la Universidad de Alcalá Miguel Ángel de Zavala y Paloma Ruiz-Benito. 
La investigación da respuesta a preguntas como por qué en el bosque mediterráneo conviven en perfecta paz los pinos y las encinas; gracias a que no entran en competencia y se complementan. La encina crece menos y tolera la sombra; el pino crece más rápido, consigue más altura y es menos tolerante a la sombra.
Se han utilizado datos de crecimiento de más de tres millones de árboles distribuidos en más de 140.000 parcelas forestales de todo el mundo. Esta gran cantidad de datos ha permitido a los investigadores hacer generalizaciones utilizando los tres criterios funcionales mencionados. De este modo, el estudio de las características de los árboles puede ayudar a comprender cómo se relacionan las diferentes especies.
Zavala señala que se trata "de una muestra más de la necesidad de estudios coordinados y cooperativos entre países de todo el mundo si queremos identificar algunos de los principios generales que regulan el mantenimiento de la diversidad biológica y el funcionamiento de los ecosistemas, algo particularmente necesario en este momento en el que el cambio global amenaza con la degradación de muchos ecosistemas".

Referencia bibliográfica: 

 Kunstler, G., Falster, D., Coomes, D.A., Hui, F., Peñuelas, J., et al. Plant functional traits have globally consistent effects on competition. Nature (2015), doi: 10.1038/nature16476

UN SUPERVOLCÁN ARRASÓ EL NORTE DE LA PENÍNSULA HACE 477 MILLONES DE AÑOS

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Hasta ahora se pensaba que las rocas de origen volcánico encontradas en varios puntos de la cordillera cantábrica pertenecían a diferentes épocas. Sin embargo, un nuevo estudio revela que son coetáneas, es decir que hace 477 millones de años la erupción de un supervolcán afectó el norte de la península ibérica. Sus cenizas cubrieron el equivalente a la actual provincia de León, aunque nuevos estudios confirmarían que estas alcanzaron lo que hoy es la isla de Cerdeña. En la actualidad, la caldera de Yellowstone en EE UU es la que más probabilidades tiene de protagonizar una erupción supervolcánica.

Nube de cenizas de la erupción del volcán Pinatubo (Filipinas) en 1991, una de las más violentas del siglo XX. / Wikipedia 

La actual península ibérica sufrió una gigantesca erupción volcánica hace 477 millones de años, cuando estaba ubicada en la costa de un gran continente llamado Gondwana y se hallaba cerca del polo sur. La datación precisa de una capa de cenizas volcánicas preservada en la cordillera cantábrica indica que las rocas de una vasta área son coetáneas y, por lo tanto, probablemente se originaron en una misma erupción que, por su gran volumen, tiene que corresponder a un supervolcán.
“Sabíamos que había rocas volcánicas en Asturias, León y Cantabria, pero no se consideraban una misma capa. Ahora hemos demostrado que tienen la misma edad, así que pertenecen a una misma erupción”, declara Gabriel Gutiérrez Alonso, investigador de la Universidad de Salamanca y autor principal del estudio publicado en la revista Tectonophysics.
En sus cálculos más conservadores, los científicos pueden asegurar que la cubierta de cenizas abarcó al menos unos 15.000 km2, un área equivalente a la provincia de León. La erupción habría emitido más de 80.000 millones de toneladas de rocas a la atmósfera y el volumen de cenizas habría alcanzado los 60 km3, aunque posteriormente esta piedra pómez pierde su porosidad original y en la actualidad se encuentra mucho más compacta por el efecto del peso de las rocas depositadas encima.
Con estos datos, sería una erupción de tipo “colosal”, que en el Índice de Explosividad Volcánica (VEI, por sus siglas en inglés) que utilizan los expertos alcanzaría un 6 en una escala del 1 al 8. En esta clasificación, cada valor supone que la erupción es 10 veces más virulenta que el valor inferior. Por ejemplo, la del Vesubio que acabó con Pompeya tiene un VEI de 5 y expulsó de 1 a 3 km3 de materiales a la atmósfera; y la del volcán Pinatubo (Filipinas), en 1991, un VEI 6 con más de 10 km3. En estos casos, las capas de ceniza se extienden por centenares o miles de km2.
Sin embargo, es posible que las dimensiones del supervolcán fuesen mucho mayores, puesto que hay zonas geográficas mucho más alejadas con rocas volcánicas similares que también podrían corresponder al mismo evento. Los científicos no descartan una erupción de tipo “megacolosal”, de un VEI de 7, con un volumen de cenizas de 600 km3 y 900.000 millones de toneladas que, en términos geográficos actuales, habría alcanzado todo el norte de la península, desde Galicia a la cordillera Ibérica, en Aragón.
Incluso podría haber tenido una magnitud VEI 8, de características “supervolcánicas-apocalípticas”, alcanzando Armórica (Francia) y Cerdeña (Italia) tras proyectar 1.000 km3 de cenizas a la atmósfera.

Extensión de las cenizas volcánicas según los tres escenarios. / G. Gutiérrez Alonso

Datación de alta precisión

Si aún no se puede confirmar el verdadero tamaño del evento es porque las dataciones que existen de las rocas volcánicas de los lugares donde estas se han estudiado no son tan precisas como las que recoge este estudio, realizado con muestras tomadas en varios puntos de Asturias y León.
Precisamente, la clave de esta investigación está en la datación geocronológica usando isótopos radiactivos en un mineral llamado circón, que ha determinado que todas las muestras tienen la misma antigüedad, es decir 477 millones de años, con una incertidumbre de un millón de años (un error de menos del 0,25%).
Esta precisión la ha obtenido el investigador Fernando Corfu en los laboratorios de la Universidad de Oslo (Noruega). En la investigación también han participado Juan Carlos Gutiérrez Marco (IGEO-CSIC), Javier Fernández Suárez (Universidad Complutense de Madrid) y Enrique Bernárdez (Universidad de Atacama, en Chile).
La capa de cenizas volcánicas en la cordillera cantábrica puede llegar a tener un metro de espesor y es explotada para obtener un mineral llamado caolín, que se utiliza, entre otras cosas, para la obtención de productos cerámicos de alta calidad.
Según el investigador Gabriel Gutiérrez Alonso, fue justamente en una de estas explotaciones, en Mina Conchita, donde fueron robados los explosivos utilizados en los atentados del 11M de Madrid en 2004. De este enclave asturiano procede también una de las muestras tomadas para esta investigación.
Otras dos también se tomaron en Asturias, en una antigua explotación en Peñaflor, cerca de Grado, y en Caravia (durante la perforación del túnel “Ordovícico” del Fabar); y una en el pantano de Barrios de Luna, de León.

Yellowstone puede ser el siguiente

Las erupciones volcánicas de “magnitud cataclísmica” ocurren con relativa frecuencia, entre 10.000 y 100.000 años y apenas duran semanas o meses. El último supervolcán conocido es el Toba, en la isla de Sumatra (Indonesia), cuya erupción hace 74.000 años tuvo grandes efectos climáticos en el planeta.
En Estados Unidos, la caldera de Yellowstone ha entrado en erupción tres veces en los últimos dos millones de años. La última vez fue hace 640.000 años. “Probablemente, es el más famoso y el que más probabilidades tiene de ser el próximo en volver a protagonizar una erupción supervolcánica, aunque también puede ocurrir en el entorno del Pacífico”, comenta el geólogo de la Universidad de Salamanca.
Para los especialistas, a mayor antigüedad, existen menos posibilidades de distinguir un evento de este tipo, ya que los depósitos de cenizas de gran espesor cubren enormes superficies que se suelen erosionar y acaban siendo muy difíciles de reconocer. Por ejemplo, en Europa los más parecidos a este supervolcán del norte de España habría que buscarlos en Escandinavia tan solo 14 millones de años después.
En cuanto a sus repercusiones para la vida del planeta, los cataclismos volcánicos más recientes no supusieron grandes extinciones globales. En el caso del de la península ibérica, en aquel momento ni siquiera existía vida colonizando la superficie de los continentes, solo en los océanos.
La capa de ceniza cubriría grandes extensiones de las partes menos profundas de un océano que se estaba formando en aquel momento, llamado Rheico, y probablemente aniquiló las formas de vida que vivían en el fondo marino en toda la región afectada. Aunque la ceniza habría permanecido en la atmósfera durante años, alterando su composición, la ausencia de vida fuera de las aguas habría minimizado el impacto de estos cambios.
Además, los científicos creen que se produjo una recuperación de la vida inmediata tras el depósito de las cenizas en el fondo del mar. La prueba es que en todos los lugares en los que se reconocen las cenizas se halla una capa en la que se pueden observar gran cantidad de perforaciones cilíndricas realizadas por seres vivos en los sedimentos, verticales en origen, que se denominan skolithos.

Referencia bibliográfica:

Gutiérrez-Alonso, G., Gutiérrez-Marco, J.C., Fernández-Suárez, J., Bernárdez, E., Corfu, F. "Was there a super-eruption on the Gondwanan coast 477 My ago?" Tectonophysics 2016

GAFAS 3D PARA MANTIS RELIGIOSAS CONFIRMAN SU VISIÓN TRIDIMENSIONAL

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Científicos británicos han diseñado por primera vez unas gafas especiales –con una lente azul y otra verde– a unas mantis religiosas, protagonistas esta semana de nuestro #Cienciaalobestia. Los resultados confirman que este invertebrado usa una percepción visual en tres dimensiones para cazar con eficacia.

Una mantis religiosa lleva unas gafas 3D con una lente azul y otra verde para el experimento. / Universidad de Newcastle.

Hasta ahora, la mayoría de la visión en 3D que conocíamos era la de los vertebrados. Aunque el científico Samuel Rossel ya había demostrado en la década de los 80 la visión tridimensional de las mantis religiosas a través de prismas y oclusores que solo permitían mostrar una serie limitada de imágenes, un equipo de científicos de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) ha desarrollado ahora unas gafas 3D para insectos a través de las cuales les han enseñado todo tipo de imágenes.
Según los resultados, publicados esta semana en la revista Scientific Reports, los invertebrados como la mantis religiosa también tienen una visión por estereopsis, es decir que cuentan con una percepción visual a través de la cual a partir de dos imágenes el cerebro recompone una tridimensional.
Para el estudio, los investigadores diseñaron especialmente un cine junto a unas gafas 3D que han probado en el insecto. Contrariamente a los humanos, que requieren de lentes rojas y azules, las mantis necesitan unas azules y verdes, ya que estos invertebrados distinguen mal la luz roja.
“A pesar de sus pequeños cerebros, las mantis religiosas son sofisticadas cazadoras visuales que pueden capturar presas con gran eficiencia. Podemos aprender mucho de ellas al estudiar cómo perciben el mundo”, señala Jenny Read, profesor de Ciencia de la Visión de la universidad británica.

Visión tridimensional para cazar

Los científicos realizaron una serie de experimentos en los que las mantis religiosas llevaron diminutas gafas 3D pegadas con cera de abeja. Los insectos observaron vídeos cortos que simulaban el movimiento de otros invertebrados alrededor de la pantalla del ordenador.
Las mantis no intentaron atraparlos cuando las imágenes estaban en 2D. Sin embargo, cuando los insectos se mostraron en tres dimensionales flotando aparentemente frente a la pantalla, las mantis intentaron atacarlos, lo que prueba que usan una visión en 3D.
“Con este trabajo demostramos que esta técnica puede usarse de manera efectiva para estimular la visión tridimensional de los insectos”, subraya el biólogo Vivek Nityananda, de la Universidad de Newcastle.
A partir de ahora, el equipo examinará los algoritmos usados para la percepción de la profundidad 3D en los insectos para entender mejor cómo la visión humana ha evolucionado y para desarrollar nuevos modos de integrar tecnología 3D en ordenadores y robots.

EL ZOOPLANCTON DEL ÁRTICO MIGRA BAJO LA LUZ DE LA LUNA

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En el invierno ártico, en ausencia de cualquier luz, la vida continúa. En los meses de oscuridad y frío extremo la luna impulsa las migraciones verticales de zooplancton. Según un estudio, liderado por la Asociación Escocesa de la Ciencia Marina (SAMS en sus siglas en inglés) y publicado en la revista Current Biology, estas migraciones son un intento de los diminutos animales marinos de huir de los depredadores que cazan baja la luz de nuestro satélite.

Geir Johnson

Estos desplazamientos se producen en todo el Ártico, independientemente de la zona; en fiordos, plataformas heladas, taludes y mar abierto el zooplancton ha adaptado sus actividades al ciclo lunar, con días de aproximadamente 25 horas.
Además de este ciclo diario, el equipo internacional de científicos descubrió un hundimiento masivo de zooplancton, que pasa de las aguas superficiales a una profundidad de unos 50 metros cada 29 días y medio, coincidiendo con la luna llena.
Los científicos indican que  la migración vertical diaria de zooplancton contribuye significativamente a la bomba biológica de carbono, trasladando el carbono fijo en la superficie al océano profundo. Por ello consideran que la influencia de los movimientos de estas criaturas marinas en invierno necesita ser cuantificada e incorporada a los modelos biogeoquímicos.